Cuba: La Generación Y tras las rejas
Con la publicación de la Gaceta Oficial No. 31, muchas han sido las opiniones publicadas sobre el indulto otorgado a 3.522 presos antes de la visita del papa Francisco. La mayoría de las críticas se han dirigido al hecho de que entre los beneficiados no se incluyan condenados por motivaciones políticas. Sin embargo, al repasar la relación de prisioneros a excarcelar, otro elemento salta a la vista.
Al menos 411 de los indultados llevan nombres que comienzan con “i griega”, lo que significa más de un 11 por ciento de la cifra total. Se podría asegurar que se trata de personas que tienen entre 20 y 45 años, pues desde principios de la década del setenta y hasta entrados los años noventa estuvo de moda en Cuba llamar a los hijos con la penúltima letra del abecedario. Estamos en presencia entonces de “el hombre nuevo”, ese ser que nació y creció en una sociedad que se sentía parte de la “utopía”, vivió bajo el subsidio soviético y el excesivo adoctrinamiento ideológico. ¿Cómo es posible que tanta de esa arcilla humana haya terminado tras las rejas?
¿Cómo es posible que tanta de esa arcilla humana haya terminado tras las rejas?
Carne de laboratorio social y piel de prisión, la Generación Y está muy alejada de lo que se proyectó para ella. Le ha tocado vivir un país diferente al que le prometieron, y para sobrevivir en esa jungla ha tenido que hacer todo lo contrario de lo que le enseñaron. Aunque el listado de los presos a liberar no incluye el delito por el que fue juzgado cada uno, es fácil aventurar qué llevó a muchos de esos hombres y mujeres de la utopía a terminar en una celda.
Quizás esté entre ellos Yoandis el que mató una vaca para dar de comer a su familia o Yuniesqui quien robó combustible de la empresa para revenderlo en el mercado ilegal y compensar su bajo salario. ¿Quién sabe si alguna Yordanka a la que la violencia de género le hizo tomar el camino de la venganza marital, se encuentra también en esa relación? ¿O Yusimí, la que aprendió desde pequeña en el solar donde vivía que era mejor golpear primero que golpear dos veces? De pioneritos con pañoletas de colores, pasaron a ser reos de uniforme gris; de la Cuba de los manuales de marxismo cayeron en el país real.
Una generación atrapada por las circunstancias, obligada muchas veces a delinquir, empujada otras a escapar y condenada a las pocas oportunidades. Las 411 familias de estos hijos del experimento cubano estarán por estos días aliviadas de verlos retornar, al igual que los parientes del resto de los indultados. Pero, la sociedad que encontrarán al traspasar las rejas sigue desmintiendo aquella que una vez les explicaron frente a las pizarras y en los matutinos. La cárcel ha sido parte de la alquimia social que les ha tocado.