Economía

Corea del Sur fabrica las armas de moda

El país asiático aspira a convertir su industria de defensa en la cuarta del mundo, mientras acapara los beneficios económicos del militarismo propiciado por la invasión rusa de Ucrania

No sólo la música, las películas y la comida de Corea del Sur están de moda: también sus armas. Los cañones disparan, con ellos las exportaciones y la ambición. El país asiático se cree ahora capaz de conquistar la cuarta plaza global para su industria de defensa, anhelo que enfrenta intereses comerciales y militares para explotar el negocio del miedo en un mundo de hostilidad rampante.

El audaz objetivo, lejos de suponer conjetura o secreto, cayó como metralla de boca del presidente Yoon Suk–yeol. «Ante la cada vez más intensa competición por la supremacía tecnológica, necesitamos asegurar nuestra competitividad para desarrollar sistemas armamentísticos de cara a futuras guerras», proclamó durante un evento del sector en noviembre del año pasado. «Al colocarnos entre los cuatro primeros exportadores (…) nuestra industria de defensa se convertirá en una industrialización estratégica y una potencia defensiva».

Corea del Sur ostenta el octavo puesto en la exportación de armas con una cuota de mercado del 2,8%, según el último informe del Instituto de Estudios de Estocolmo para la Paz Internacional –SIPRI, por sus siglas en inglés–, el cual abarca el lustro de 2016 a 2021. La ofensiva de Yoon, por tanto, impone desbancar a Reino Unido (2,8%), Italia (3,1%), Alemania (4,5%) y China (4,6%) para encabezar el pelotón a las puertas del podio: Francia (11%), Rusia (19%) y Estados Unidos (39%).

Compra de armas y de aliados

«El cuarto puesto quizá sea un poco demasiado alto, pero tienen una oportunidad razonable de ascender», prevé Siemon Wezeman, investigador sénior del SIPRI e involucrado en la realización del dosier. «No es sencillo llegar a la cumbre, hace falta una gran economía, una gran industria y poder político. El que compra armas no sólo compra armas, básicamente también compra un aliado», resume. «Eso es algo en lo que los surcoreanos no son fuertes, pero en cambio tienen un buen bagaje en materia de tecnología».

Caza de combate ligero FA-50, Golden Eagle ABC

 

El impulso de Corea del Sur viene de lejos. Entre 2012 y 2016 ocupó el decimotercer puesto mundial con una cuota de mercado de apenas el 1%, pero un salto del 177% en su facturación le abrió hueco entre los diez primeros. Así comenzó una aceleración exponencial. De acuerdo a datos del Banco de Exportaciones–Importaciones de Corea, las ventas alcanzaron 2.800 millones de euros en 2020, una minucia ante los 7.000 de 2021, a su vez otra minucia ante los 16.000 de 2022.

Tanques de ocasión

La invasión rusa de Ucrania ha abierto un ciclo de belicosidad, y pocos han sabido hacer caja con el rearme generalizado como Corea del Sur. Buena prueba de ello es que el año pasado casi dos tercios de sus ingresos procedieron de Polonia. Cuando el país europeo, uno de los más comprometidos en el apoyo a Ucrania, decidió elevar su gasto de defensa al 3% del PIB y doblar el tamaño de su ejército, supo a quién acudir.

«El contrato, como cualquier otro de este tipo, es el resultado de una decisión política», explica Jakub Bornio, profesor asistente en la Universidad de Breslavia especializado en la seguridad de Europa del Este. «De hecho, solo hay unos pocos productores de tanques modernos tecnológicamente avanzados. El número mengua aún más cuando delimitas las opciones sólo a los aliados. Desde 2015, Polonia ha puesto todos sus huevos en la cesta de EE.UU., desestimando por tanto cualquier compra a Francia y Alemania. Estos dos [países] son percibidos generalmente como socios no fiables dada su ambigua política hacia Rusia. Corea del Sur, como aliado de EE.UU., ofrecía una alternativa».

 

Una vista general de unos intensos ejercicios militares con fuego real en el área de Pocheon, Corea del Sur

 

La lista de compra remitida el pasado verano por el ministro polaco de Defensa Nacional, Mariusz Blaszczak, incluía 1.000 tanques K2, 672 obuses autopropulsados K9 y 48 cazas de combate ligeros FA–50. En octubre añadió 218 sistemas de lanzamiento de misiles K239 Chunmoo. El montante de las cuatro operaciones, por encima de los 12.000 millones de euros, representa la mayor transacción en la historia de la industria militar surcoreana.

