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Convulsión social en Cuba: el fin de la epopeya redentora

Las manifestaciones que sacudieron Cuba entre el 11 y el 17 de julio cambiaron profundamente el equilibrio de poder que había prevalecido hasta ahora entre el régimen comunista y la población. Para Armando Chaguaceda y Melissa Cordero Novo, será difícil en el futuro considerar a la isla como una sociedad congelada, sujeta al yugo de un poder que ha optado deliberadamente por distanciarse de su población, movida por un anhelo de libertad. 

 

Entonces comienza el terror. La militarización de las calles. La persecución meticulosa y coordinada. Luego viene la barbarie, la intransigencia, la impunidad, la manipulación, el corte de Internet, el silencio. El estallido de las mayores protestas sociales en sesenta años de posrevolucionario cubano se produjo, como en estos casos, cuando las señales se acumularon, pero la chispa se encendió en el momento y lugar donde nadie lo esperaba.

El gobierno ha respondido -en un intento desesperado por controlar lo ocurrido por su fallida gestión, y el descontento de un pueblo al que no escucha- con una violencia desmedida y una represión desatada con una física nunca antes vista en las calles cubanas. El gobierno respondió con un llamado a la guerra civil, al enfrentamiento, al combate. Los cubanos –miembros o no de las fuerzas paramilitares– abusaron de otros cubanos, los golpearon con palos, los tiraron en camiones de basura, los agredieron –física y psicológicamente; un sacerdote fue golpeado en la cabeza con un bate.

Hasta el momento, no hay ni una pizca de evidencia de ningún enjuiciamiento de las fuerzas del orden que se extralimitaron en su deber. Sin embargo, miles de cubanos, tanto los que vandalizaron y robaron tiendas estatales en medio del caos como los que marcharon pacíficamente al grito de “Abajo la dictadura”, “Libertad” y “Abajo el comunismo”, están detenidos o desaparecidos.1. El gobierno ha demostrado que trata a todos por igual: como partícipes de un golpe “suave” y de una guerra no convencional de la CIA.

Todo comenzó en San Antonio de los Baños, al suroeste de La Habana. Una concentración de personas marchando por la ciudad, coreando consignas contra el modelo socialista y estatal cubano y exigiendo derechos, fue transmitida en vivo por las redes sociales. Era el domingo 11 de julio (11J) de 2021, alrededor del mediodía.

La noticia corrió como la pólvora en Internet. Pocas horas después, comenzaron otras manifestaciones en otras provincias del territorio nacional. Al final del día, se reportaron levantamientos en más de 60 ciudades de todo el país.2. La amplitud, la inmediatez, la pluralidad de manifestantes, la constancia, la rebeldía, el entusiasmo, la unidad y el descontento fueron algunas de las características que se pudieron observar entre quienes invirtieron el espacio público público: un espacio prohibido durante tantos años.

La amplitud, la inmediatez, la pluralidad de manifestantes, la constancia, la rebeldía, el entusiasmo, la unidad y el descontento fueron algunas de las características que se pudieron observar entre quienes invirtieron el espacio público público: un espacio prohibido durante tantos años.

ARMANDO CHAGUACEDA Y MELISSA CORDERO NOVO

Contexto inmediato de la crisis

Estos hechos se enmarcan en el contexto de una grave crisis derivada del agotamiento del modelo estatista, agravada por la paralización de las reformas económicas y múltiples factores más. Entre estos últimos, las consecuencias económicas de la pandemia, que ha afectado al turismo, fuente de divisas.

La emergencia sanitaria en el país se había agudizado en las últimas semanas, con el rebrote de otras epidemias como la sarna3. Cuba estaba experimentando un repunte de brotes, infecciones y muertes por coronavirus: hasta la primera quincena de julio, 1.579 personas fallecieron y se registraron 224.914 casos positivos de Covid-19. Las cifras más alarmantes se concentraron en la provincia de Matanzas, donde los servicios hospitalarios se colapsaron y agotaron, quedando sin insumos. En el resto de las provincias del país, los casos también van en aumento, con reportes de contagios que alcanzan los tres dígitos diarios.

