Cuba: Modelos para armar la Transición.
En noviembre de 1975, hace casi 40 años, murió Franco y poco después comenzó la transición española hacia la democracia. ¿Es posible extraer alguna lección importante de esa experiencia para los cubanos? Creo que sí, pero es importante sentar previamente cinco premisas.
Primero. Todas las sociedades cambian de formas de gobierno porque las generaciones adquieren y sostienen distintas perspectivas. Cuando la dictadura cubana afirma que en 1959 los cubanos asumieron un tipo de gobierno permanente y suscribieron para siempre la fórmula revolucionaria de 1959, está diciendo algo que es peor que una estupidez: está planteando una imposibilidad. Es absurdo imponer un tipo de gobierno surgido de la idea de que la historia es inmutable y las personas no cambian.
Segundo. Las sociedades gobernadas por caudillos son más proclives a los cambios de sistema tan pronto desaparecen las personas que han asumido ese liderazgo absoluto. En España el inicio del cambio fue casi inmediato tras la desaparición física de Francisco Franco. En Cuba se ha dado una situación muy peculiar porque Fidel Castro no ha muerto y su larguísima agonía ha servido para apuntalar la figura de Raúl, pero cuando mueran los dos Castro están dadas todas las condiciones para que la cúpula dirigente comience inmediatamente un proceso de cambios.
Tercero. La atmósfera internacional contribuye a los cambios. Casi ningún país vive en el vacío. Cuba es una nación situada en la encrucijada de América. Desde finales del XVIII las ideas de la Ilustración golpearon con fuerza en la Isla, como revelan los posteriores escritos de Félix Varela o de Arango y Parreño, y en el XIX se fueron abriendo paso las ideas liberales encarnadas en el independentismo republicano. Hoy el paradigma de la democracia y el pluralismo es el que impera en el mundo, y todas las naciones de América Latina, aunque no siempre lo practiquen, buscan legitimidad amparándose bajo ese modelo de gobierno. Es un acto contra natura que el castrismo permanezca anclado en un sistema de partido único. Ese sistema, incapaz de rectificar seriamente porque quienes se equivocan son los mismos que evalúan los hechos, en gran medida es responsable de que Cuba sea la única nación del planeta que está hoy peor que hace 55 años.
Cuarto. La circunstancia política circundante influye notablemente en los cambios. En 1975, a la muerte de Franco, España tenía un gobierno anclado en la visión de los años 30 y de la Guerra Civil (1936-1939). Pero Europa había cambiado mucho. El fascismo había sido militarmente derrotado e ideológicamente pulverizado por el triunfo de la democracia. Los españoles además de querer cambiar el modelo político sabían hacia dónde dirigirse. Para ser un país normal y no una reliquia de los años treinta, el modelo obvio era el de las democracias liberales desarrolladas: Holanda, los países escandinavos, Alemania, Francia, Italia etc.
Quinto. Cuba tiene dos modelos en los cuales inspirarse. En Cuba debe quedar muy poca gente emocional e intelectualmente vinculada al marxismo leninismo. Casi 56 años de fracasos continuados es un periodo demasiado largo. La revolución comunista ha durado tanto como duró la república. Hasta ahora, lo que han logrado es demoler todo lo bueno que dejó el periodo republicano en el terreno material –y basta para confirmarlo recorrer las ruinas de La Habana y de todas las ciudades, o contemplar la destruida industria azucarera–, junto a una reiteración y multiplicación de los males: el caudillismo, la opresión, la corrupción, el militarismo, los atropellos a los Derechos Humanos, la falta de libertades, la violación de las leyes.
¿En qué se sostiene la lealtad política en ese sistema tan evidentemente fallido? Lo probable es que la lealtad al sistema sea, realmente, lealtad al caudillo, muchas veces confundida con temor. Pero, si la España postfranquista tenía un norte hacia el cual orientarse –Europa occidental–, ¿hacia dónde pueden dirigir la mirada los cubanos? Sin duda hacia los países satélites de la URSS en Europa oriental que abandonaron el comunismo. El gobierno cubano había uncido la Isla a ese universo y todos esos países abandonaron el comunismo y asumieron el modelo de la Democracia Liberal Desarrollada (DLD). Y a todos ellos les ha ido infinitamente mejor tras la llegada de la libertad. Ninguno ha querido volver al pasado comunista.
Se debe imitar de España el procedimiento para abandonar la dictadura en el campo político –“de la ley a la ley”, pacíficamente y por métodos electorales–, imitando los mejores ejemplos de Europa oriental para dejar atrás el colectivismo marxista-leninista y retomar la senda de la economía de mercado y la libertad económica.
Si se hace de esa manera, en una generación, Cuba estaría de nuevo en el pelotón de proa de América Latina.