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¿Cuál es el principal problema del país y cómo se resuelve?

En época de campaña electoral y confrontación de modelos, nueve intelectuales y académicos convocados por El País piensan el Uruguay de 2025.

Se sabe: las campañas electorales suelen ser momentos poco propicias para buscar el diálogo y el entendimiento. Son épocas difíciles para los que miran más allá de la batalla y piensan el país a largo plazo. Son épocas de guerra -a veces sucia- donde prima esa idea tan básica de derrocar al oponente como sea para llegar al tan ansiado sillón presidencial. O, al menos, a la banca en el Parlamento.

En campaña se confrontan modelos que parecen antagónicos -aunque no siempre lo sean-, pero al mismo tiempo puede ser un buen momento para pensar en los grandes temas, esos en los que se nos va la vida. Así, El País convocó a un selecto grupo de pensadores, académicos e intelectuales, referentes cada uno en su área, para que respondan una pregunta muy sencilla pero de compleja respuesta. Para que miren más allá de la contienda electoral y piensen el Uruguay de 2025, que se viene ahí a la vuelta de la esquina.

¿Cuál es el principal problema del país hoy y cómo intentaría resolverlo?

Aceptaron el desafío Rodrigo Arim, Mercedes Clara, Gonzalo Frasca, Juan Grompone, Ida Holz, Juan Miguel Petit, Rafael Radi, Ana Ribeiro y Gonzalo Tancredi. Casi un dream team.

Y las respuestas son variadas. Arim plantea como prioridad la necesidad de universalizar la educación secundaria y generalizar la educación superior. Grompone va en la misma línea. Dice que “la gran ausencia” del sistema está en la educación media y sugiere hacerla más flexible: que cada estudiante liceal, por ejemplo, tenga la mitad de las materias pero con doble carga horaria. Ribeiro habla de la educación como generadora de “una brecha que se transforma en ideológica y criminal”.

Clara trae una mala noticia: el problema de la desigualdad y la fragmentación social no se resuelve en cinco años. Pero también avisa: “Tenemos la obligación de responder a las urgencias, porque hay vidas en juego hoy, que no pueden esperar el tiempo de los planes, las discusiones, las leyes”. Petit, en tanto, menciona los “agujeros negros de las sociedades del siglo XXI” y se pregunta: “¿Cómo llegar a zurcir las hebras del tejido social que se está rompiendo, como llegar a tiempo a las relaciones humanas donde se genera violencia, abandono, descuido, desafecto, insensibilidad, falta de empatía, abuso, manipulación?”.

Frasca se centra en la fuga de cerebros y trae otra mala noticia: “nunca fue más fácil descabezar a un país pequeño”. Holz menciona como primer problema la inseguridad y pone el foco en el narcotráfico y la violencia de género. Tancredi dice que hay que potenciar la bioeconomía, las tecnologías de la información y las energías renovables. Radi asegura que el principal reto del país es “generarse un lugar sustentable y reconocible en el mundo”.

En lo que sigue hay aportes para intentar construir el país que se viene.

Gonzalo Frasca, catedrático de Videojuegos

Si bien creemos que “naides es más que naides”, Uruguay tiene una élite de personas que por desarrollo y formación son, en distintas capacidades, mejores que la mayoría. El problema es que en números absolutos son pocos. Demasiados trompos para pocos niños: varios espacios profesionales o del conocimiento hoy quedan vacíos o, peor aún, son tomados por oportunistas. Si la élite intelectual de México se redujera de golpe a la mitad igual sería, en números absolutos, un número considerable. No es nuestro caso.

¿Quiénes son nuestros mejores futuros profesionales, artistas, científicos? El Estado no tiene idea pero para las grandes corporaciones (Google, Facebook) basta con apretar unos botones para identificarlos con un grado de precisión aterrador. Si quisieran, pueden ofertarles trabajos o estudios y llevarse a todos y cada uno. Me dirán que la fuga de cerebros siempre existió.