La falta de medicamentos y equipo médico había llegado a límites precarios. La comunidad cubana en el exterior ha alentado iniciativas encaminadas a llevar medicamentos esenciales al archipiélago, pero el gobierno no ha facilitado los trámites burocráticos, ni ha eliminado los excesivos aranceles aduaneros, lo que hacía aún más desesperada la situación. El Estado cubano es el único autorizado para recibir ayuda humanitaria y donaciones de gran envergadura; a nivel individual, el espacio es muy limitado y los trámites administrativos son más costosos. Las autoridades estatales calificaron la situación de «compleja» -y recomendaron el uso de la medicina natural y tradicional como paliativo- aunque, según las estadísticas y la densidad de población,

Otro factor ha sido una política sanitaria que lo ha apostado todo a desarrollar sus propias vacunas contra la Covid-19, sin prestar atención a las demás condiciones -infraestructura, insumos y personal- que sustentan la salud pública. El Estado cubano decidió no adherirse al mecanismo internacional COVAX, lo que podría haber facilitado un acceso más seguro y rápido a la vacunación en el país.

El uso de las vacunas candidatas Soberana 01 y 02, Soberana Plus, Abdala y Mambisa como una especie de frente político y moneda de cambio ante el visible desabastecimiento en el país, así como el largo retraso en el inicio de la vacunación han sido otras causas directas. eso pudo haber propiciado el estallido de las protestas, pues una de las consignas que se escuchaba en las calles era «queremos vacunas» -ya que los ensayos clínicos y estudios de intervención que se estaban realizando en el país solo abarcaban cinco provincias, y el personal de salud . No fue sino hasta el 9 de julio de 2021 que la agencia antidrogas de Cuba otorgó un permiso de uso de emergencia a la vacuna candidata Abdala.

Tras cerrar sus fronteras a turistas y nacionales al inicio de la crisis de la pandemia en 2020, Cuba reabrió el país a finales de este año. Pero cuando aumentó el número de casos en 2021, se restringió nuevamente el acceso al archipiélago, principalmente para residentes permanentes o emigrantes cubanos; los turistas continuaron teniendo acceso a él. A principios de julio de 2021, una discusión pública en las redes sociales, en la que los ciudadanos no tenían canales para plantear sus inquietudes directamente a las autoridades, sugirió que el aumento de casos en la provincia de Matanzas se debía, en parte, a que cientos de turistas rusos paseaban por la ciudad. ciudad sin máscaras, aunque esta hipótesis fue posteriormente descartada por el presidente del Gobierno, Manuel Marrero.

Los efectos de las sanciones estadounidenses (tanto del embargo como de las medidas aplicadas por la administración Trump), la dolarización de la economía que ha incrementado la pobreza, las desigualdades y el desabastecimiento –medios independientes y redes sociales mostraban reportes de colas interminables por alimentos– mientras el gobierno ha priorizado la inversión inmobiliaria sobre el gasto social, son otros elementos que se han sumado a las causas de la convulsión social.

La unificación monetaria -que derivó en la dolarización- y la “Tarea Ordenamiento”, que apuntaba a reformas económicas, también se aplicaron en tiempos de crisis (enero de 2021) y provocaron el desarrollo del desabastecimiento, al punto de tornar la informalidad mercado el verdadero protagonista de los intercambios económicos en el país. En nombre de la Tarea Ordenamiento , además de la -supuesta- unificación de la moneda, se implementaron otras medidas, como el aumento de salarios y la eliminación de subsidios. Estos últimos sucumbieron al alza exponencial de los precios en todos los sectores económicos ya la inflación sostenida en el país.

La unificación monetaria -que derivó en la dolarización- y la “Tarea Ordenamiento”, que apuntaba a reformas económicas, también se aplicaron en tiempos de crisis (enero de 2021) y provocaron el desarrollo del desabastecimiento, al punto de tornar la informalidad mercado el verdadero protagonista de los intercambios económicos en el país.

