Contra el retroceso autoritario, la reinvención democrática

Adam Przeworski, profesor de la Universidad de Nueva York, brinda una charla en México, el 30 de octubre de 2025. | Foto: Centro de Estudios Internacionales
Adam Przeworski nació en Varsovia y se graduó en la universidad de esa capital polaca en 1961. Conoció de primera mano la realidad de un comunismo de Europa del Este en los años más duros de la Guerra Fría y el intervencionismo soviético. El jueves (30 de octubre de 2025), en El Colegio de México, recordó esos orígenes en una charla sobre la crisis de la democracia y el retroceso autoritario que se vive a nivel mundial.
El profesor de la Universidad de Nueva York parte de la premisa de que la erosión de las democracias se manifiesta, incluso, en Estados Unidos y Europa, dos regiones donde se ha dado por descontada la vitalidad de esa forma de gobierno. Hoy por hoy, más del 70% de la población mundial vive en autocracias de diversos tipos y el desencanto o la insatisfacción con el sistema político crece en regiones como América Latina, donde hace poco más de cuarenta años se produjo la última ola democratizadora.
Przeworski piensa también que la regresión política que se está viviendo en los últimos años obliga a reinterpretar la historia contemporánea a partir de la evidencia de que las democracias desaparecen. No sólo mueren las democracias, como han sostenido Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, sino que su ciclo vital tiende a acortarse. Insistir en que las democracias latinoamericanas son jóvenes sirve de muy poco, ya que esa idea antropomórfica implica atribuir a las democracias una inevitable maduración, ya no tan constatable.
En su libro La crisis de la democracia (2022), el académico había llamado la atención sobre el efecto que el desgaste institucional de democracias surgidas de procesos de transición podía tener en las derivas autoritarias. Líderes y corrientes desfavorecidos en aquellos tránsitos podían aprovechar ese desgaste para alentar una polarización que, eventualmente, trastocaba el orden democrático.
Allí reconstruía algunos contextos históricos de deterioro o colapso democrático como la Alemania de los últimos días de la República de Weimar, Chile entre Allende y Pinochet, Francia de 1954 a 1962 y Estados Unidos después del asesinato de Kennedy. Contextos muy diferentes entre sí y con desenlaces diversos, pero que tuvieron como denominadores comunes ambos elementos: desgaste institucional y polarización política.
No simpatiza Przeworski con el concepto de “democracia iliberal” y es cuidadoso a la hora de definir o registrar procesos de autocratización. Usa también otros términos como “desconsolidación” o “retrogresión” y cita ejemplos de Turquía, Venezuela, Hungría y Polonia para señalar el punto de no retorno en que a las oposiciones les resulta casi imposible ganar elecciones.
Pero el jueves, en El Colegio de México, Przeworski insistió en que las oposiciones también forman parte de los procesos de autocratización. Cuando líderes, partidos o movimientos de oposición se vuelven golpistas o abandonan la lucha leal, pueden contribuir a la erosión democrática. También cuando se aferran a la vuelta al antiguo régimen, siguiendo un instinto restaurador, o confunden la defensa de la democracia con el mantenimiento del statu quo.
Sostuvo que el gran desafío y la gran oportunidad de las oposiciones bajo un proceso de reversión de la democracia, es aprovechar la crisis, no para preservar incólume el sistema amenazado, sino para reinventarlo. Una forma de traducir el argumento sería que, frente a una autocratización, los opositores y los críticos deberían evitar el conservadurismo, radicalizarse, retar y, eventualmente, desplazar al gobierno en la generación de reformas.
Suena contraintuitivo lo que propone el profesor de NYU, ya que tradicionalmente la resistencia a las dictaduras se asocia con el rescate de un orden destruido. Ese ángulo más práctico de Adam Przeworski, que ilustró con la pregunta leninista de qué hacer, augura importantes lecciones para México y América Latina.
*Este artículo se publicó originalmente en La Razón de México.
