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Crece la sospecha de que el régimen cubano prepara un Mariel en cámara lenta a través de Nicaragua

Marco Rubio y Maria Elvira Salazar piden a Joe Biden acciones contra la decisión "hostil" de Ortega

No había ni un alma este martes en los bajos del hotel Habana Libre donde antes se formaban largas filas para comprar billetes a Managua, pero la tormenta se avecina. Después de que Nicaragua hiciera público este lunes que dejará de exigir visados para cubanos, solo falta que las aerolíneas reactiven los vuelos entre ambos países para que el flujo de viajeros arrecie, con la vista puesta en EE. UU.

La situación ha puesto en el disparadero a los políticos de Florida, que reclaman acciones inmediatas a Joe Biden ante el «acto hostil» del Gobierno de Daniel Ortega, con el concurso de La Habana, y al que falta por llegar el tercer invitado: Caracas. Conviasa, la aerolínea estatal venezolana, , sancionada por EE UU desde febrero de 2020, tenía previsto retomar en diciembre sus vuelos entre La Habana y Managua, y, aunque por ahora guarda silencio, es probable que aproveche el negocio.

«Este verano expresé mi preocupación y advertí que el régimen cubano utilizaría la migración masiva como un arma tras las históricas protestas del 11 de julio. El régimen Ortega-Murillo está ayudando a la dictadura cubana al eliminar los requisitos de visa para instigar la migración masiva hacia nuestra frontera sur. La Administración Biden debe responder rápidamente y tomar esto por lo que es: un acto hostil», dijo el senador Marco Rubio, de origen cubano, este martes.

Esto es una nueva iniciativa que demuestra que Daniel [Ortega], muy inteligentemente, le está diciendo a Cuba, ‘vamos a crear un caos en la frontera, y yo te voy a dar el paso para hacerlo'»

A esta voz de alarma se unió la congresista Maria Elvira Salazar, que en una entrevista en Radio Mambí no quiso dejar la cuestión sin comentar. «Esto es una nueva iniciativa que demuestra que Daniel [Ortega], muy inteligentemente, le está diciendo a Cuba, ‘vamos a crear un caos en la frontera, y yo te voy a dar el paso para hacerlo’«.

La decisión de Ortega de abrir la puerta a cuantos cubanos quieran salir de la Isla se entiende como una respuesta a la Ley Renacer promulgada hace dos semanas por la Administración de EE UU en respuesta a unas elecciones que consideró una «pantomima». El país votó el pasado 14 de noviembre en unos comicios en los que hasta siete candidatos opositores habían sido encarcelados, incluida la mayor rival del presidente nicaragüense, Cristiana Chamorro.

Con una participación oficial del 65,34%, que los cálculos independientes rebajaron al 20%, el matrimonio presidencial se alzó con el poder por cuarta vez consecutiva, quinta para Daniel Ortega en la jefatura del Estado.

La comunidad internacional, a excepción de Rusia, China, Irán, Cuba y Venezuela, rechazó unas elecciones calificadas de fake por la Unión Europea. La Casa Blanca fue aún más allá y dijo que «no fue ni libre ni justa, y ciertamente no fue democrática».

Por eso, apenas tres días después el Congreso aprobó la Ley Renacer (para Reforzar el Cumplimiento de Condiciones para la Reforma Electoral en Nicaragua) que permite a Biden imponer todo tipo de sanciones al régimen de Managua, incluida su exclusión del Tratado de Libre Comercio. También supone la incorporación de Nicaragua a la lista de países sujetos a restricciones de visa por corrupción y pide informes de inteligencia sobre las actividades del Gobierno ruso en el país centroamericano, incluyendo documentación de venta de armas.