ARMANDO CHAGUACEDA Y MELISSA CORDERO NOVO

Sin embargo, este camino a la dolarización -sancionado durante tantos años en Cuba- se detuvo seis meses después de su lanzamiento. El Banco Central de Cuba anunció el 10 de junio de 2021 que suspendía temporalmente el depósito de dólares estadounidenses. Según las autoridades cubanas, las trabas impuestas por el embargo les impidieron depositar el efectivo recaudado en el exterior. Este es un problema que, sin embargo, se conocía de antemano y que deberían haber previsto.

El acceso a las necesidades básicas y los alimentos era (y sigue siendo) cada vez más difícil. Sobre todo porque, desde finales de 2019, los gobernantes del país -como medida económica desesperada- han decidido abrir comercios y mercados que solo venden productos a cambio de moneda libremente convertible (un capital ficticio y virtual al que los cubanos solo pueden acceder si un familiar en el exterior les envía transferencias en dólares u otras monedas). En un principio, el ministro de Economía afirmó que era una medida temporal y que se limitarían las tiendas, pero pronto se extendió a todo el país.

Una nueva crisis energética ha provocado largas horas de cortes de energía: uno de los aspectos comunes en la década de 1990 que los cubanos recuerdan con más indignación, al inicio del llamado “período especial”, en tiempos de paz. Las autoridades quisieron retratar estos apagones como la única razón por la que los cubanos salieron a las calles, dando protagonismo a una situación que las autoridades calificaron de coyuntural, provocada por las limitaciones tecnológicas de las centrales eléctricas.

La ausencia de políticas efectivas de apoyo a empresas y trabajadores ha coincidido con un estricto control punitivo de la conducta ciudadana, que se ha intensificado desde noviembre de 2020 tras el encarcelamiento del rapero manifestante Denis Solís4(9 de noviembre), la expulsión del Movimiento San Isidro (MSI) (26 de noviembre) y la manifestación de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura (27 de noviembre)5. Detenciones, vigilancia domiciliaria, cortes de internet, hostigamiento y difamación en medios estatales, y el inicio de procesos penales contra disidentes han recrudecido la represión y el descontento.

La represión política contra la oposición, ya sea pacífica, moderada o radical, ha aumentado considerablemente desde finales de 2020, aunque en la mayoría de los casos los procesamientos penales resultantes son tratados discretamente, o tergiversados, por el gobierno, y solo se revelan a través de denuncias en las redes sociales. Estas últimas, así como las denuncias interpuestas por la sociedad civil ante los órganos del Estado, el Ministerio Público, los tribunales o el Consejo de Estado son ignoradas, rechazadas o no autorizadas para ser interpuestas.

Enumeramos a continuación algunos hechos de represión, castigo y violencia contra opositores o disidentes en Cuba ocurridos con posterioridad a noviembre de 2020:

  1. Luis Robles fue detenido (4 de diciembre de 2020) en un bulevar del centro de La Habana por portar un cartel que pedía libertad y cese a la represión. Fue puesto en prisión preventiva en espera de juicio.
  2. Agresión física contra un grupo de artistas que se concentraron frente al Ministerio de Cultura el 27 de enero de 2021 para protestar contra las detenciones arbitrarias, campañas de desprestigio y vigilancia de las que son objeto6.
  3. El destierro de la periodista cubana Karla María Pérez7.
  4. Tania Bruguera, activista e integrante del 27N, fue acusada el 29 de abril de 2021 de instigación a delinquir por una publicación en su cuenta personal de Facebook.
  5. El 30 de abril de 2021, una docena de personas intentaron romper la barricada policial y acceder a la vivienda de Luis Manuel Otero Alcántara (líder del MSI), quien había iniciado una huelga de hambre luego de que agentes de seguridad del Estado irrumpieran en su domicilio y lo destruyó sus obras8. Esta prohibición dio lugar a una revuelta apoyada por otras personas presentes en el lugar que terminó violentamente con la detención de los participantes. Varios de ellos se encuentran en prisión o procesados ​​por delitos como instigación a delinquir, desórdenes públicos o desacato.
  6. El 2 de mayo de 2021, Luis Manuel Otero Alcántara fue desalojado a la fuerza de su domicilio para poner fin a su huelga de hambre y estuvo hospitalizado durante 29 días en el Hospital Calixto García de la capital.
  7. El 18 de mayo de 2021 fue detenido y encarcelado el rapero disidente Maykel Castillo Pérez.
  8. El artista Hamlet Lavastida regresa a Cuba tras una estancia artística en Alemania. Fue detenido el 21 de junio de 2021, y está siendo procesado por ofrecer en privado -comunicación que fue interceptada por la Seguridad del Estado cubano- marcar billetes cubanos con sellos alusivos al MSI y al 27N, aunque se sabe que la política de Hamlet el activismo es precisamente lo que el poder no permite.

