Cuba comunista: El diario infierno de las cubanas
No es solo el aislamiento, las humillaciones y los atropellos lo que están padeciendo las presas políticas cubanas hoy, sino la lenta desintegración de sus cuerpos y su salud
De los 992 personas presas políticas, o de conciencia, que hay en Cuba actualmente, 106 son mujeres. Ellas son víctimas de las más recientes olas represivas, comunes en un régimen comunista que condenó a unas 6000 cubanas al presidio. Esa práctica continúa hasta nuestros días.
Según el informe “Voces de Resistencia: Mujeres presas políticas en Cuba” (2021) del Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos radicado en Washington, DC, “presa política” es toda mujer detenida “en violación de sus garantías fundamentales establecidas en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre o la Declaración Universal de Derechos Humanos”. Aquí se incluyen la libertad de opinión, expresión, reunión, asociación, religión y culto.
Asimismo, también se consideran en esta categoría las mujeres que han sido detenidas “por razones puramente políticas” o “injustamente” sin haber cometido delito alguno o bajo cargos falsos, y haber sido juzgadas sumariamente tras acusaciones fraudulentas, sin tener acceso a una defensa apropiada, ni al debido proceso.
Tanto el Centro de Información Legal Cubalex desde EE. UU., como la ONG Prisoners Defenders desde España y disímiles medios digitales han publicado los nombres de casi todas las presas políticas. Del texto “Mujeres en el presidio político cubano, las ‘sediciosas’ de la ‘revolución’”, escrito por Darcy Borrero Batista y publicado en YucaByte en junio 2022, he tomado datos para mencionar solo unas cuantas condenas de privación de libertad, mayormente contra cubanas arrestadas durante las protestas del 11 y 12 de julio de 2021:
Raquel Márquez Vázquez, de 57 años de edad, a cuatro años; Aymara Nieto Muñoz, de 43 años, a cuatro años; Sissy Abascal, de 24 años, a seis años; Taimir García Meriño, de 43 años, a cinco años; Reyna Barreto Batista, de 22 años, a cuatro años; Rosa Millo Espinosa, de 26 años, a seis años; María de Jesús Terrás Díaz, de 37 años, a siete años; Odette Hernández Cruzata, de 32 años, a 10 años; Karen Vázquez Pérez, de 41 años, a siete años; Jessica Torres Calvo, de 27 años, a 10 años; Lilliana Oropesa Ferrer, de 20 años, a cinco años; Amanda Dalai Matamoro Cabrera, de 25 años, a cuatro años; Yaquelín Castilo García, de 49 años, a 11 años; Iris Belkis Oduardo Rodríguez, de 55 años, a 14 años; María Cristina Garrido Rodríguez, de 41 años, a siete años; Gloria María López Valle, de 47 años, a cinco años; Brenda Díaz García, de 27 años, a 14 años; Mariuska Díaz Calvo, de 51 años, a 15 años; Daisy Rodríguez Alfonso, de 38 años, a ocho años; Katia Beirut Rodríguez, de 35 años, a 10 años; Mailene Noguera Santiesteban, de 34 años, cuatro años y seis meses; Ana Luisa Ávila Morales, dos años y nueve meses; Lisandra Góngora Espinosa, de 35 años, a 14 años; Nidia Bienes Paseiros, de 34 años, a ocho años; Doraida Pérez Paseiros, de 50 años, a ocho años; Arianna López Roque, de 31 años, a ocho años; Miriam Martín Taquechel, de 24 años, a tres años; Mackyanis Román Rodríguez, de 23 años, a 10 años; Leidis Eva García Fuentes, de 30 años, a 10 años y seis meses; Leidiana Prohía Guevara, de 31 años, a 12 años; Angélica Garrido Rodríguez, de 39 años, a tres años; Lysdiany Rodríguez Isaac, de 22 años, a ocho años; Yunaisy Linares Rodríguez, de 24 años, a ocho años; Mercy Daniela Picks Martínez, de 23 años, a cuatro años; Jessica Cohimbra Noriega, de 26 años, a cinco años; Patricia Lázara Acosta Sánchez, de 20 años, a siete años; Saily Navarro Alvarez, de 35 años, a ocho años; Tania Echevarría Menéndez, de 50 años, a seis años; Yainelis Pérez González, de 35 años, a 20 años; Yilián Oramas García, de 41 años, a seis años; Yurema Ramos Abad, de 25 años, a 12 años; Yusmely Moreno Mayabeque, de 44 años, a tres años; Yusnaira González Pérez, de 26 años, a cinco años.
Cubanas de entre 20 y 57 años de edad. Blancas, negras, mestizas. La mayoría con hijos e hijas menores de edad o madres mayores, enfermas, sin alimentación adecuada ni medicamentos; con esposos desolados, dejados a su suerte para proveer sustento a la familia, acosados todos por la Seguridad del Estado, el CDR y la Policía Nacional Revolucionaria.
Cubanas que ya han entrado en la menopausia, que padecen de los malestares y dolencias de esa transición corporal, muchas con fibromas que las desangran cíclicamente, que duelen, y que son malamente atendidas por el matarife ginecólogo de la prisión, sin acceso a remedios ni a la cantidad de íntimas necesarias, con la poca higiene que existe en esos calabozos repletos de cucarachas, donde no hay inodoros ni agua corriente, ni colchones o almohadas, ni sábanas limpias, ni blúmeres secados al sol, ni suplementos vitamínicos, ni un ventilador que refresque los sofocos y calores, ni tratamiento hormonal para aliviar los síntomas.
Cubanas en plena juventud, que menstrúan cada 28 días, que precisan dos paquetes de almohadillas sanitarias al mes para que la sangre no llegue al río, aunque el racionamiento nacional no priorice a las presas políticas. Jóvenes sin acceso a analgésicos que alivien los cólicos menstruales y los dolores de cabeza, mal alimentadas y desnutridas, que pasarán los próximos cinco o 10 años muriendo poco a poco en vida, a no ser que el régimen le preste atención a la petición del papa Francisco, y a las condenas internacionales por violar los derechos humanos y los derechos de las mujeres. Ya lo dijo Hillary Clinton en Beijing el 5 de septiembre de 1995, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer: “Los derechos de las mujeres son derechos humanos”.