Democracia y Política

Cuba y los agricultores norteamericanos

Un recorrido por los mercados agropecuarios en Cuba, el continuado desplome de la producción de café y las dificultades para incrementar la producción azucarera, de carne y leche vacuna, entre otros rubros, evidencian que el modelo económico no puede “actualizarse”. El gobierno cubano no logra disminuir las importaciones de alimentos. Sin embargo, las compras a Estados Unidos decrecen.

Entre 2007-2013, la producción de leche creció un 21% y la carne de res un 24%, pero solo llegaron al 52% y 46%, respectivamente, de lo producido en 1989. Para garantizar un litro de leche diario a los niños menores de 7 años, dietas médicas y el consumo de algunas instituciones de asistencia social se importa leche en polvo por aproximadamente mil millones de dólares anuales. La carne de res es un lujo para la mayoría de los cubanos, que compran en las tiendas por divisas estatales picadillo de baja calidad, cuando pueden, ya que por el racionamiento se vende menos de una libra al mes por persona de un picadillo mezclado, con una cantidad desconocida de carne de res. En total se adquiere en el exterior alimentos por casi 2 mil millones de dólares. Las compras a países afines como China y Viet Nam, por muy competitivos que resulten los precios, demandan fuertes pagos por fletes navieros y los suministros demoran. Puede preverse que, en las condiciones actuales de falta de insumos e incentivos al agricultor, la producción agropecuaria cubana no logrará crecimientos apreciables para sustituir las importaciones.

Por tanto, el mercado norteamericano podría revertir la tendencia a la baja e incrementa sus exportaciones a Cuba. Resulta lógico que los productores y empresarios a través de diversas organizaciones agrícolas y la Cámara de Comercio de Estados Unidos estén procurando crear condiciones para recuperar el mercado comenzado a mediados del siglo XVII, cuando Cuba era una colonia de España. “Entre 1795 y 1812, los duros años de las guerras y el bloqueo, Estados Unidos llegó a suministrar a Cuba hasta el 90% de sus necesidades alimentarias…”, según Manuel Moreno Fraginal en El Ingenio, donde expone la historia del surgimiento y desarrollo de las relaciones comerciales y técnicas que entrelazaban a nuestros dos países.

En el primer semestre de 2014, las exportaciones de Estados Unidos fueron de 211.9 millones de dólares, inferiores a los 257.3 millones en igual período de 2013, para un total anual de 359.4 millones. El declive es apreciable si se compara con los 711.5 millones en 2008, según Census Government/Foreign Trade Balance. Las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba difieren, con importaciones de 962.7 millones de dólares en 2008 y 401.8 millones en 2013. Estados Unidos llegó a ocupar el cuarto y quinto lugar en el comercio total cubano, superado por Venezuela, China, España y Brasil. Sin embargo, ha descendido cerca de Rusia (350.0 millones de dólares), país que por los vínculos políticos debería tener un mayor peso.

Los agricultores norteamericanos revigorizaron sus gestiones a principios de septiembre para que se aminoren las restricciones. Evidentemente preparan el ambiente para la etapa posterior a las elecciones de medio término en noviembre próximo. Si el resultado electoral mantiene o refuerza las posiciones adversas, no habrá progresos en el Congreso a corto plazo. Sin embargo, el presidente Obama podría adoptar algunas medidas de flexibilización y al unísono mantener la seguridad de pago por parte del gobierno cubano. En los años finales de su mandato no estará sometido a las presiones electorales, al tiempo que Hillary Clinton, eventual candidata presidencial del Partido Demócrata, ha reconocido la inoperancia del embargo comercial existente desde 1962.

Se trata de una visión de largo alcance, pues el incremento de las exportaciones de Estados Unidos reportaría puestos de trabajo y ganancias, y al mismo tiempo la presencia en Cuba podría repercutir en la exploración de negocios, la preparación de personal cubano y el aporte científico-técnico, necesarios para la futura reconstrucción de la economía cubana. Mientras, otros países están apresurando el posicionamiento ventajoso de sus empresas, muchos de ellos sin interés por el progreso de Cuba y su pueblo, que vive la crisis más profunda de su historia, una etapa difícil de definiciones.

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