Cuando la limosna rusa es grande…
Algo turbio y demasiado peligroso traman esos que, sin producir algo más que consignas y promesas, se muestran más confiados que confiables ante los rusos.

LA HABANA, Cuba. – Dice el vicepresidente del Gobierno ruso que ya tienen un plan para invertir más de 1.000 millones de dólares en Cuba porque la Isla es un “socio confiable”, aunque se trata del mismo socio que apenas en abril recibió 60 millones en créditos para la compra de petróleo, y que adeuda más de cinco veces esa cantidad tan solo en un año, sin contar los impagos descomunales pertenecientes a años anteriores, así como los aplazamientos, renegociaciones y condonaciones de la añeja deuda con Moscú, apenas en virtud de una “confianza” que no tendría más explicación que la desmemoria o la locura.
Bajo la fusta de Vladímir Putin, los rusos del Kremlin pueden ser terribles, enfermizos, alocados pero, en cuanto al dinero prestado, más en medio de la costosa guerra contra Ucrania, son lo suficientemente cuerdos y memoriosos, de modo que lo anunciado en La Habana por Dmitri Chernyshenko hay que observarlo con mucho cuidado puesto que, evidentemente, tanta voluntad de financiamiento no se trata de una “ayuda” sino de un verdadero plan de posicionamiento estratégico que probablemente busca usar a Cuba como base militar rusa a solo unas millas de Estados Unidos.
Una posibilidad nada descabellada cuando no solo sucedió en el pasado sino cuando de nuevo hay cientos de militares cubanos entrenándose en las academias rusas y bielorrusas, cuando la mayor parte de las delegaciones cubanas que visitan Moscú están encabezadas por altos cargos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y cuando la inteligencia ucraniana detecta más de 1.000 efectivos cubanos involucrados en la invasión, lo que fácilmente se empata con la actualización del armamento, con las sistemáticas visitas de Chernyshenko no solo a La Habana, sino a las provincias donde, al parecer, tiene algún “objetivo de interés” por verificar.
Los rusos están demasiado entusiasmados con su “socio confiable”, a pesar de la proverbial poca fiabilidad que los caracteriza y, sobre todo, a pesar de los constantes fracasos en materia de turismo e intercambio comercial, dos renglones que les hubieran servido para enmascarar soldados entre vacacionistas, sin que ningún gobierno u organismo internacional pudiera denunciar un significativo movimiento de tropas (y armamentos, que las armas enviadas a Corea del Norte se iban en las bodegas del barco granelero Chong Chon Gang, escondidas entre toneladas de azúcar).
De hecho, de acuerdo con información recabada por quien suscribe estas líneas, proveniente de fuentes en las FAR, los militares cubanos que viajan a Moscú para recibir entrenamiento lo hacen bajo estrictas normas de discreción, vestidos de civil y con pasaporte ordinario, así como quienes terminan como mercenarios contra Ucrania viajan como turistas, aprovechando la misma oleada migratoria que ha servido al régimen para invadir silenciosamente Estados Unidos con tipos como, por ejemplo, Jorge Javier Rodríguez Cabrera, del que sería oportuno señalar, además de lo revelado por otros, que no solo es el “amigo íntimo” del nieto de Raúl Castro sino su primo por línea paterna y que, además de su formación como diplomático, recibió entrenamiento militar en las mismas academias cubanas y rusas que los otros Rodríguez, tanto al que le llaman “El Cangrejo” como al difunto padre de este, otrora jefe máximo de GAESA, es decir, de la economía y las finanzas de la Isla.
Pero, retornando a lo que aquí nos preocupa, lo que la prensa del régimen y los medios oficiales rusos llaman “apoyo” a un “socio confiable” debería ser analizado no solo a la luz de las revelaciones de la inteligencia ucraniana, o de la cooperación “desinteresada” de Bielorrusia en la reparación y modernización del armamento soviético en Cuba (eso es lo que nos dejan saber, y esa “distracción” es la que les permitiría ir un poco más allá del “soporte técnico”), sino sobre todo en la creciente evidencia de bases de espionaje de China, otro “socio confiable” de Rusia que no dudaría en compartir información con esta, así como no dudan en relación con sus intereses mutuos en un momento de guerra comercial y guerra convencional.
Lo que está pasando en Cuba con los rusos va mucho más allá de una cuestión rutinaria de “ayuda exterior” y la evidencia no es solo el hecho de que Miguel Díaz-Canel se fuera a Moscú a “rendir honores por ayuda” usando un reloj de 20.000 dólares, sino en la sospechosa persistencia del Kremlin a pesar de los fracasos, de los impagos que ya huelen a engaño (y sobre los cuales China, si de verdad no tuviera otros “intereses geoestratégicos” en la Isla, ya les hubiera advertido), en las frecuentes visitas de Chernyshenko que lleva más de tres en menos de un año pero, sobre todo, en la innegable presencia militar rusa y china en las unidades militares cubanas, algo muy difícil de disimular por más que se lo propongan, mucho menos aquí donde todo se sabe, donde los campamentos y grandes unidades están a la vuelta de la esquina, donde los militares pueden ser tus vecinos, los soldados son tus hijos y donde los ojos rasgados, las pieles pálidas, el cabello rubio, el “hablado raro” te descubren al instante.
Hay movimiento de tropas rusas en Cuba y hay movimiento de efectivos cubanos en Moscú y Ucrania. No es una suposición sino algo evidente para cualquiera que observe a su alrededor, incluso sin prestar demasiada atención. No son turistas, tampoco empresarios, como tampoco es “ayuda” la que están prestando al régimen cubano sino pago por algún acuerdo del que no sabemos los detalles, así como soporte y avituallamiento para sí mismos, tal como los chinos instalan sus paneles “de gratis” para generar la energía que consumen en “eso que están y no sabemos”, pero que sospechamos puesto que por más parques solares que inauguran por acá no terminan los apagones, ni siquiera los días de abundante sol.
Algo turbio y demasiado peligroso traman esos que, sin producir algo más que consignas y promesas, se muestran más confiados que confiables frente a unos rusos que parecen más astutos que crédulos y dadivosos. Como dice el refranero popular: cuando la limosna es mucha hasta el santo desconfía.