Mi respuesta es que la globalización sumada a la minería de datos personales puede acelerar exponencialmente este problema haciéndolo enormemente más grave para pequeñas naciones.Me dirán que esas multinacionales pueden crear oficinas locales.

No es tan evidente: los mejores trabajos creativos necesitan grupos fácilmente conectados físicamente. Ya hace 20 años Juan Grompone me dijo que un problema esencial de Uruguay es que “volás durante horas y seguís estando sobre Brasil”.A esta situación se suman tres problemas internos: la mitad de nacimientos en pobreza, una sociedad que cree que la crisis educativa es principalmente logística y, creo, una menor tendencia de nuestros mejores a quemarse en el servicio público y la política.

Mi punto es simple: nunca fue más fácil descabezar a un país pequeño. Vivimos en un mundo donde pocas corporaciones conocen infinitamente más a nuestros ciudadanos que nuestro gobierno. No sólo no estamos preparados para este escenario sino que ni siquiera podemos imaginarlo.

Ana Ribeiro, historiadora

En 2025 Uruguay va a seguir teniendo un problema con la educación. Si hacemos las cosas bien será atenuado. Pero aún como un problema, en tanto este país no mejore de verdad y de raíz todo su sistema educativo y lo adapte a los tiempos que corren y haga de la educación el arma más poderosa de integración y nivelación social.

Debe ser el verdadero resorte para que la gente pueda lograr el lugar que quiera en la escala social, en base a sus talentos y virtudes. Hoy ya tenemos el problema instalado y en 2025 todos los derivados de eso pueden ser muy feos de ver.

Cuando digo derivados de eso me refiero a una brecha social que se transforma en ideológica y criminal, que divide a la gente. Hay un empobrecimiento del nivel de debate político y de la democracia en general. Eso ya es un problema hoy.

Para un jovencito, 2025 parece que es otra vida. Pero es acá nomás: alguien que ha vivido muchos años sabe que no es mucho, que pasa muy rápido y que en la vida de los pueblos es nada. ¿Qué tipo de trabajo podemos brindar? ¿Qué tipo de empresas podemos llevar adelante? ¿Qué tipo de productos podemos ofrecerle al mundo?

Todo eso deriva del nivel educativo y ahí hay que hacer el esfuerzo mayor para que sea un auténtico factor de integración y de mejora social.¿Qué hay que cambiar? Que la educación realmente enseñe. Que todos los sectores sociales en todos los barrios hagan una recepción al máximo de rendimiento de esa educación que se brinda. Yo no creo que no se hayan hecho esfuerzos educativos. Claro que se han hecho, pero algunos no han salido bien.

Y hay que hacer una revalorización muy grande del cuerpo docente. No solo hay que aumentarles el sueldo, sino la capacidad técnica, el prestigio y el rol social. No es dárselo como una dádiva, no se puede entregar en un sobre cerrado. Hay que hacer que cale los huesos de la sociedad y que tenga otro sitial.

La sociedad no puede seguir teniendo dicotomías tan separadas y no puede seguir confiando solo en una suerte de asitencialismo para solucionar los problemas. Sé que hay que asistir muchas veces, pero la verdadera solución también pasa por educar. Y no pienso solo en gente sentada repitiendo una fórmula de matemáticas o una fecha de historia. Digo un proceso general que integre a la gente, para que todos se sientan productivos y respetados.

Juan Grompone, ingeniero y escritor

El principal problema del país es la educación: atrasa unos 50 años. Cambiar la educación permite aumentar la seguridad y reformar el Estado. Estimo que llevará unos 15 años.