Lo cierto es que lo ocurrido el 11 de julio de 2021 en Cuba es histórico. La teoría de Albert O. Hirschman (salida, voz y lealtad) ha funcionado muy bien hasta ahora en el archipiélago, aunque el académico Rafael Rojas propone un cambio de adjetivos para designar la realidad cubana: obediencia, oposición y éxodo. Precisamente así se había controlado a la sociedad civil en Cuba: obligándola a obedecer, empujándola a la disidencia o al exilio.

Lo cierto es que lo ocurrido el 11 de julio de 2021 en Cuba es histórico. La teoría de Albert O. Hirschman (salida, voz y lealtad) ha funcionado muy bien hasta ahora en el archipiélago, aunque el académico Rafael Rojas propone un cambio de adjetivos para designar la realidad cubana: obediencia, oposición y éxodo.

ARMANDO CHAGUACEDA Y MELISSA CORDERO NOVO

Sólo recordamos dos movilizaciones o protestas más o menos masivas. Unos 10.800 cubanos acudieron a pedir asilo político a la embajada peruana en La Habana el 4 de abril de 1980, luego de que un autobús derrumbara la valla protectora del edificio. Vivían allí en condiciones de hacinamiento al aire libre con apenas una comida al día, y pronto fueron tildados de delincuentes por los niveles más altos del estado. El gobierno convocó a «marchas de combatientes» para pasar frente a la embajada e insultar a los solicitantes de asilo, frustrando a quienes no estaban de acuerdo.9. Fue el inicio de otra práctica que ha continuado en el tiempo: los actos de repudio.10. Manuel Díaz Martínez los define de la siguiente manera:

“Tan pronto como una persona informa a las autoridades que se va del país, es repudiada como desertora y apátrida. La turba convocada al efecto fue autorizada para golpear a esta persona, pasearlo por las calles con mensajes difamatorios y pancartas infamantes, apedrear su casa y sitiarlo con megafonía lanzando insultos durante horas. »11

Fidel Castro inauguró el puerto de Mariel por donde se produjo un éxodo masivo de aproximadamente 125.000 cubanos. Una década después, el 5 de agosto de 1994, se produce otro “hecho hasta ahora inconcebible en Cuba: la primera protesta anticastrista en 35 años”.12. Este hecho será recordado como el “maleconazo”, al que seguirá la “Crisis de los balseros”, cuando Fidel Castro se vio obligado a reabrir las puertas de salida. Una multitud salió a las calles de la costanera habanera tras los rumores del posible secuestro de otras embarcaciones y la llegada a costas cubanas de embarcaciones estadounidenses (lo cual no era cierto). El escritor cubano César Leante recuerda los hechos:

“Mientras pasaban las horas y no pasaba nada, la gente desesperada subió a un remolcador amarrado frente a la Secretaría de Marina. Pero el barco no tenía motor y tuvo que ser abandonado. Luego, la policía cargó contra los atacantes desde el bote y comenzó a golpearlos. Pero, por primera vez, la gente no entró en pánico y no se dispersó, al contrario, se enfrentó a la policía y tuvo que batirse en retirada. Entonces, sin organización previa, sin ser dirigida por nadie, espontáneamente, la multitud marchó primero por la Avenida del Puerto, en La Habana Vieja, luego por el Malecón. Gritaban consignas contra el comunismo, contra el gobierno, contra Castro, y se decían unos a otros «Se acabó», «Ya se acabó el socialismo», «Cayó Fidel», pero sobre todo corearon alto y claro “¡Libertad, libertad! »13.

