Consejos incompletos de un Nobel de Economía a Cuba
Stiglitz evitó recordar, en su conferencia en La Habana, que la estatalización es la principal traba para el desarrollo económico de la Isla
El Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, estuvo recientemente en La Habana donde intercambió con economistas del patio, ofreció una conferencia ante miembros de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, trató temas macroeconómicos e hizo algunas recomendaciones al país.
El laureado economista expuso que la globalización y los avances en los últimos tiempos en las esferas tecnológica, energética y biotecnológica han cambiado las características de los procesos de producción, con notable incidencia en la reducción del empleo a nivel mundial en las actividades manufactureras.
En relación con ello, precisó, «el reto» en el mundo actual está en encontrar «sectores de servicios» que amplíen el empleo y mejoren las competencias de los trabajadores. «El futuro radica en el sector de los servicios, que emplea mano de obra capacitada», dijo.
A su juicio, las condiciones para un desarrollo social y económico sano son la consistencia, el pleno empleo y el aprendizaje y avance de la tecnología
A su juicio, las condiciones para un desarrollo social y económico sano son la consistencia, el pleno empleo y el aprendizaje y avance de la tecnología. También mencionó el problema de la disponibilidad de divisas y la doble circulación monetaria. En ese sentido, sostuvo que las estrategias para lograr el desarrollo deben tener en cuenta esas condiciones y citó como ejemplo los desequilibrios en materia de cambio que ocasionaron dificultades a Argentina, pese a un alto crecimiento económico.
Además, recomendó tener en cuenta las «ventajas relativas» en la agricultura para Cuba.
Leído todo lo que se ha publicado sobre su visita a Cuba, si no es que faltó algo, lo cual es posible, no encontré ninguna referencia concreta al tema de la propiedad, la gestión y las relaciones de distribución, por lo cual me veo obligado a decir que los consejos generales del respetable economista para Cuba los podría haber dado en cualquier país del mundo, pero en especial para Cuba, parecen incompletos.
Los graves problemas que aquejan la economía de Cuba no se resolverán priorizando la agricultura, los servicios, estableciendo el pleno empleo, resolviendo el problema de la doble moneda -indiscutiblemente grave-, o aplicando y enseñando tecnologías.
Es verdad que habló de la necesidad de un equilibrio en la economía entre las actividades del Estado, el mercado y la sociedad civil, pero en un país donde el Estado es el que todo decide al margen de la sociedad, recomendar que éste puede jugar un papel importante en la economía es como conceder parte de razón a los que han fracasado durante casi 60 años con sus políticas estatalistas.
No obstante, prefiero creer que, por cortesía más que por desconocimiento, no fue preciso al omitir que la centralización de las políticas económicas en manos de unos pocos y la concentración de la propiedad, la gestión, las ganancias, las inversiones, la política salarial y el mercado en los monopolios estatales son las principales trabas para el desarrollo de la economía cubana.
Para que la Isla pueda aprovechar las eventuales ventajas relativas mencionadas por el economista estadounidense, tendría necesariamente que atravesar un periodo de desestatalización, de manera que todos esos monopolios mercantiles y productivos manejados por el modelo estatal centralizado de propiedad y baja remuneración asalariada desestimulante, incapaz de promover una demanda interna solvente, pasen en forma descentralizada al control de empresas de asociados o privados, interrelacionadas en un mercado libre competitivo que estimule el desarrollo y el aprovechamiento efectivo de los recursos humanos, financieros y las leyes de la oferta y la demanda a nivel local e internacional combinadas con políticas fiscales y crediticias estimulantes.
Sin modificar las relaciones de propiedad, gestión y distribución de las ganancias, todas esas recomendaciones generales, poco pueden aportar al desarrollo económico y social del pueblo de Cuba
Sin cambios en estos enfoques, sin modificar las relaciones de propiedad, gestión y distribución de las ganancias, todas esas recomendaciones generales, poco pueden aportar al desarrollo económico y social del pueblo de Cuba.
El estado paternalista y populista ha manejado siempre a su manera el concepto del pleno empleo y, aunque quiera, no puede convertir la agricultura en competitiva, porque está harto demostrado que ni la propiedad estatal ni el trabajo asalariado son capaces de generar una agricultura desarrollada, eficiente y ambientalista
Por otra parte, el enfoque súperexplotador del sector de los servicios que tiene la burocracia cubana solo servirá para seguir promoviendo «desvíos de recursos» y ansias de abandonar el país entre los técnicos y profesionales que llegan a dominar las técnicas modernas en el turismo, la salud pública, la mercadotecnia y el uso de las nuevas tecnologías informáticas.
De todas formas, visitas como las de Stiglitz son siempre bienvenidas a Cuba, pues hacen pensar a la población, no solo a los economistas y decisores, sobre la necesidad y posibilidades de salir del estancamiento actual.