La reforma de la educación exige dos pasos: llevar la educación a fines del siglo XX y crear la educación del siglo XXI. El siglo XIX buscaba una educación primaria universal, el siglo XX generalizó la educación media, el siglo XXI debe universalizar la educación terciaria. La educación del siglo XX exige que tenga un sistema de calidad (ISO9000 p. ej.); la del siglo XXI que sea flexible. El problema afecta a toda la educación. Algunas facultades poseen un sistema de calidad informal. La educación primaria cumple con las normas de calidad desde Varela. La gran ausencia está en la educación media. En la medida que el cuerpo docente se gradúe e incorpore al sistema de calidad, debiera recibir un aumento de sueldo sustancial. Este es el incentivo para aceptar la reforma. La flexibilidad es aceptada en forma moderada en la educación terciaria y nula en el resto de la educación.

La universidad del siglo XX exige control de ingreso, créditos, tres niveles y campus. El control de ingreso es resistido, pero es indispensable. La idea de créditos se adoptó al regresar la democracia. Los tres niveles están en desarrollo desigual. La noción de campus es rechazada en los hechos y esto atenta contra la eficiencia y la flexibilidad.La educación media está condicionada por el control de ingreso universitario.

Cada estudiante debe demostrar que está preparado para los estudios que intenta seguir. Con el control de ingreso, el fin de la enseñanza media —la formación del ciudadano— se independiza de la educación terciaria. Desarrollar un sistema de calidad es urgente. Para la flexibilidad basta con exigir que cada estudiante elija solo la mitad de las materias actuales, con doble carga horaria. Primaria solo necesita actualizar su sistema de calidad e introducir algo de flexibilidad.

Mercedes Clara, comunicadora social

La desigualdad asumida como algo natural e inevitable es el principal problema del país. La creciente fragmentación social y cultural que vivimos como sociedad es consecuencia de esta realidad.

No es posible la convivencia si seguimos perpetuando relaciones de desigualdad, donde no se respetan los derechos humanos de las personas.La desigualdad es el tema invisible, lo no dicho. Lo que se encarga de decir la realidad de modo cada vez más violento, mientras seguimos distraídos dividiendo el mundo en buenos y malos, víctimas y victimarios, ellos y nosotros.Si no asumimos la urgencia de este problema y la responsabilidad de todos en su consolidación, seguiremos sosteniendo un sistema que mutila vidas, refuerza dinámicas de exclusión, profundiza las distancias entre los distintos sectores sociales, daña la convivencia y nos empobrece a todos como comunidad.

¿Cómo intentaría resolver este panorama en cinco años? Las transformaciones reales llevan tiempo. El problema de la desigualdad y la fragmentación social no se resuelve en cinco años. Hay que mirar en perspectiva y alentar cambios a largo plazo, pero sin olvidar el corto y el mediano plazo.Por un lado, tenemos la obligación de responder a las urgencias, porque hay vidas en juego hoy, que no pueden esperar el tiempo de los planes, las discusiones, las leyes.

Y a su vez, tenemos que ser capaces de diseñar caminos de transformación profunda dentro de las estructuras que generan desigualdad. Debemos profundizar en las causas de fondo para romper los mecanismos que nos impiden salir del círculo deshumanizante de la pobreza.

Creo que nadie tiene la respuesta ya pronta capaz de resolver este problema. Esa respuesta es una creación colectiva que implica desnaturalizar relaciones injustas, escuchar lo que nos dicen como sociedad.

Mirar a la cara a la pobreza extrema implica dejarse mirar por ella. Aceptar nuestros prejuicios, nuestra ignorancia, nuestra soberbia, nuestras omisiones y aprender del camino recorrido. En el otro se expresa una parte de la realidad que necesitamos comprender para avanzar. El otro es una fuente de conocimiento insustituible para diseñar los caminos.Los cambios son posibles cuando se gestan relaciones de reciprocidad y encuentro. Avanzar hacia la integración social requiere estar dispuestos a movernos todos de lugar.