Minutos después arribaron al lugar efectivos policiales, seguidos de Brigadas de Intervención Rápida quienes golpearon con objetos contundentes a las masas que protestaban. Según testigos y participantes, al final de la jornada, un nutrido despliegue de policías, militares y tropas especiales logró controlar a los más de cien mil manifestantes presentes. Fidel Castro apareció en el lugar pocas horas después. Durante la noche, se produjeron oleadas de represión en los domicilios de quienes pudieran haber estado involucrados o haber simpatizado con la revuelta. Unos días después, Castro autorizó el éxodo, y una vez más miles de cubanos zarparon, abordando balsas caseras para llegar a Florida; decenas se hundieron en algún lugar del camino.

Las manifestaciones del 11J

Volvamos a las manifestaciones. Miles de personas marcharon pacíficamente y gritaron consignas de variado contenido social y político. Entre los manifestantes se pudo observar una heterogeneidad de orígenes, edades y razas, así como espontaneidad, deseo legítimo y creencia en lo que reclamaban en las calles de todo el territorio nacional. A lo largo de la tarde se produjeron enfrentamientos con cuerpos policiales y con las «brigadas de intervención rápida» (sectores de cuadros y militantes del Partido Comunista), movilizados para controlar y reprimir manifestaciones -nunca para protegerlas-. Aún se desconoce el alcance de estos hechos -algunos filmados, otros no-, pero los videos que se han difundido podrían catalogarse, sin ambigüedades, como pifias policiales.

La situación empeoró luego de que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez apareciera en la televisión cubana (TVC) el 11 de julio. En un discurso extemporáneo -en el que se mostró nervioso y arrogante- utilizó la retórica cansina y bélica de las primeras décadas posteriores a 1959. No hubo una sola palabra conciliadora. Díaz-Canel alentó la confrontación y no el diálogo o la resolución pacífica, porque esto último hubiera significado aceptar la legitimidad de las protestas y verse obligado a escucharlas. Optó por la negación de la realidad, para refugiarse en el falso y decadente simbolismo que el Estado y el gobierno cubanos son incapaces de soportar. Luego de algunas torpezas verbales, trató de categorizar y segmentar a los manifestantes en «revolucionarios», « révolutionnaires confus » et « contre-révolutionnaires » à la solde des États-Unis, tout en assurant que la rue appartenait aux révolutionnaires : un syntagme discriminatoire et ségrégationniste qui ne devrait pas figurer dans le vocabulaire d’un président censé représenter tous les citoyens Del país. Omitió decir que en el momento de su discurso ya se estaban produciendo protestas en la mayor parte del archipiélago. Según la televisión nacional, las “agitaciones” solo se dieron en San Antonio de los Baños. Díaz-Canel finalizó su discurso declarando que estaba «preparado para todo», que había que pasarlo por encima del cuerpo y que «se dio la orden de pelear». un sintagma discriminatorio y segregacionista que no debería figurar en el vocabulario de un presidente que se supone que representa a todos los ciudadanos del país. Omitió decir que en el momento de su discurso ya se estaban produciendo protestas en la mayor parte del archipiélago. Según la televisión nacional, las “agitaciones” solo se dieron en San Antonio de los Baños. Díaz-Canel finalizó su discurso declarando que estaba «preparado para todo», que había que pasarlo por encima del cuerpo y que «se dio la orden de pelear». un sintagma discriminatorio y segregacionista que no debería figurar en el vocabulario de un presidente que se supone que representa a todos los ciudadanos del país. Omitió decir que en el momento de su discurso ya se estaban produciendo protestas en la mayor parte del archipiélago. Según la televisión nacional, las “agitaciones” solo se dieron en San Antonio de los Baños. Díaz-Canel finalizó su discurso declarando que estaba «preparado para todo», que había que pasarlo por encima del cuerpo y que «se dio la orden de pelear». las “agitaciones” tuvieron lugar únicamente en San Antonio de los Baños. Díaz-Canel finalizó su discurso declarando que estaba «preparado para todo», que había que pasarlo por encima del cuerpo y que «se dio la orden de pelear». las “agitaciones” tuvieron lugar únicamente en San Antonio de los Baños. Díaz-Canel finalizó su discurso declarando que estaba «preparado para todo», que había que pasarlo por encima del cuerpo y que «se dio la orden de pelear».

