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¿Cuál sería el contexto para unas elecciones creíbles según la ONU?

El pasado 13 de marzo, el embajador encargado de Venezuela ante la ONU, Samuel Moncada, y el candidato presidencial Henri Falcón, sostuvieron una reunión con Jeffrey Feltman, Secretario General Adjunto de Asuntos Políticos de la ONU. Tanto Falcón como el gobierno venezolano han solicitado el envío de una “misión de observación electoral” para el evento del próximo 20 de mayo.

Luego de la reunión, un portavoz del Departamento de Asuntos Políticos de la ONU declaró que “la Secretaría de la ONU está considerando una solicitud del gobierno venezolano para acompañar el proceso electoral en el período previo a las elecciones presidenciales previstas para el 20 de mayo”. Por su parte, Henri Falcón expresó que una “comisión exploratoria de la ONU llevará a cabo una revisión profunda del proceso electoral”.

¿Qué podría hacer la Secretaría General de la ONU?

Como ya se ha afirmado en varias oportunidades, el portavoz del Secretario General, la ONU no puede enviar una “misión de observación electoral” a Venezuela sin la autorización de la Asamblea General o el Consejo de Seguridad de la ONU. Ese requerimiento, aunado al corto tiempo que resta para el 20 de mayo, hace poco probable que se vaya a concretar una misión de ese tipo. Dicho de otra manera, la posibilidad de enviar una misión de observación electoral a Venezuela depende de que la elección se realice en una fecha posterior a la anunciada, aparte de las otras condiciones que exige la ONU.

Pero hay otros mecanismos de asistencia electoral que puede prestar esa organización internacional, tal y como explicamos aquí en Prodavinci. Para determinar si es posible desplegar alguna otra modalidad de asistencia electoral, la ONU podría próximamente enviar una “misión de evaluación” a Venezuela. La tarea central de esa misión sería determinar si la ONU “debe proporcionar asistencia y, de ser así, cuál es el tipo más adecuado de asistencia”. Por consiguiente, contrario a lo que afirmó Falcón, una misión de evaluación no llevaría a cabo una revisión profunda del proceso electoral venezolano.

Durante dicha misión, sus miembros revisarían “el grado de apoyo a la asistencia electoral que existe en el más amplio espectro político posible del país”. En este sentido, la Asamblea Nacional venezolana ha transmitido a la ONU su preocupación ya que el evento ha sido “convocado de manera ilegítima, precipitada, y sin las garantías de un proceso electoral transparente”.

En definitiva, la misión de evaluación tendría la responsabilidad de revisar “si existen las condiciones básicas para un proceso legítimo y verdaderamente democrático”. Por ende, vale la pena destacar los factores que, según la experiencia de la ONU, crean un contexto propicio para la celebración de elecciones creíbles.

¿Cuáles son las circunstancias necesarias para un contexto de elecciones creíbles?

El primer factor que la ONU destaca para que exista un contexto donde las elecciones gocen de la confianza ciudadana, es la existencia de “un sistema político que respete el estado de derecho, los derechos humanos y en el que incluso los candidatos derrotados tengan un incentivo para participar y seguir participando”. Recientemente el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, advertía que en Venezuela “la situación de los derechos humanos es profundamente alarmante” y que “informes creíbles indican que los programas de asistencia del gobierno a menudo están condicionados a consideraciones políticas”. Asimismo, el responsable de derechos humanos de la ONU destacó que “preocupa seriamente que este contexto no satisfaga en modo alguno las condiciones mínimas para unas elecciones libres y creíbles”.

Por otro lado, la ONU considera que debe haber una mitigación de la política de “suma cero” mucho antes de las elecciones. Las reglas electorales deben elaborarse mediante un proceso “inclusivo, transparente y participativo” y “deben reflejar un amplio consenso político”. Por lo tanto, escuchar a las personas en la toma de decisiones que los afectan “son fundamentales para lograr un resultado que refleje la voluntad del pueblo y goce de amplia legitimidad”.

Asimismo, la autoridad electoral debe ser profesional, imparcial y asegurar la transparencia en todas las fases del proceso. Según la ONU, los órganos de gestión electoral no sólo deben ser capaces de realizar “su labor con eficacia y hacerlo sin estar sujetos a la influencia política, sino que debería percibirse que así lo hacen”. En tal sentido, la independencia del poder electoral “no solo se basa en los reglamentos que lo protegen, sino que también depende de la perspectiva del observador: los votantes y los partidos”.

Por lo tanto, la credibilidad de una elección es consecuencia directa del “nivel de respeto de los principios democráticos de sufragio universal e igualdad política” y “la profesionalidad, precisión, imparcialidad y transparencia de las elecciones” en cada una de sus fases.

La ONU también ha advertido que “el fraude es una perversión de la democracia y una violación de los derechos de las personas” y recuerda que “no es lo mismo una elección en la que ha habido fraudes y una elección fraudulenta”. Ambas situaciones “pueden minar gravemente los procesos electorales, ya que socavan la confianza en el sistema político existente. El resultado puede ser la polarización, los disturbios, la ruptura del diálogo político y, quizá, un brote de violencia”.

El sistema de Naciones Unidas trata de ayudar a los Estados Miembros que así lo soliciten, procurando actuar con imparcialidad política y poniendo en práctica el conjunto de conocimientos especializados a nivel mundial que tiene a su disposición. Además, al igual que otras organizaciones internacionales, la ONU tiene la ventaja que puede poner en práctica una asistencia multidimensional que aproveche no sólo a sus expertos en materia electoral, sino en temas de desarrollo, derechos humanos, igualdad de género y migración.

En el caso venezolano, el envío de una misión de evaluación o la provisión de asistencia electoral puntual por parte de la ONU no legitima el proceso y mucho menos su eventual resultado. Máxime cuando ya es evidente que es muy poco probable que la ONU pueda desplegar una misión de observación electoral o algún otro mecanismo de asistencia electoral más amplio, como la certificación o verificación de la elección. Esas modalidades no sólo requieren la autorización de órganos como el Consejo de Seguridad o la Asamblea General de la ONU, sino que requieren de tiempo suficiente para ser ejecutadas correctamente. De aquí al 20 de mayo ese tiempo no existe.

Lo que está por verse es si finalmente el régimen de Nicolás Maduro permite una misión de evaluación de la ONU, la cual podría, por acción u omisión, esbozar que no están dadas las condiciones básicas para un proceso creíble.

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