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Cristina Casabón: La argentinización de España

En estos recalentados años se ha impuesto un nuevo socialismo, que ni siquiera merece este nombre y es puro «peronismo» maniobrero, intervencionista, mangoneador, ‘ocasionalista’, comprador de votos, corrupto y trincón. Pereza y paro son otras corrientes que se cruzan con esta ideología propia, ya digo, de una clerecía reaccionaria. Solo un puñado de liberales se hacen cargo de este problema, pero ni siquiera ya caben en un taxi. Ahora, cuando la oposición más necesita un Borges, hubiera recibido toda una campaña de chistes de calendario y silenciamientos. Así, reparen ustedes en cómo se hicieron a un lado Fernández-Lasquetty o Espinosa de los Monteros, entre otros liberales de partido.

Mientras tanto, millones de españoles reciben subsidios y ayudas del Gobierno o subsisten con trabajitos varios en forma de economía sumergida, es la España pauperizada y misérrima que me recuerda a aquellos recodos del Buenos Aires más moderno. ¡Buitres, fuera!, leí en una pared de Puerto Madero. Era la paz lírica de aquellos anticapitalistas ociosos. Salir de la rueda de la ayuda/dependencia del Gobierno es difícil y no digo más por decoro. Ahora los políticos quieren que España pase sin Transición de la democracia constitucional al «peronismo», con un modelo cada vez más intervencionista, ofreciendo ayuditas a los más bailones y subiendo impuestos al empresario. Aviso, he visto el futuro y no funciona.

Estos latigazos romanticoides que anunciaba ayer la señora Yolanda hacen sangrar al empresario, al creador de riqueza que no es un malvado que contamina, ni un buitre, sino el señor del quiosco de la esquina, y su mujer la pipera. Los socialistas, con su nueva instalación en la burguesía responsable, moderada y con perro de raza, no se ocupan tampoco de la realidad del pequeño y mediano empresario. Lo malo de ser socialista con botines y perro de raza es que uno acaba mordiendo al pobre y acusándole de ser un capitalista por tener aspiraciones y viajar en avión. Claro que siempre pueden poner a un parado en la caseta del perro.

Si este socialista pasea por las barriadas de Buenos Aires o Madrid, verá pasar a toda la variedad errática del mundo del trabajo y del paro, tendrá todo el material suficiente para escribir una novela al más puro estilo de Cortázar. Este movidón socialero es el que se ha impuesto en los últimos años en España, poniendo a una clerecía de artistas, periodistas y profesores a despotricar contra los liberales, o liberalios. Ahogar el libre mercado para mantener esta fiesta de subvenciones, ayudas y mordidas, a la vez que imponer intervenciones en aerolíneas o en el mercado inmobiliario, es la mala yerba que se ha venido cultivando. Nuestra democracia ya no es una fiesta socialista de obreros cabreados sino una verbena de pobres con música de tango. Nuestros Lincolns Steffens han visto el futuro en Argentina y han preferido el panfletismo, la paguita, el hombre providencial, etc. Y esto, aparte de que siempre falla, es profundamente reaccionario. Y caro.

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