Díaz-Canel alentó la confrontación y no el diálogo o la resolución pacífica, porque esto último hubiera significado aceptar la legitimidad de las protestas y verse obligado a escucharlas. Optó por la negación de la realidad, para refugiarse en el falso y decadente simbolismo que el Estado y el gobierno cubanos son incapaces de soportar.

ARMANDO CHAGUACEDA Y MELISSA CORDERO NOVO

Durante las protestas, también se produjeron saqueos -similares a los que ocurren durante las manifestaciones de matones- en las tiendas de divisas donde los artículos de primera necesidad fueron objeto de la ira popular. Los cubanos no irrumpieron en estos establecimientos por un simple afán de destrucción: sustrajeron de su interior decenas de bienes y artículos a los que no pueden tener acceso porque no se pagan con las divisas en que viven los cubanos. productos ¿Podemos imaginar que es simple vandalismo? No: se trata de necesidad, precariedad, desesperación.

Si bien los manifestantes llamaron constantemente a la acción pacífica, una vez desatada la corriente popular fue imposible contener las emociones y evitar que se canalizaran como mejor nos pareciera. Este elemento fue utilizado por el gobierno para afirmar que eran vándalos y delincuentes, como si no fueran individuos creados por el mismo sistema que les impide satisfacer sus necesidades económicas y ejercer su libertad de expresión.

El mundo académico latinoamericano -especialmente progresista- se ha dedicado recientemente a denunciar, analizar y hasta romantizar las causas y expresiones detrás de hechos similares en países como Colombia, Ecuador o Chile: países con gobiernos neoliberales donde los pobres saquearon comercios. ¿Deberían ser diferentes los juicios donde hay gobiernos que se dicen socialistas? ¿No debería la comprensión y la crítica basarse menos en posiciones ideológicas y más en comprender la situación de quienes saquean y el sistema que los impulsa a hacerlo?

Se produjeron violentos enfrentamientos. Hay videos de personas golpeadas, baleadas, agredidas; gente desarmada. Hay decenas de personas desaparecidas cuyo paradero o cargos se desconocen. Informes no confirmados hablan de muertes y escenas de reyertas entre policías -que también han sido atacados- y las masas. Los medios estatales han permanecido injustamente en silencio sobre la situación, ya que decenas de videos y fotografías circulan públicamente en las redes sociales.

El pasado 12 de julio toda Cuba amaneció con un apagón de internet e intermitencia en el servicio de telefonía móvil y celular, lo que sólo puede llevar a concluir que el gobierno intenta intencionalmente ocultar lo ocurrido la víspera, y prevenir posibles nuevas manifestaciones.14.

La tónica general de los hechos fue la diversidad, masividad y politización de las manifestaciones. No se trata de multitudes pidiendo limosna a algún jefe, sino de ciudadanos exigiendo derechos a las autoridades. Se desmorona la idea de que un pueblo genéticamente discapacitado por seis décadas de castrismo pueda reclamar a sus líderes, así como el mito de una Revolución Eterna que disuelve las responsabilidades del Estado autoritario en la supuesta identificación del pueblo con el gobierno/partido único. Se rompe el discurso sobre el carácter único e irrevocable del socialismo como sistema para Cuba.

Se desmorona la idea de que un pueblo genéticamente discapacitado por seis décadas de castrismo pueda reclamar a sus líderes, así como el mito de una Revolución Eterna que disuelve las responsabilidades del Estado autoritario en la supuesta identificación del pueblo con el gobierno/partido único.

ARMANDO CHAGUACEDA Y MELISSA CORDERO NOVO

Los líderes cubanos solo pueden apelar al espectro de la desestabilización externa: la misma invocada en 1968 para criminalizar las protestas juveniles, idéntico al discurso utilizado por los trumpistas contra el movimiento Black Live Matters el año pasado en Estados Unidos. La diferencia es que en la Cuba de hoy, como en el México del PRI ayer, la mentira oficial tiene muchos canales para imponerse a una población desinformada ya los simpatizantes extranjeros. Además, en una democracia como la de Estados Unidos, el llamado a la injerencia externa –como se hizo con Rusia en 2020– no es suficiente para suspender el ejercicio de los derechos ciudadanos.

