Cristina Casabón: Isabel Preysler, icono feminista
Los hombres de su vida han comido de la palma de su mano
Lo frívolo y lo vacuo. Muchos perciben esto en Isabel Preysler. Yo creo que la Preysler es la viva imagen del éxito. Ahora que el feminismo se divide y se fragmenta (cosa de las extremosidades) yo quiero recordar que hasta hace poco, todo el mujeronío español se dividía en dos: las que imitaban a Simone de Beauvoir y las que imitaban a la Preysler. La primera dio lecciones de feminismo en su literatura y la segunda se ha resuelto a sí misma mediante la vida y no mediante los teoremas. Isabel es un icono feminista para varias generaciones. Cuando en un programa de TV la preguntan la razón de que aparezca todas las semanas en la prensa ella responde: «creo que es porque las mujeres han pasado por cosas parecidas a las que yo he vivido, y entonces les intereso. Y por haber estado casada con Julio».
La Preysler ha sacado a las mujeres de la penumbra doméstica para lanzarlas al sueño ambicioso y luciente del dinero, la fama y el poder, pero siempre manteniendo un halo de buen gusto y misterio. IP, desde su ejemplo y su silencio ha promovido divorcios y creado estilo. Ha mejorado los sueños de la española de clase media, sacando a las amas de casa de su rutina, poniendo los ovarios sobre la mesa. Esa es la primera revolución femenina que se hizo en España. Toda esa necesidad de triunfo, de afirmación del yo, la hizo antes esa generación sin perder ni un ápice de su feminidad. Yo cuando veía a nuestras madres con sus revistas del corazón pensaba que estaban estudiando su último look. No sospechaba que muchas estaban haciendo la revolución silenciosa.
IP siempre ha sido enigmática, una mujer discreta y misteriosa. Sabe que la sutileza está muy por encima de las teatralidades. Los hombres de su vida han comido de la palma de su mano. Su vida también ha sido una ostentación del lujo y un brindis a la frivolidad. En cuanto a la frivolidad, dicen que ser frívolo de vez en cuando es bueno, siempre y cuando uno sea consciente. Por estas cosas de ‘femme fatale’ yo siempre he admirado a IP. Por eso y porque no hay nada más machista que querer equiparar a la mujer con el hombre, confinarla en un molde masculino. El feminismo de la Preysler no aspiraba a sustituir al hombre, si no en potenciar aquello que la hace diferente: la capacidad de dar vida, el sacrificio o la resistencia. La intuición.
La Preysler, gran matriarca y hacedora de grifos de fortuna, ha dejado de ser reivindicada como icono feminista en España y por eso yo la traigo a los altares de la justicia. Es de justicia que esta señora, que representa el encanto de lo enigmático y es suma sacerdotisa de la tribu de oro de la jet, vuelva a representarnos. Sobre todo ahora, cuando las feministas empiezan a vulgarizarse y salen a gritar con moscas en el pelo. Vemos a ‘feministras’ que no saben diferenciar entre la esfera pública y la privada, que confunden el machismo estructural con la elegancia, el pudor y la buena educación. La cosa se ha ido degradando, pero aún podemos rescatar los iconos del verdadero feminismo.
Cristina Casabón (Madrid, 1988), es profesora en la Universidad Carlos III. Articulista en medios y revistas especializadas.