Copei: La Fuerza Armada no puede ser convertida en un brazo represivo
“La Fuerza Armada no puede ser convertida en el brazo represivo de una “revolución” que no está consagrada en nuestro ordenamiento jurídico y que en su innegable fracaso es objeto del más abrumador repudio ciudadano”.
Comunicado del Comité Nacional de Copei
En la alocución del miércoles 27 del pasado año, desde el Campo de Carabobo, Nicolás Maduro ratificó su ya conocida disposición de continuar profundizando el proyecto político totalitario que sumerge a nuestro país en un caos de impredecibles consecuencias.
Maduro amenazó nuevamente a la oposición, señalando que “con diálogo o sin diálogo” proseguirá su camino hacia la implantación del modelo socialista. Y anunció además que se invertirán millonarios recursos en “modernos armamentos”, destinados a defender a la revolución de los supuestos paramilitares colombianos que actúan en nuestro país y que obedecen las directrices de los partidos de la derecha venezolana. Dijo que pronto partirá a Rusia y China el general Padrino, con el fin de adquirir el armamento más moderno del mundo para la invencible Fuerza Armada Venezolana.
Es significativo que frente a un país hundido en una espantosa miseria y en una terrible crisis humanitaria, el presidente de la república ordene sin rubor nuevos y millonarios gastos militares, que por cierto no serán objeto de control institucional, y se adquirirán en la más completa y sospechosa discrecionalidad. Y es de recordar que no son pocas las “modernas aeronaves rusas” que se han caído, con saldo de víctimas mortales, sin que el gobierno se haya dignado a dar explicaciones en relación con esos lamentables sucesos.
Lo cierto es que, una vez más el escenario militar es utilizado para cobijar a un gobierno que desprovisto de apoyo popular y repudiado por la opinión pública internacional, sólo tiene la amenaza de la fuerza como mecanismo para preservar el poder.
Ante esta grave realidad, Copei se dirige a los miembros de la Fuerza Armada para recordar la responsabilidad que tienen frente a una crisis que afecta a toda la sociedad venezolana y amenaza con extinguir nuestra propia identidad republicana.
Tal y como lo dispone la Constitución, los militares son obedientes al poder civil, no deliberantes y ajenos a cualquier militancia partidista. Por tanto la Fuerza Armada no puede ser convertida en el brazo represivo de una “revolución”, que no está consagrada en nuestro ordenamiento jurídico y que además en su innegable fracaso es objeto del más abrumador repudio ciudadano.
La llamada revolución socialista, invocada por el régimen y por la cúpula castrense militante del PSUV, es una imposición ilegal al mundo civil, y también a los ciudadanos que integran los distintos componentes militares, y que como parte de esos componentes al servicio de la república, están obligados a respetar nuestra Carta Magna y a desobedecer cualquier orden superior que la viole.
Debido a la acelerada descomposición que vive el gobierno, Maduro y quienes por razones de supervivencia aun le apoyan, parecen decididos a reprimir a toda costa la protesta social que se viene incubando peligrosamente en la población, y sobre todo en los sectores más pobres que hasta hace algún tiempo cifraron sus esperanzas en el régimen. Aferrados al zozobrante y fracasado “proceso”, quieren liquidar la Asamblea Nacional e imponer abiertamente la dictadura comunista mediante la represión de la disidencia opositora utilizando el poder de las armas.
Maduro repite un desplante que Chávez y él han utilizado como medio de sojuzgamiento. Ante los soldados que formaron filas en el campo de batalla donde se selló nuestra independencia, calificó como “lacras” a una “oposición de ultraderecha” a la que hay que destruir, y señaló que más de doscientos mil milicianos, ilegalmente constituidos en ejército paralelo, están preparados para defender la revolución.
Copei quiere señalar ante los compatriotas de la fuerza armada, que si bien lo dicho por Maduro a partir del pasado 27 de diciembre no es diferente a la ya tradicional retórica del régimen, estos señalamientos ocurren cuando en el país se percibe un quiebre institucional definitivo promovido desde la cúpula del poder ejecutivo con el apoyo del alto mando militar.