Esto no quiere decir que las manifestaciones espontáneas del 11 de julio fueran acompañadas de propuestas políticas concretas y elaboradas. Esto quiere decir que no están de acuerdo con el estado de cosas en el archipiélago, y esto comienza con las críticas al manejo maniqueo del estado cubano, la economía, la pandemia y la sociedad. La que, durante décadas, ha estado vacía de su contenido, incapaz de resolver los problemas de fondo, pidiéndole al pueblo sólo sacrificio, resistencia y comprensión.

Las reacciones fueron impresionantes, como siempre ante la irrupción de lo nuevo en un lugar donde no pasa nada (supuestamente al menos) desde hace mucho tiempo. Los hechos son difundidos masivamente a través de los medios de comunicación y redes sociales. Algunos gobiernos y líderes políticos apoyan al estado cubano, otros exigen que se escuche al pueblo y que se encuentre una solución pacífica. Las imágenes y videos de miles de personas exigiendo sus derechos en el espacio público quedarán para quienes quieran verlos. Los silencios y la solidaridad con el régimen y los ciudadanos cubanos se harán más visibles a partir de ahora. Estamos en uno de esos momentos de la historia en los que todos eligen un bando y asumen la responsabilidad por él.

Sin embargo, funcionarios del gobierno cubano aparecieron en la televisión nacional el 14 de julio de 2021 y anunciaron una serie de medidas que esencialmente cumplen con algunas de las demandas de los manifestantes. Solo puede verse como un alivio a medias, incluso si es cierto que traerá beneficios inmediatos y necesarios. Sin embargo, en ningún momento hubo una referencia a esto, más que una referencia desganada del presidente -que seguía negando las protestas sociales-, quien aseguraba que había fracturas en la atención a los problemas sociales. Luego agregó: “No hemos podido realizar todas las transformaciones en los barrios vulnerables y dar respuesta a los problemas de esta gente que está insatisfecha, entre otras cosas, por el embargo”.

Díaz-Canel también trató de atenuar la violencia con la que habló en televisión el 11 de julio y culpó a otros por malinterpretar sus declaraciones. “Intentaron interpretar, a su manera, el llamado que hice a los revolucionarios a salir a la calle”, dijo. Afirmó que los relatos de la realidad cubana en medios extranjeros y en las redes sociales eran «absurdos».

De manera selectiva, solucionaron -en apariencia- las trabas y bloqueos («excepcionalmente», suspendieron la limitación de importaciones de alimentos, productos de higiene y medicamentos; aseguraron que terminarían los cortes de luz y seguiría la campaña de vacunación, entre otras cosas). Pero, por otro lado, evitaron discutir los temas políticos que también se plantearon durante las protestas: la libertad, las elecciones libres, la destitución del presidente…

Pensamiento final

El gobierno cubano ha construido a lo largo de décadas una engrasada maquinaria de control social -base de una vocación de poder total- que cree tener derecho a ejercer a pesar de todo y por encima de toda realidad. Este rechazo a la pluralidad también se reflejó en la conferencia de prensa convocada en la mañana del 12 de julio, día en que las manifestaciones continuaron en mucha menor escala, debido a la compacta militarización del país. No hubo admisión de responsabilidad. El gobierno ha hablado de restaurar el poder -que ha sido promocionado como la única razón del descontento popular- y culpó al embargo estadounidense y a la guerra no convencional de lo que está sucediendo hoy en Cuba.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, en otra conferencia de prensa en la tarde del 13 de julio, volvió a afirmar que el domingo 11 de julio no hubo levantamiento social en Cuba, sino «agitaciones muy limitadas». Negó cualquier violencia policial, dijo que los cortes de internet no fueron el resultado de una estrategia del gobierno sino que se debieron a fallas causadas por la falta de energía eléctrica; horas después, en otro programa de televisión, un reportero afirmó que los cortes de internet habían sido una estrategia estatal. Condenó al gobierno estadounidense y reiteró que el descontento popular generalizado era el resultado del trabajo de los laboratorios de medios estadounidenses. Calificó a los manifestantes como «agentes de una potencia extranjera», «elementos criminales», «personas vinculadas a elementos de la marginalidad». Porque si, como diría Brecht, el pueblo se opone a su gobierno, éste se arroga el derecho de disolverlo.

