Contra la unificación de la derecha
El PP no debe aspirar a la reconciliación de la derecha sino a la reconciliación de España
Se repite hasta la saciedad que el PP es la casa común de la derecha, que los votos de Vox son votos robados a su legítimo propietario y que resulta necesario reunificar el espacio liberal-conservador. Esto no solo es falso sino, además, una falta de respeto a Vox. Yo no comulgo con sus ideas y creo en un modelo de sociedad muy diferente, pero huelga decir que Vox es un partido legítimo y que representa a un espacio presente en España desde el XIX. Por más que insistan, no es cierto que la derecha haya estado unida siempre excepto en este breve intervalo; más bien al contrario, la derecha siempre ha estado dividida excepto con Aznar, que no fue la categoría sino la anécdota. Vox no es una escisión ideológica del PP, sino su enmienda. No es su hermano pequeño: es otra familia.
En España no hay una derecha sino varias y enfrentadas. Ya en el XIX, emergió un enfrentamiento entre liberales, que defendían una monarquía constitucional y ciertas libertades individuales, y absolutistas, que aspiraban a restaurar el poder total del monarca y la primacía de la Iglesia. Dentro del campo conservador, los carlistas representaban a una derecha tradicionalista, ultracatólica, foralista y antiliberal con una visión reaccionaria del orden social. Frente a ellos, la derecha liberal –personificada luego en Cánovas–, que trató de equilibrar monarquía, propiedad, religión y progreso dentro de un marco constitucional. Tras el 98 surgieron nuevas derechas fragmentadas: mauristas, regeneracionistas autoritarios, supuestos ‘católicos’ integristas, militares africanistas y los primeros tecnócratas. Con la llegada de la Segunda República la derecha se dividió entre la CEDA, el Bloque Nacional, los tradicionalistas carlistas y la Falange. Y ya en la Transición, la división se articuló entre UCD (centroderecha reformista) y AP, que aglutinó a los sectores conservadores del franquismo.
Aznar tuvo la inteligencia de someter a la ‘otra’ derecha y enviarla al sótano de Génova 13 para consolidar una derecha moderna, liberal en lo económico, europeísta y conservadora en lo social. Pero, a partir de 2015 el espejismo se acaba y los del sótano se articulan entorno a Vox, que representa a la derecha populista, antieuropeísta, iliberal, nacionalista, medio socialista en lo económico –como buenos falangistas–, contraria a la inmigración y con rasgos autoritarios. Así, la derecha española se encuentra fragmentada, como siempre, entre la tradición liberal-conservadora del PP y la pulsión identitaria de Vox. El desprecio es profundo y mutuo.
El PP no debe aspirar a la reconciliación de la derecha sino a la reconciliación de España. Para ello, han de comprender que de Vox no le deben interesar ni sus ideas ni sus políticas; tan solo parte de sus votos. En concreto, los de aquellos que sean capaces de comprender que Vox forma parte, junto a la izquierda y los nacionalistas, del bloque de ruptura del orden del 78, que es precisamente el orden que el PP ha de defender, ya en solitario.