La respuesta de Managua viene de la mano de La Habana, muy molesta con la Administración de Biden, de la que esperaba un trato mucho más amable en línea con la época del ‘deshielo’

Biden advirtió en su primer momento de condena a las elecciones nicaragüenses de que utilizaría «todas las herramientas diplomáticas y económicas» a su disposición para apoyar al pueblo de Nicaragua «y responsabilizar al Gobierno de Ortega-Murillo y a quienes facilitan sus abusos». EE UU ya tenía aprobadas previamente múltiples sanciones para miembros del Gobierno nicaragüense.

La respuesta de Managua viene de la mano de La Habana, muy molesta con la Administración de Biden, de la que esperaba un trato mucho más amable en línea con la época del deshielo, en la que el actual mandatario estadounidense fue vicepresidente. Las protestas del 11 de julio y el 15 de noviembre también han llevado al régimen cubano a buscar una vía de salida para quienes, cansados de la represión y de la escasez, pretenden escapar hacia EE UU y ven en la exención de visado una buena oportunidad. Deshacerse de los críticos y de más bocas que alimentar es una razón por la que La Habana puede estar muy agradecida a Ortega.

En enero de 2019, cuando el Gobierno nicaragüense colocó a Cuba en la categoría migratoria B que permitía obtener un visado de turismo consular por 30 CUC sin esperar la aprobación de la Dirección General de Migración en Managua, los viajes se dispararon de manera inmediata. Hasta ese momento, las visas a cubanos rondaban generalmente las 2.000 anuales, salvo en 2018, cuando apenas se entregaron apenas 701. Un año más tarde, con la nueva norma, la cifra alcanzó las 44.829, según datos del propio Gobierno nicaragüense.

La llegada de la pandemia detuvo todo el flujo de migrantes que en aquel momento encontraron en Managua la base desde la que salir hacia EE UU. Aunque esas facilidades también suponían el acceso a una nueva fuente de abastecimiento para las mulas, una buena cantidad de viajeros escogieron el país para iniciar el recorrido hasta la frontera sur estadounidense, creando grandes tapones en el norte de México.

Expuestos a la corrupción y a los coyotes, los migrantes son víctimas de todo tipo de robos, estafas, detenciones y otros peligros, incluidos los físicos

La ruta, además, es particularmente peligrosa, aun cuando evade la selva del Darién. Expuestos a la corrupción y a los coyotes, los migrantes son víctimas de todo tipo de robos, estafas, detenciones y otros peligros, incluidos los físicos. Sin embargo, las ganas de huir han demostrado poder con todo tipo de amenazas.

A la partida de ping pong se suma también México, un país que cuenta con un presidente, Andrés Manuel López Obrador, que simpatiza con los mandatarios de Cuba y Nicaragua, pero que a la vez es el principal afectado por la crisis en las fronteras y está obligado a mantener las buenas relaciones con EE UU, su primer socio comercial y fuente de trabajo para muchos mexicanos. Sobre las autoridades mexicanas acaba recayendo el flujo de migrantes que llega de Centroamérica y que ahora volverá a incrementarse con la vía expedita abierta para cubanos. Entre enero y septiembre de este año, y a pesar de que aún ha habido múltiples restricciones fronterizas por la pandemia, México ha detectado más de 190.000 inmigrantes indocumentados y ha deportado a casi 74.300, de acuerdo con la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación.

Por último, se espera el concurso de Venezuela en el rifirrafe. Su aerolínea Conviasa es vital para la conexión La Habana- Managua, sus ganas de ayudar a los Gobiernos amigos y crear problemas a su enemigo imperial y, de paso hacer caja con la venta de billetes no tardarán en aparecer en la ecuación. Antes de la pandemia, la compañía aérea venezolana tenía 3 vuelos semanales a la Isla. Recientemente, Conviasa advirtió, sin concretar más detalles, que podría volver a La Habana en diciembre y noviembre ya ha reabierto sus rutas a República Dominicana, Bolivia, Rusia, México y Panamá. A esta última ya se puede llegar desde Cuba a través de Copa Airlines. La conexión, pues, ya existe.

 

 

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