Ida Holz, ingeniera e investigadora

Es difícil no entrar en los lugares comunes, como seguridad. Ahí tengo claro que hay que hacer un trabajo muy fuerte contra la droga y contra el tráfico, que genera mucha violencia. La inseguridad está muy influenciada por el tráfico y ahora nos enteramos que Uruguay es un puente. Son muy grandes los intereses y eso genera muchísima violencia por la competencia que hay.

Y el otro tema es la violencia de género, que es una cosa espantosa. Esos dos elementos son generadores de más de la mitad del problema de la inseguridad del país en este momento.En ese sentido, hay que tener una Policía educada, preparada y bien paga. Lo otro fundamental es el cambio de criterio de las cárceles, que deben ser educadoras, no llenadoras de gente. El delincuente sale peor de lo que entró. En las cárceles hay cada vez más delincuentes o intermediarios de droga. Corre mucho dinero, mucha corrupción.

Cuando Porfirio Díaz era presidente de México allá por 1910, acusaron a México de ser el trampolín de la droga. Y él respondió: hay trampolín donde hay alberca, o sea piscina. No es en vano que la droga circule por acá; alguien la está comprando.Después, los temas de educación sin duda están relacionados con el futuro, con una realidad ineludible. El mundo camina hacia una nueva revolución, que cambia la perspectiva.

Tenemos que educar para preparar a los niños, docentes y maestros. No sé quién lo va a hacer porque hay pocos.No vale el sistema antiguo de educación cuando lo que tenemos es una nueva realidad. Y eso está atado con el empleo: no tenemos trabajadores preparados para el mundo del trabajo de hoy y de mañana.Estas son algunas de las cosas que vengo pensando hace tiempo.¿Cómo lo solucionamos? Yo no soy política pero lo primero que hay que hacer es concientizarse de que existe una realidad diferente y que hay que caminar hacia ella. Existe una revolución. Con modelos antiguos no vamos a poder vivir. Tenemos que abrir la cabeza.

Rodrigo Arim, rector de la Universidad de la República

Una de las paradojas del funcionamiento democrático es la condensación en un lapso de tiempo muy reducido – demarcado por la campaña electoral – de debates, intercambios y contrastes sobre los temas que , para los actores políticos que ocupan el escenario competitivo, constituyen los ejes articuladores del desarrollo social del país.

Si el desarrollo es un fenómeno complejo y mulitdimensional, entonces las (buenas) políticas diseñadas en su nombre no pueden resumirse ni en una consigna ni sus frutos son inmediatos. No hay recetas mágicas pero tampoco un reduccionismo aséptico que pretenda limitar la democracia a la elección de buenos gestores, despojados de enfoques valorativos; enfoques que conciben pesos diferenciales a la responsabilidad individual y la responsabilidad social en el bienestar de los ciudadanos o a la igualdad como factor relevante para aquilatar los avances e identificar disyuntivas políticas.

En la constelación de dimensiones constitutivas del debate político elijo, por vocación y pertenencia institucional, a la educación superior y el conocimiento avanzado como espacio de imprescindible para priorizar y pensar políticas públicas que promuevan la democratización del conocimiento avanzado y sostengan un cambio tecnológico y productivo dinámico e inclusivo. La elección puede resultar banal o incluso corporativa, a oídos de quienes ven en otras áreas – por ejemplo, la educación media o la seguridad; ambas discutidas con demasiada frecuencia en clave de crónica roja – las urgencias nacionales.

En contraste, entiendo que la singularización de los problemas del país no ayuda a pensar en el largo plazo y no habrá sociedad futura justa , próspera y democrática sin generalizar la educación superior. Angus Deaton, premio nobel de economía e investigador en la Universidad de Princeton, lo dice con contundencia: “A principios del siglo XX, la principal distinción educativa era entre egresados y no egresados de secundaria, hoy en día cuando el nivel promedio de educación es mucho más alto, esa distinción es entre quienes tienen y quienes no tienen un nivel de educación universitaria”.

