Cristina Casabón: Porno y libertad
Podrán subir el precio de la luz, del gasoil, podrán prohibir fumar en las terrazas, pero como quiten el porno puede haber un problema gordo. Con lo bien que les ha ido con una sociedad cachonda a la que se le ha secado el sentido común y luego vota lo que vota. La omnipresencia de papá PSOE es lo que han votado y ahora habrá bancos de datos revisables, que para esto se guardan, o sea, con nuestro historial de pecado. El socialcomunismo se empeña en adoctrinarnos en todos los aspectos de la vida para crear y manejar al individuo a su antojo y los expertos avisan: es el primer paso para tener la certificación digital implantada hasta en la sopa.
Y perdonen ustedes que saque lo del porno, pero me interesa ir a la esencia de la cosa, que no es otra que establecer dueños de la moral y vigilantes para aliviarse del pecado natural y de la mala conciencia. Las sociedades libres tienen mayor tolerancia y permiten mayor complejidad. Todas las sociedades libres tienen que soportar cierto grado de hipocresía. El tema es dónde ponemos el nivel, hasta dónde tolera usted que exista cierto fingimiento de cualidades y sentimientos contrarios. Podríamos empezar por aceptar que las personas tienen pensamientos contradictorios, esto lo sabe el Dalai Lama y la madre Teresa o Terecalcuta. El ejercicio de visualizar porno puede ser nocivo para un menor, pero el hecho de ver la libertad como un ejercicio de costes y beneficios es parte de una sociedad madura. Esto es lo que hemos hecho hasta ahora y no nos ha ido tan mal.
«El liberalismo es complicado, ya digo, porque siempre invita a la persona a tener criterio moral propio, trata a los ciudadanos como adultos»
El liberalismo es complicado, ya digo, porque siempre invita a la persona a tener criterio moral propio, trata a los ciudadanos como adultos. En todo caso, para el liberal la amenaza no es el contrario, el que piensa diferente, sino la coerción social, ya sea en forma de amenaza o de corrección política, en forma de policía de la moral. Todo esto tranquiliza las conciencias reaccionarias, pero es un retroceso para el hombre occidental, que desde Kant sabe que la autonomía y no la obediencia moral, es el camino de las sociedades adultas.
Habría que pensar en un tratamiento más fáctico del asunto, sin llegar a los extremos. En España, efectivamente, ser liberal implica exponerse a la acusación de ser aliado de los poderes oscuros con intereses ocultos, lo cual nos convierte en malas personas. Una se pregunta cómo saben estos, los socialcomunistas, que existe el porno y todas esas páginas (suponemos que lo han leído en alguna parte). Lo que caracteriza a la izquierda Terecalcuta es su ‘buena conciencia’ o su caridad. La verdad es que nos hacen mucho daño, porque tranquiliza las conciencias reaccionarias mediante el control social, que es una manera atardecida y dulce de postergar/olvidar la libertad. El Gobierno ha querido crear ciudadanos obedientes y pasivos, como en su día creó el franquismo, pero algo ha salido mal: se ha ido incubando un cierto hartazgo sociológico. Y llegará el momento en que en España los pajilleros cambiarán el ordenador por la alcoba (o la casa de perdición), viajarán de nuevo a París a ver los desnudos y leerán libros prohibidos. Ese es el escenario más peligroso para la supervivencia del PSOE.