¿Cuba, la futura Vietnam de América Latina?
Se está hablando mucho últimamente que la “nueva Cuba”, la que va a surgir supuestamente tras la salida del poder de la familia Castro, podría convertirse en la nueva Vietnam de América Latina.
Permítanme que dude de ese exagerado optimismo. Para imitar el auge económico e industrial en que se encuentra la Vietnam actual, la nueva Cuba tendría que reconocer que el socialismo puede sobrevivir con una apertura a una economía capitalista y a la inversión extranjera.
El 19 de abril, el presidente de Cuba, Raúl Castro, va a dejar el cargo y lo más probable es que lo sustituya el actual vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel.
Este último es un político joven y no octogenario como la actual cúpula dirigente. Pero es un ferviente burócrata del Partido Comunista Cubano (PCC).
No se sabe cuáles son las intenciones del próximo presidente de la isla, pero los presagios es que será “más de lo mismo”.
Para eso, estarán vigilando sus pasos Castro, que seguirá como Secretario General del PCC y los viejos líderes de la revolución cubana, muy adeptos a las prácticas estalinistas.
¿Cómo es posible que un país, como Vietnam, que quedó casi destruido tras la guerra con Estados Unidos de más de 20 años, se ha convertido en una potencia económica en Asia?
Sin abandonar sus principios socialistas, ese país supo abrir su empírica economía al libre mercado, a la empresa privada y abrió sus puertas a la inversión extranjera.
Si uno compra una camisa en una tienda en Europa, hay muchas probabilidades que diga “Made in Vietnam”. ¿Cuándo vamos a ver una que diga “Made in Cuba”?
El periodista uruguayo Fernando Ravsberg, corresponsal de “Público” en Cuba, lo ilustra muy bien en un interesante artículo:
“Fueron especialistas cubanos los que les enseñaron a los vietnamitas a sembrar café y también el arte de criar tilapias. Hoy ellos exportan y Cuba importa café y pescado. ¿Y todavía hay quienes se preguntan, cuál será el mejor modelo de socialismo?”.
En Cuba existe la mano de obra especializada. Lo que no hay es la voluntad política de hacer cambios drásticos a una economía estatizada moribunda, que no ha funcionado, tras más de 50 años de la dictadura de los hermanos Castro, Fidel y Raúl.
En Vietnam, en cambio, se pusieron a trabajar tras la guerra, a privatizar más de 4,000 empresas estatales que no funcionaban, abrieron las puertas a la inversión extranjera, al mercado capitalista y a que su mano de obra barata cosiera camisas bajo patrones americanos.
En Cuba, en cambio, hay miles de cooperativas improductivas o cerradas.
Y los únicos emprendedores privados son algunos dueños de restaurantes en La Habana, vigilados de cerca para que no se vuelvan “muy ricos”, que eso está mal visto en la presunta sociedad igualitaria cubana.
En Hanoi y Ho Chi Minh (ex Saigón) en cambio, los millonarios abundan y no esconden su nueva riqueza. No olvidan la guerra pasada, pero la han dejado a un lado.
Las cifras comparativas entre la actual República Socialista de Vietnam (con una población de 92 millones) y Cuba (12 millones), son apabullantes.
La economía de Vietnam, dominada por civiles, se ha convertido en la número 35 del mundo por su volumen de Producto Interno Bruto (PIB), que es de 202 mil millones de dólares y un crecimiento anual de un increíble 6.2 por ciento.
En Cuba (con una economía controlada por militares y en el puesto 78 del mundo), el PIB es apenas de 87 mil millones de dólares en una economía estancada o en recesión, que apenas tuvo un crecimiento del 0.5 por ciento en 2017, según la CEPAL.