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Cuando el exilio es la última opción…

Aún no se han celebrado las elecciones y la cantidad de quienes buscan asilo ha aumentado increíblemente. ¿Qué va a pasar después del 7 de noviembre?

Me imagino que han leído o visto los reportajes sobre las largas filas que ha habido para sacar un pasaporte en Migración y Extranjería. Esas filas—que han salido hasta la calle—son de personas que en su mayoría están planeando para lo peor—tener que dejar todo atrás y abandonar el país porque como diría el buen nica: “Con estos majes ya no se puede”.

No es algo de sentirse orgulloso… El tener que exiliarse no causa alegría para quienes lo hacen, nadie se va de su patria, del lugar que los vio nacer, crecer y aportar, para simplemente irse y contribuir a otro. Y por mucho que los que residen en El Carmen y todos los que aún los apoyan o reciben su dinerito por su solidaridad al marcar “me divierte” en cada publicación social, la salida forzosa de miles de compatriotas es un enorme problema donde todos pierden.

Y si no me creen, recuerden lo que pasó en Nicaragua la última vez que hubo un éxodo masivo.

Los que se van lo hacen porque quieren vivir sin miedo y buscan cómo alejarse de la maldición encarnada que es otra dictadura más en la triste historia de Nicaragua. Ninguno que sale bajo la sombra de la oscuridad desea alejarse de su familia ni de la vida que llevaba, pero desgraciadamente la realidad es que no tienen otra opción. El asedio y maltrato de personas sin escrúpulos que solo conocen el odio enmascarado como paz es—para algunos—demasiado.

Y al llegar a su destino, después de haber pasado por circunstancias precarias y hasta peligrosas o, los que logran salir tranquilamente por algún medio de transporte, tendrán que tomar la difícil decisión de pedir asilo o aguantar lo más que puedan en una nación que no es la suya.

La gran mayoría de personas que deciden exiliarse se van a Costa Rica donde las condiciones para muchos no son óptimas, mucho menos placenteras. ¿Cuántos hermanos y hermanas la están pasando mal, durmiendo en parques, sin poder encontrar un empleo digno o comer sus 3 tiempos? Aún no se han celebrado las elecciones y la cantidad, ya enorme, de quienes buscan asilo en el país vecino sigue aumentando rápidamente. ¿Qué va a pasar después del 7 de noviembre? Creo que todos sabemos esa respuesta. Si en junio la cifra de solicitudes en Costa Rica saltó a más de 4 mil (según Confidencial) entonces ¿se imaginan quizás el doble después de noviembre?

Antes que me digan: “¡Qué exagerado este!”, repito lo siguiente: pónganse a recordar la cantidad de personas que se exiliaron en los 80 y después hablamos.

Hablando de los 80, los que deciden viajar con rumbo norte tienen un problema aún más grande. Hay que ser claro, los tiempos han cambiado y Estados Unidos no quiere que los que salen de su país en búsqueda de algo mejor o seguro lo hagan de forma “ilegal”. Hay quienes piensan que cruzar la frontera por el río Grande, llegar a un puesto fronterizo o arribar por avión y entregarse a un agente aduanero y decir “Estoy aquí para solicitar asilo” es la mejor manera de poder ingresar y quedarse. Lastimosamente están equivocados, ya que las leyes en Estados Unidos han cambiado y no para el beneficio de quienes buscan refugiarse lejos de Nicaragua.

En los 80 hubo amnistía y los nicaragüenses que huyeron debido a la guerra pudieron llegar de múltiples formas y no ser devueltos al país. Pero ahora, y especialmente con los últimos cambios hechos por la administración de Donald Trump, la posibilidad de llegar “así por así” ya no existe. Miren el caso de Valeska Sandoval, quien salió de Nicaragua y paró en México, donde pasó momentos de peligro y desesperación. Cuando finalmente decidió llegar a la frontera con Estados Unidos y entregarse a los agentes, su caso ni siquiera llegó a la vista de un juez. Sus pruebas y su palabra no la ayudaron y fue enviada de vuelta a Nicaragua porque cometió un ‘crimen’ con solo pisar suelo norteamericano ilegalmente.

Ahora piensen en todos aquellos que salieron, pasaron por otros países centroamericanos y por México, hasta llegar al río Grande. Piensen en todas las dificultades, amenazas, robos, secuestros y hasta muertes. La realidad es dura y fea, ¿verdad?

Yo no estoy diciendo que no lo hagan… Los que deciden hacer un viaje con tanta incertidumbre tienen sus razones, pero hay que señalar una cruda realidad al llegar a la frontera con Estados Unidos—el peligro de ser negada su solicitud y tener que retornar a Nicaragua es alto, y eso nadie se lo dice o uno no se molesta en averiguarlo.

La abogada Astrid Montealegre, quien representa NAHRA (Alianza nicaragüense-norteamericano para los derechos humanos), una organización que tiene como misión ayudar a aquellos que buscan refugio de la dictadura en Estados Unidos, ha enfatizado la importancia de buscar cómo no entrar ilegalmente al país para pedir asilo. Ella y quienes trabajan a su lado hacen lo que pueden para asistir a los exiliados para que puedan ingresar de forma legal y tener una mejor oportunidad de ser aceptados. Su recomendación es de pensar bien las cosas antes de partir. Cruzar con coyotes o por tu cuenta es sumamente peligroso y llegar a entregarte como lo hizo recientemente el excarcelado Nahiroby Olivas, es muy mal visto por las autoridades. Yo no culpo a personas como Nahiroby, yo solo digo una realidad—son decisiones muy difíciles de tomar—pero hay mejores formas, es cuestión de saberlos y comunicarse con los que pueden ofrecer mejores consejos.

También hay que señalar la importancia de saber ser paciente en cuanto a revelar que alguien ha optado por abandonar el país. Es imprudente comunicar a los 4 vientos que ciertas personas llegaron a X nación para solicitar asilo sin antes estar seguros de que llegaron a salvo o que lo obtendrán. Astrid también hace énfasis en la importancia de la seguridad y privacidad de quienes buscan escaparse de las garras de la dictadura y de la responsabilidad que tienen, no solo los medios de comunicación, sino también personas que usan las redes para publicar dichas revelaciones. Estoy claro de que no lo hacen por maldad, pero un poco más de prudencia podría significar mucho para las personas que se han arriesgado el pellejo para llegar a un lugar que fácilmente les puede decir “no, lo siento, va de vuelta”. Además, el hecho que uno se vaya no significa que el resto de la familia se vaya también… Son ellos los que tienen que seguir aguantando las visitas de paramilitares y agentes de la Policía Nacional.
No es cuestión de cobardía, como han criticado algunos por las redes sociales, es más bien sobrevivencia. Exiliarse no es divertido, tampoco la mejor opción. Pero cuando no hay de otra y la situación se vuelve de vida o muerte (o encarcelamiento), entonces debe de ser una decisión tomada y planeada correctamente, porque existen casos positivos de exiliados que logran obtener asilo y llegan a reanudar sus vidas en tierras lejanas; desafortunadamente, muchos no volverán, y es ahí—como dije al inicio—que Nicaragua pierde.

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