Uruguay enfrenta el desafío de avanzar, simultáneamente, en universalizar la educación secundaria y generalizar la educación superior. No son taras sucesivas. Esperar finalizar una para continuar la otra conduce inexorablemente socavar las bases del dinamismo económico – en las sociedades del siglo XXI sólo aquellas en que el conocimiento avanzado se encuentre diseminado en su entretejido social podrán transcitar un crecimiento sustentable – y ampliar las brechas sociales. Hoy más que nunca el conocimiento puede ser una formidable palanca para promover el bienestar, pero este no es un destino manifiesto. El control del conocimiento es también fuente de poder y discriminación . La ausencia de este desafío del debate político es preocupante. Que las generaciones futuras disfruten de ser parte de una sociedad cohesionada e integrada depende de las decisiones que hoy tomemos para garantizar el progresivo acceso y permanencia en la educación superior.

Rafael Radi, doctor en Medicina y en Ciencias Biológicas

Un problema que quisiera resaltar es que como sociedad, como comunidad de hombres y mujeres libres, no tenemos consensuado un modelo de desarrollo de país en un mundo fuertemente cambiante, competitivo y desafiante. En otras palabras, ¿cuáles deben ser los ejes y caminos del desarrollo nacional en términos económicos, sociales, culturales y de salud a los que debemos apuntar y focalizar esfuerzos? ¿Hacia qué tipo de sociedad debemos avanzar? ¿Como nos vemos en 30 años? ¿Que lugar ocuparemos en la región y el mundo globalizado? ¿Qué oportunidades y tipo de país recibirán los niños del hoy, y cuál será el futuro de nuestros adultos en un contexto de aumento sostenido de la expectativa de vida? ¿Cuáles serán nuestros signos distintivos de identidad?

No creo que Uruguay, por su tamaño poblacional y territorial, y de los recursos naturales que posee (ricos, pero ciertamente lábiles y en la actualidad exigidos) tenga muchas trayectorias posibles para asegurar un futuro sustentable, con una comunidad sana, educada y feliz. Naturalmente, me consta que han habido y existen variados esfuerzos desde múltiples actores del gobierno, de la política nacional, y de diversas instituciones, de visualizar futuros posibles, y que hay acciones que trabajosamente se están tomando al respecto.Pero aún los diagnósticos y los caminos posibles no están integrados en forma amplia, clara y coherente al quehacer y debate nacionales. Más preocupante aún es que las grandes avenidas del desarrollo futuro, sean inciertas, dependiendo de quien pueda ganar tal o cual elección nacional.

Mi opinión es que el futuro del Uruguay se juega haciendo una transición desde la situación actual hacia una economía y sociedad plenamente basados en el conocimiento y que este debe producirse y aplicarse sistemáticamente y permear a todo el quehacer nacional. Conocimiento que con más énfasis esté en la base de las definiciones y decisiones a nivel político, de los poderes e instituciones del Estado y también de los sindicatos, las cámaras empresariales, el sistema educativo, el sistema de salud, y los más diversos espacios de funcionamiento de nuestra nación.Una sociedad que aliente y dé alta prioridad a los procesos creativos y la innovación tanto a nivel social y cultural como científico-tecnológica. En un mundo en permanente cambio y saturado de información y datos, avanzar hacia una comunidad que pueda criteriosamente separar opiniones, creencias y/o prejuicios de conocimiento establecido, verificable y fundado.Un país donde el idioma sea bien utilizado y donde los lenguajes de la política y de la ciencia estén algo más cerca; así será como las posiciones y discursos que generan confusión y animan posverdades y autoverdades, quedarán debidamente contrastados y neutralizados por la sociedad, en el marco del funcionamiento de una democracia bien establecida y madura.

El país cuenta con las instituciones y ciudadanía apropiados para avanzar en la resolución de este problema, pero este proceso requiere de acuerdos amplios, en primer lugar de los partidos políticos, y el involucramiento de toda la sociedad y sus instituciones. El principal reto del Uruguay es generarse un lugar sustentable y reconocible en el mundo en el contexto de una sociedad integrada, educada, sana y basada en el conocimiento.

