Cristina Casabón: El ala tonta de la Casa Blanca
Por la boca muere este salmón gordo del PSOE que se atreve a hablar de mayorías
El eslogan de campaña puede ser la gramática del poder o la gramática de la desesperación. Los del Partido Socialista de Madrid están viviendo de la gramática de la desesperación desde hace una larga temporada. Prefiero la gramática sucia de González («Anguita y Aznar son la misma mierda» pudo ser un exceso deliberado de mitin y campaña) a la retórica del americanismo pacífico de Sánchez, ese eslogan de campaña que dice: «Defiende lo que piensas». Es un exceso de complicidad entre el líder socialista y los votantes, el político cree que sabe lo que el madrileño piensa, pero las encuestas dicen otra cosa. Jan-Werner Müller, filósofo político alemán, aporta un ejemplo muy claro para ilustrar este exceso populista; el eslogan de campaña del Austrian Freedom Party: ‘He thinks like us’. Nadie sabía lo que pensaba ese candidato exactamente, pero todo el mundo sabía el tipo de cosas que pensaba. Lo importante es que el líder populista establece un vínculo con el votante, comparte un imaginario. A partir de ahí, los hechos y las verdades objetivas dejan de ser relevantes; la verdad se moldea y se diluye. Pero por la boca muere este salmón gordo del PSOE, que se atreve a hablar de mayorías: «Lo piensas tú, lo piensa una amplia mayoría de españoles y españolas. Y como lo que piensas importa, defiende lo que piensas» (sic). Las mayorías que son minorías, habría que decir, porque el PSM, ya lo digo yo, está en ruinas desde los 80. El apogeo del PSOE en Madrid fue el ‘tren de la Movida’ al que se subieron para rascar el voto.
Hay frases para la historia, como la de Tierno Galván: «Rockeros, el que no esté colocado, que se coloque, y ¡al loro!». Leguina, el amante de Charo López, fletó un tren en el que viajaría la jet de la Movida capitalina hasta la ciudad de Vigo. Para esa caravana con barra libre de alcohol se lanzó el lema ‘Madrid se escribe con V de Vigo’. Ahora ese tren del PSM no tiene rieles, apenas nadie compra el pasaje, son los vagones de la derrota. Ésta es la cosa que olvida siempre nuestro rojerío, que el PSM ha fracasado vendiendo ‘anfetas’ en las sombras del Rastro. Les favorecía la noche, como a todo pensador o conversador simplemente porque la noche nos confunde. Sánchez le reconoció a Bertín Osborne que «bailaba ‘break dance’» en las plazas de Azca y en este plan, porque estos han recogido la memoria municipal y esconden las jeringuillas debajo de la alfombra. Cada nuevo eslogan es un pistoletazo en la propia sien, un suicidio verbal, una manera de hacer saltar en pedazos el partido. La profanación de todas las fórmulas de campaña que comete el PSOE con este nuevo americanismo pacífico es otra cultura, otra dialéctica. Viven al margen de su propia historia, de su legado ochentero. Son el ala tonta de la casa blanca, el partido de los desmemoriados funcionales. De vez en cuando sale un Tito Berni a recordarnos que el socialismo toleraba el libertinaje y comienza la incineración de los ordenadores. En realidad, la profanación del propio concepto de ‘mayoría’ de este eslogan es un pecado mayor, es un pecado contra el Yo. No habléis en mi nombre.