La llamada «excepción cubana» se está desvaneciendo. Hoy, la isla es tanto sede de un obsoleto y rígido régimen soviético como de una sociedad caribeña -diversa, desigual, pobre- similar a sus contrapartes regionales, y con una economía subdesarrollada, precariamente conectada a la globalización. Santiago de Cuba tiene hoy más en común con Santiago de los Caballeros o Santiago Atitlán que con una población del antiguo socialismo real. Lo que sigue siendo excepcional en Cuba es la naturaleza de un régimen que se niega a reconocer el derecho de su pueblo a tener y ejercer derechos. Esto solo concentra aún más la presión, y acentúa el control que ejerce el régimen.

La llamada «excepción cubana» se está desvaneciendo. Hoy, la isla es tanto sede de un obsoleto y rígido régimen soviético como de una sociedad caribeña -diversa, desigual, pobre- similar a sus contrapartes regionales, y con una economía subdesarrollada, precariamente conectada a la globalización.

ARMANDO CHAGUACEDA Y MELISSA CORDERO NOVO

Como en muchos países hoy, el pueblo cubano está agotado de soportar las cargas de la pandemia, la explotación y la negligencia del gobierno.15. Agotada de ser asaltada por los de arriba, que hablan (para colmo) en su nombre. El único resultado feliz de estos hechos sería que las autoridades aceptaran las demandas de los ciudadanos, aunque, según sus líderes, esta esperanza parezca incierta. Es de esperar que cualquier llamado a la violencia de las turbas o la intervención extranjera, que promueve la propaganda y la represión estatal, también sea aislado. Lo cierto es que, sea cual sea el curso de los acontecimientos, no hay vuelta atrás: Cuba es otra Cuba después del 11J.

FUENTES
  1. Lista de personas desaparecidas y detenidas, Hoja de Google.
  2. Cartografía de las manifestaciones del 11, 12, 13 y 17 de julio en Cuba, Google Maps.
  3. Glenda Boza Ibarra, “La sarna pica y se extiende”, El Toque, 12 de mayo de 2021.
  4. Eloy Viera Cañive, “Denis Solís: Una historia de desacato y desapariciones forzadas en La Habana”, El Toque, 18 de noviembre de 2020.
  5. Armando Chaguaceda y Melissa C. Novo, “El 27N como hecho cultural político en la Cuba actual”, Diálogo Político, 16 de diciembre de 2020.
  6. Armando Chaguaceda y Melissa C. Novo, “Emergencia cívica versus represión estatal en Cuba: un seguimiento al 27N”, Diálogo Político, 29 de enero de 2021.
  7. Demo Amlat, Limitación de movimiento y destierro como mecanismos de discriminación política en Cuba: la expatriación de Karla M. Pérez.
  8. “¿Qué pasa con los manifestantes de la calle Obispo? », El Toque, 27 de mayo de 2021.
  9. Jesús Hernández, “A 40 años del asalto necesario a la Embajada de Perú en La Habana”, Diario Las Américas , 4 de abril de 2020.
  10. “Durante la cumbre de Guadalajara, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y Primer Secretario del Partido, Comandante en Jefe Fidel Castro, respondiendo a un periodista de la televisión de Miami, negó categóricamente que se estuvieran produciendo actos de repudio en Cuba. Dijo que no tenía noticias.
  11. Manuel Díaz Martínez, “Crónica de un delito anunciado”, El País , 8 de enero de 1992.
  12. César Leante, “El maleconazo. Revuelta contra Castro”, La nueva Cuba , 21 de julio de 2004.
  13. Ibídem.
  14. Netblocks, “Redes sociales restringidas en Cuba en medio de crecientes protestas antigubernamentales”, 12 de julio de 2021.
  15. Vanni Pettinà y Rafael Rojas Gutiérrez, América Latina. Del estallido social a la implosión económica y sanitaria post Covid-19 , Planeta Perú, 2020.

 

 

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