El año pasado terminó con graves hechos ocurridos en nuestras poblaciones fronterizas, con protestas en distintas regiones del país que derivaron en muertes, heridos, violencia y saqueos. Y culminó con la liquidación de la salida institucional de una crisis cada vez más aguda y generalizada. Todo ello coloca al mundo militar en una situación en la que resulta imposible ignorar hechos y evadir definiciones trascendentales.
A pesar de la censura establecida sobre los distintos medios de comunicación social, conflictos como los ocurridos recientemente en la región de Guayana no pasan desapercibidos en el país, y los espeluznantes acontecimientos no han sido ignorados en el resto del mundo.
Los cuerpos armados al servicio del Estado han comprobado, y son los más directos testigos de estos brotes de violencia producidos por la progresiva descomposición social que sufre el país.
Mientras todo eso ha ocurrido, el fracasado diálogo entre el gobierno y sectores de la oposición, con la presencia del representante del Vaticano, pone de manifiesto y sin excusas posibles la naturaleza tiránica del actual gobierno.
La negativa a poner en libertad a los presos políticos, y a permitir el retorno de los exiliados, la continuación del acoso y destrucción de la empresa privada, la total desatención a la grave crisis humanitaria que sufre el país son temas que no pueden ser evadidos por quienes además de militares son ciudadanos con derechos y deberes consagrados en la Constitución y las leyes.
El gobierno de Nicolás Maduro nos amenaza a todos con un nuevo año de conflictos y represión. Consciente de su debilidad política y moral, y de las trágicas consecuencias económicas y sociales producidas por el modelo socialista totalitario, el régimen pretende utilizar a los ciudadanos militares como la fuerza represiva que liquide de manera definitiva las libertades y la vida democrática venezolana.
El régimen intentará no sólo enfrentar con violencia manifestaciones pacíficas que reclaman derechos políticos fundamentales, tal y como lo ha hecho reiteradamente en el transcurso de estos 17 años. Se dispone ahora a reprimir militarmente un conflicto social que se agudiza peligrosamente, en medio de una inflación calculada para este año 2017 por el Fondo Monetario Internacional, en 2.200 por ciento.
Los efectos de esa hiperinflación, fenómeno hasta ahora desconocida en la historia venezolana, serán devastadores y ya comienzan a sentirse. Conoce el mundo, que en la Venezuela ayer petromillonaria, hoy existen miles de compatriotas hurgando en las bolsas de basura para mitigar el hambre. Es que ya hemos comenzado el descenso al barranco de una miseria nunca vista en la historia de la Venezuela moderna.
Ante esta cruel realidad causada por un régimen contrario a la naturaleza del venezolano, a sus tradiciones pacíficas y a su vocación por la tolerancia y la convivencia, lejos de apuntar hacia la búsqueda de soluciones, Maduro nos anuncia un gabinete ministerial cuyo objetivo es darle a última estocada a la democracia.
En ese nuevo Gabinete se fortalecen las mafias corruptas vinculadas a los grandes negociados que han devorado los cuantiosos ingresos percibidos por el país y derrochados irresponsablemente por la mal llamada revolución. En ese gabinete figuran personajes buscados por la justicia internacional y acusados de pertenecer al mundo del narcotráfico internacional. En ese gabinete se encuentran activos colaboradores de Hezbolá, de ETA y de otras organizaciones terroristas protegidos y entrenados en territorio venezolano.
Maduro en el acto de presentación de ese Gabinete ha dado instrucciones a su nuevo Vicepresidente, para que “le ponga los ganchos” a los líderes de oposición, con lo cual confiesa abiertamente la disposición de reprimir toda manifestación de disidencia.
Copei expresa su preocupación por los acontecimientos que pudieran ocurrir en este año que comienza, ratificando la vocación democrática demostrada en 70 años de existencia al servicio del país.
Copei respalda la decisión de la Asamblea Nacional de impulsar la declaratoria de abandono del cargo de Nicolás Maduro, por haber abandonado éste en el ejercicio del poder, a la Constitución Bolivariana y al Estado de Derecho, y manifiesta su más decidido apoyo a los conceptos expresados en la instalación del Parlamento por su nuevo Presidente Julio Borges.
Copei manifiesta finalmente su convicción y esperanza en los compatriotas militares apegados a la Ley y a la Constitución, quienes son garantes y actores necesarios en la salida pacífica y pronta de la terrible crisis que vivimos.