Crecen las diferencias en la coalición de gobierno alemán y ponen bajo presión al canciller Olaf Scholz
Tras casi veinte horas de negociaciones, los tres partidos no se ponen de acuerdo en ninguno de los proyectos de gestión. La falta de rumbo constituye un riesgo para el país y para el proyecto europeísta
En Alemania convergen desde el arribo de Olaf Scholz situaciones impensadas. Solo la deriva de la guerra en Ucrania ha puesto al motor de Europa frente a dilemas que no se presentaban desde inicio del siglo anterior. Una crisis que se ha estado gestando desde hace varios meses y estalla en las últimas horas.
Tras casi veinte horas de negociaciones, que comenzaron a última hora de la tarde del domingo, los tres partidos de la coalición que sostienen al canciller no encuentran puntos de acuerdo en los proyectos de la agenda de gestión del gobierno. Llegan tanto al clima como a la financiación del ejército, las infraestructuras de transporte o el presupuesto de 2024. Tales diferencias han hecho que este martes una nueva cita pueda dar lugar a alejar las diferencias.
Los líderes de la mayoría de la coalición semáforo – socialdemócratas-rojos, ambientalistas-verdes, liberales-amarillos – deben limar asperezas. De hecho, este comité de la alianza gubernamental solo se reúne cuando aparecen bloqueos para tratar de encontrar un compromiso. En este caso, el encuentro tripartito estaba dirigido a definir como establecer, principalmente, las prioridades del gasto.
Para reflejar el escenario, Christian Lindner, líder de los liberales (FDP), sostuvo en la previa que “nuestro país tiene un gran poder económico. Sólo el apetito de gasto de los políticos es aún mayor. Ese es el problema”. La cruda descripción anticipaba que se postergaría la presentación del esquema del presupuesto 2024.
Oficialmente, los Socialdemócratas (SPD), los Verdes y el Liberales (FDP) afirman haber logrado “grandes progresos durante discusiones constructivas marcadas por la confianza”. La excusa esgrimida para justificar el “no pacto” fue que no se conseguía porque un seminario intergubernamental con Países Bajos en Rotterdam el lunes no aseguraba los tiempos para las definiciones. Sin embargo, tal postergación es inusual en la lógica politica alemana.
Según, Tilman Mayer, profesor de ciencias políticas en la Universidad Friedrich-Wilhelm de Bonn “tal aplazamiento es inusual, es el síntoma claro de una crisis dentro de la coalición, las luces están en rojo, es espectacular para la política federal”. Incluso, para el analista, es aún más espectacular que Olaf Scholz haya prometido un progreso rápido el domingo.
Desde Europa, y tras haber resuelto el bloqueo alemán a las directivas para dejar los vehículos a combustión en 2035, aún suenan lejanas las promesas de Olaf Scholz que prometió el 27 de febrero de 2022 un cambio de era, una “Zeitenwende”. El motor económico de Europa asumiría también el liderazgo político y militar en el Viejo Continente. No obstante, en vista a lo que ocurre, persiste la duda sobre la capacidad de la canciller para materializar esta promesa.
Además el clima económico es al menos contradictorio. Un movimiento huelguístico de una escala extremadamente rara para Alemania ha paralizado en las últimas horas a todo el sector del transporte nacional, mientras los sindicatos exigen aumentos salariales ante la inflación. Los empleados de aeropuertos, ferrocarriles, transporte marítimo, empresas de autopistas, transporte local fueron llamados a esta convocatoria. Una huelga inusual al estilo francés.
Por otro lado, el país ha podido resistir al colapso energético y económico que ha provocado la invasión rusa a Ucrania. Alemania estaba altamente expuesta al grifo del suministro de gas que maneja discrecionalmente el Kremlin. Pasan los meses y la resistencia de la solidez germana se confirma.
El clima de negocios en el país mejoró en marzo respecto a febrero, otra señal que la aleja el espectro de una recesión este invierno, muestra la encuesta mensual del instituto de estudios económicos Ifo. El índice de clima empresarial resultó en 93,3. Los economistas pronosticaban una cifra menor.
Pero todo puede verse enrarecido por la alta exposición del pais a la inédita fragmentación política. Los Verdes y los Liberales son quienes más se enfrentan. El vicecanciller “verde”, Robert Habeck, debe reconciliarse que en estricto ministro liberal de finanzas, Christian Lindner. Ambos pilares el gobierno de Scholz. El viaje a Rotterdam con estos dos ministros podría darle la oportunidad.
La relación entre estos dos partidos están en el peor momento. La semana pasada, Habeck dejó correr sus críticas tras las filtraciones de un proyecto de su cartera para prohibir los calentadores de gas o de aceite cuando se reemplacen.
El vicepresidente del Bundestag y destacado miembro del FDP, Wolfgang Kubicki, había nivelado esta iniciativa con los enfoques autoritarios del vicecanciller con los de Vladimir Putin. Las críticas también llegaron de dos ministros socialdemócratas, a pesar de que el SPD es coautor de este proyecto. Todos estos aspectos hicieron crecer la bronca desde el partido ambientalista de Habeck y la ministra de relaciones exteriores, Annalena Baerbock.
Enojados, los Verdes pronto hicieron llegar su respuesta. “No es posible que en una ‘coalición del progreso’ sólo un partido sea responsable y los demás lo bloqueen”, declaró Habeck. Los Liberales, que quieren un ajuste en el gasto público, se oponen sistemáticamente a muchas políticas de transición energética que suponen más dinero de las arcas alemanas.
Incluso el partido del ministro de finanzas Christian Lindner provocó cierto escozor a sus socios europeos. El FDP bloqueo el compromiso comunitario destinado a prohibir los motores térmicos en 2035. Los liberales defendían a la industria alemana que podría perder ventajas frente a la china si avanzaba solo el proyecto de los autos eléctricos y no los de combustible sintéticos.
Como si fuera poco lo Liberales y los Verdes se enfrentan en un plan de infraestructura para las autopistas. Algunos pensaban que el logro en Bruselas para los vehículos alemanes calmaría los ánimos y establecería puntos de unión para salvar las diferencias.
Desde el vamos la autoridad del socialista Scholz está en “observación”. Las divergencias vuelven aún más problemática y enigmática su habilidad como líder. La sombra de Ángela Merkel nunca se aleja.
Mientras, los Liberales, que han tenido malos resultados en las urnas, retoman una agenda donde el dogmatismo financiero manda. Pero los ambientalistas, golpeados por un referéndum popular en Berlín para convertir a la capital en una ciudad climáticamente neutra en 2030, no quieren ceder.
Luego de algo más de un año desde que alcanzaron el gobierno federal, los desacuerdos en la coalición tricolor amenazan la estabilidad interna, al tiempo que generan temores en “club europeo” que intenta tener una hoja de ruta común frente a una situación internacional que no da tregua.