Cuba: Balance y enseñanzas de la recién concluida serie nacional de béisbol
Un aficionado en la Esquina Caliente muestra un periódico ‘Granma’ con noticias sobre béisbol. (14ymedio)
La serie nacional de béisbol es apenas un recuerdo y en las peñas deportivas cada día disminuyen los comentarios sobre la más importante cita de la pelota cubana. Sin embargo, también es tiempo para hacer balance, ahora que la pasión del momento se ha enfriado y las enseñanzas salen a flote.
Los más fieles seguidores del pasatiempo nacional sopesan los aciertos y problemas de la última edición del campeonato nacional y vaticinan cómo serán los próximos. La serie que recién ha concluido, protagonizada por más de 400 atletas, fue la más larga de la historia. Durante su desarrollo ocurrieron cinco paradas, motivadas por lides internacionales, contrataciones, topes y juegos de exhibición.
A las interrupciones hay que sumarles la creciente fuga de peloteros que buscan jugar en ligas extranjeras, como la espectacular escapada de los hermanos Gourriel en la República Dominicana, un hecho que dio más que hablar en el país que la mayor parte de los partidos del clásico cubano.
Sin embargo, esos sucesos le han restado poco brillo a la actuación de los Tigres de Ciego de Ávila. En especial porque con anterioridad solo Industriales, Santiago de Cuba, Villa Clara, Henequeneros y Pinar del Río habían sido capaces de ganar dos temporadas seguidas. Este equipo ha disputado cuatro finales en seis campañas y conseguido tres títulos en cinco años.
El plantel de Roger Machado también resultó afectado por los problemas que marcaron toda la Serie pero una sólida formación en la base, de la que carecen otras escuadras, le hizo tener siempre el relevo listo, sin necesidad de improvisar con hombres sin méritos suficientes.
Los especialistas están de acuerdo en que los equipos que llegaron al play off no contaron con suficiente calidad en la defensa, como tampoco en el pitcheo
Los especialistas están de acuerdo en que los equipos que llegaron al play off no contaron con suficiente calidad en la defensa, como tampoco en el pitcheo. Esos fallos permitieron casi cinco carreras por partido, lo cual concuerda con un promedio ofensivo colectivo de 285. La disciplina de los jugadores y el trabajo de los árbitros no resultaron tampoco el fuerte del evento.
La transmisión del evento a través de los medios nacionales tampoco escapa de los problemas. Junto a los altibajos técnicos quedó en evidencia la saturación de propaganda política que acompañó la narración de cada partido. Aunque se debe reconocer la disminución en el uso de adjetivos descalificadores hacia los peloteros que se van del país en busca de mejor futuro.
Cada día los narradores deportivos cubanos habla menos de “traidores” y “mercenarios” cuando aluden a los atletas que se fugan de la Isla. Han comenzado a sustituir esas hirientes palabras por el término “éxodo” ante la apabullante realidad de que solo en 2015 salieron del país más de 100 jugadores y, en los últimos tres años, lo han hecho casi 400.
El gobierno cubano se empeña en controlar todo lo relacionado con el béisbol, mientras por otra parte se despreocupa de la formación de los jugadores en la base
Aquellos que llevan años viviendo la pasión beisbolera, como quienes estrenan fanatismo deportivo, coinciden en un punto: el béisbol cubano debe cambiar para no caer aún más bajo. Pero es difícil sentirse optimista cuando son unos pocos “por allá arriba” los que decidirán su futuro.
El gobierno cubano se empeña en controlar todo lo relacionado con el béisbol, mientras por otra parte se despreocupa de la formación de los jugadores en la base. Los jóvenes talentos padecen la carencia de terrenos adecuados para encaminar su pasión, junto al alto costo del uniforme y de los implementos deportivos.
Entre los retos que enfrentan las autoridades deportivas se encuentra también recuperar a la afición más joven. Un sector de la población que hace unos años era común ver en las calles y los parques jugando pelota, pero que en la actualidad vive un creciente apego por el fútbol. Los problemas materiales y organizativos que atraviesa el béisbol cubano fomentan esa nueva predilección. Algo que no podrá solucionarse por decreto, ni con llamados al patriotismo o por obra y gracia de la voluntad política.
Cualquier cambio que se haga en el futuro inmediato no mejorará a corto plazo el pitcheo, pues para ello se necesita de un trabajo paciente y sostenido. Por el momento ninguno de los 16 equipos que participan en la serie tiene más de tres o cuatro lanzadores efectivos y con esa limitación es imposible que se pueda llevar a cabo una rotación de lanzadores como en la liga estadounidense o la japonesa.
En medio de este panorama muchos se preguntan cómo será la próxima serie. Se sabe que comenzará en agosto, en coincidencia con los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y que tendrá una nueva estructura. Se mantendrá la adición de los tres refuerzos para las semifinales, que resultó positiva, aunque quizás no tanto como lo esperado. Fuera de eso, poco se ha informado y no hay por qué hacerse demasiadas ilusiones.