Juan Miguel Petit, comisionado Parlamentario Penitenciario

Hay temas emergentes que nos preocupan y no son nuevos. Pero son típicos de este tiempo. La violencia, la droga, la depresión, la salud mental, la rotura de las relaciones sociales y como expresión de todo eso: la soledad. A cada problema respondemos con acciones que llamamos políticas sociales, y a cada conjunto de acciones le damos un territorio, una denominación y un lugar en el Estado: ministerio, oficina, instituto.

En tiempos de reflexión —el tiempo electoral es el modo reflexión de ese maravilloso aparatito que es la democracia— creo que el gran tema desafío es cómo llegar a ese tejido social que se va rompiendo, a veces de generación en generación, acumulando adversidades y carencias, como en un deshielo silencioso que ocurre muy lejos de esos macro organismos de políticas públicas. ¿Cómo llegar a zurcir las hebras del tejido social que se está rompiendo, cómo llegar a tiempo a las relaciones humanas donde se genera violencia, abandono, descuido, desafecto, insensibilidad, falta de empatía, abuso, manipulación? Hawking habla de los agujeros negros del universo, estos son los agujeros negros de las sociedades del siglo XXI: están ahí pero son invisibles. Esto refiere a una nueva dimensión, de nuevos instrumentos de política social que permitan llegar a la dignidad humana antes que se instale la violencia.

El desafío es pensar e instalar nuevos dispositivos que humanicen y dignifiquen la vida a tiempo. Esto tiene que ver con la crianza, la salud mental, la socialización, los afectos, los cuidados, la cultura, la cercanía de ayudas a las poblaciones vulnerables, o que por un tiempo al menos, no se pueden parar solas. Hay que pensar cómo llegar adonde no estamos llegando, cómo evitar las rupturas que van acumulando abandono, que es la fuente de todas las violencias. No tengo la respuesta, pero hay que imaginar un Estado que viaje adonde están los problemas y se instale generando vida.

Gonzalo Tancredi, astrónomo

El principal desafío que tiene Uruguay es darle continuidad a la senda de desarrollo y crecimiento lograda en el ultimo quinquenio; proyectándolo para las próximas décadas, con un primer horizonte en 2030 y luego 2050. Para ello es necesario potenciar varios complejos productivos que tienen una fuerte base científico-tecnólogica; como ser por ejemplo: la bioeconomía, las tecnologías de la información y comunicación y las energías renovables.

Se hace imprescindible avanzar en la formación de base de los trabajadores que llevarán adelante estas iniciativas mediante: a) Un gran esfuerzo de reorganización e inversión en Educación, orientado hacia las necesidades sociales y tomando en cuenta las líneas de desarrollo antes mencionadas. Se deberá concentrar esfuerzos en la reorganización del nivel secundario; y un fortalecimiento y ampliación temática y territorial de la oferta a nivel terciario. b) Luego del impulso a la inversión y organización del sistema de I+D en el período 2005-2012, se pasó a una situación de estancamiento y falta de nuevas ideas sobre las herramientas de política pública y privada en la materia. Se requiere un nuevo impulso en inversión y reorganización en I+D, que la jerarquice. La creación de un organismo de nivel ministerial en la temática de la Ciencia y Tecnología sería una herramienta que daría un fuerte mensaje sobre la relevancia de la temática para el desarrollo productivo.

Quienes trabajamos en I+D sabemos que el desarrollo científico-tecnológico no es lineal; debe haber una promoción de la producción CyT en áreas que van de desde las ciencias básicas hasta una gran variedad de áreas tecnológicas. Porque, a manera de ejemplo en mi área de expertise, las ciencias astronómicas y espaciales, hay sobrados casos de desarrollos básicos que encontraron aplicaciones cotidianas.

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