«La gran ventaja [competitiva] fue la velocidad de envío para los obuses y los tanques. Polonia necesitaba recambios con urgencia dado que había ayudado a Ucrania con gran parte de su armamento», concluye Bornio. Una diligencia que seduce también a otros países con los que Corea del Sur ya ha firmado contratos, como Egipto y Emiratos Árabes Unidos; y clientes potenciales como Noruega, Arabia Saudí, Malasia y Australia.

Sin embargo, dicha celeridad no constituye una característica industrial, sino política. «EE.UU. puede producir tanques de manera rápida, pero trabaja primero para su propio mercado; no están destinados a la exportación, aunque los emplea como pegamento en sus alianzas. Alemania también puede producir tanques, pero necesita expandir sus fábricas. Corea del Sur posee grandes instalaciones y tiene la capacidad de aceptar pedidos urgentes para la exportación, pues en estos casos el Ejército surcoreano da un paso atrás», señala Wezeman.

A esta tensión entre necesidades propias y extrañas, lucro y defensa, ya hizo referencia el presidente Yoon con enérgico tono tranquilizador. «Algunos dirán que quizá haya un vacío en nuestra fuerza militar, pero el Gobierno mantendrá una postura de preparación militar total y a la vez apoyará las exportaciones». Wezeman incide en la correlación entre amenazas exteriores –en este caso Corea del Norte y, en menor medida, Rusia y China– y un pujante sector de defensa como una manera de «prepararse para una hipotética agresión sin ser demasiado dependiente de la demanda extranjera». Israel, décimo exportador mundial (2,4%) por detrás de España (2,5%), supone otro ejemplo paradigmático.

El país asiático se ha negado a suministrar armamento letal y ha limitado sus esfuerzos a la ayuda humanitaria y financiera

Matar con bala ajena

La dinámica industria de Corea del Sur y la crematística guerra en Ucrania contrastan con su comedida posición a la hora de abastecer al agredido. El país asiático se ha negado a suministrar armamento letal y ha limitado sus esfuerzos a la ayuda humanitaria y financiera; cautela que procura conservar vínculos mínimos con Rusia, a quien considera un actor fundamental para gestionar el peligro nuclear de Corea del Norte.

El curso de los acontecimientos, no obstante, podría propiciar un cambio de táctica. El presidente Yoon lo adelantó en repetidas entrevistas con medios internacionales antes y después de su viaje oficial a Washington el pasado mes de abril. «Si llega un momento en el que debamos proporcionar armamento letal a Ucrania a causa de cambios en la situación en el campo de batalla, no habrá escenario alguno en el que Corea del Sur dé la espalda a los esfuerzos conjuntos de la comunidad internacional», aseguraba en conversación con la cadena estadounidense NBC.

Así pues, ¿acabarán los tanques, obuses, cazas y misiles surcoreanos adquiridos por Polonia, u otros nuevos, impactando contra tropas rusas? En principio, «el receptor debe garantizar que no habrá transferencias a terceros sin permiso específico, como establecen la legislación internacional y el proceder habitual para este tipo de contratos. Aunque, en el caso de Polonia, ya han suministrado [a Ucrania] armas con tecnología surcoreana», responde Wezeman. En definitiva: «Es un área gris». «Los gobernantes han aprendido que es muy difícil proporcionar armas cuando vienen de otros países si estos últimos ponen reparos. Quizá algunos tienen menos inconvenientes, pues si quieres acceder a los grandes mercados no debes ser demasiado estricto. Eso empuja a Corea del Sur a suavizar su posición».

Pero, en última instancia, Corea del Sur tampoco ha permanecido ajena al motivo fundamental de su lucro. «El conflicto de Ucrania ha servido como llamada de atención a la importancia de la seguridad alrededor del mundo, y Corea del Sur reconoce la necesidad de una posición fuerte para protegerse a sí misma», apunta Kim Mi–jung, investigador del Instituto Coreano de Economía Industrial y Comercio especializado en defensa. De este modo, con su ímpetu por alcanzar el cuarto puesto mundial, Corea del Sur prepara sus armas a la vez para lo mejor y para lo peor: venderlas, o usarlas. Pues los conflictos, como las modas, nunca son del todo predecibles.

 

 

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