Democracia y Política

Cuba: La juventud no espera nada del X Congreso de la UJC

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Se tiene la impresión de que basta con cambiar el lenguaje para entenderse mejor con los jóvenes.

El X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), que se realizará en La Habana del 17 al 19 de julio, muestra desde su extensa preparación las mismas viejas contradicciones que lastran a este tipo de evento. Es una fórmula que se repite, ya sea un conclave de campesinos, artistas, mujeres o periodistas: una cosa es lo que desea la membresía desde dentro y otra lo que desde afuera impone el partido-Estado a cada institución.

Si esta «magna cita de la juventud cubana» cumpliera con sus declaradas intenciones de que la organización se parezca cada día más a los jóvenes que representa, terminaría por dar un vuelco radical donde se incluiría desde el cambio de nombre de la institución hasta una renovación de sus estatutos y documentos rectores. Si, por el contrario, se acatan los lineamientos y «preclaras orientaciones» emanadas desde la máxima instancia, solo se modificarían aquellos detalles que entorpecen el engranaje que favorece la obediencia.

Existe el sincero deseo de muchos militantes de eliminar todos los mecanismos burocráticos que convierten a la UJC en una entidad inerte, cuya única razón de ser es efectuar la cotización y tener bien archivadas las copias de las actas que se envían a la dirección municipal desde cada Comité de Base. Rellenar modelos, elevar inquietudes que nunca reciben una respuesta, asistir como el invitado de piedra a los Consejos de Dirección de los centros estudiantiles o laborales, exhortar a la masa juvenil a producir o estudiar más y comportarse como el delator de las ilegalidades, ha sido el frustrante rol que han tenido que desempeñar muchos cuadros de la organización, o al menos esa suele ser la imagen estereotipada que de muchos de ellos tienen los jóvenes que no militan en la UJC.

Se tiene la impresión de que basta con cambiar el lenguaje para entenderse mejor con los jóvenes cuyos códigos de comunicación están notoriamente alejados de la jerga llena de consignas y de la retórica triunfalista. Lo que el discurso oficial considera políticamente correcto suele parecerles cheo y aburrido a los menores de 20 años; en cambio, lo que se presenta como transgresor, o al menos novedoso, capta inmediatamente su atención. Cuando un dirigente de la UJC colabora con la directora de un preuniversitario para que los estudiantes usen el uniforme como es debido y se corten el cabello de forma correcta, lo único que logra es caerle mal a quienes escuchan su descarga, no importa que lo diga como un catecismo o como un rap. No lo van a escuchar.

Si realmente los intereses de las nuevas generaciones estuvieran proporcionalmente representados, las discusiones se convertirían en un campo de batalla

Una de las temáticas del X Congreso se refiere al consumo cultural y las opciones recreativas. Si realmente los intereses de las nuevas generaciones (sean validos o no) estuvieran proporcionalmente representados, las discusiones se convertirían en un campo de batalla. Por una parte, la preocupación gubernamental de que los patrones culturales, las matrices de opinión, los modos de vida globalizados a través de las nuevas tecnologías, puedan contaminar a los jóvenes cubanos; por la otra, el insaciable apetito de modernidad de quienes insisten en conducirse como la gente del siglo XXI.

Ninguno de los otros temas previstos, excepto el funcionamiento interno de la UJC, provocará intensos debates entre los asistentes al evento. Ni el proceso de actualización del modelo económico cubano, ni los nuevos escenarios de defensa de la Revolución, ni siquiera la participación de las organizaciones estudiantiles en las transformaciones educacionales, tienen oportunidad de convertirse en una noticia interesante.

Siempre queda la esperanza de que uno de los miembros de la delegación de Magarabomba rompa la rutina y como el siempre socorrido niño del cuento devele a todos los presentes que el rey está desnudo. Aún así, las cámaras de la televisión estarán enfocadas en otra escena y los periodistas acreditados ni siquiera se atreverán a tomar nota del hecho en sus agendas.

Al resumir el acto, Machado Ventura dirá que ese fue un congreso histórico y puestos de pie los delegados aplaudirán y corearán algún nuevo lema. Por cierto, se me iba a olvidar un detalle que ilustra la total ausencia de compromiso con el cambio:  Fidel Castro es uno de los 39 delegados al X Congreso de la UJC por la provincia de Santiago de Cuba.

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