Economía

Cuba puede aprender mucho de economía si mira hacia África

Aunque sea extraño buscar en África ideas para el desarrollo, allí se están dando elocuentes experimentos como los ocurridos antes entre las dos Alemanias o las dos Coreas.

Johannesburgo, Sudáfrica.
Johannesburgo, Sudáfrica. SOUTH AFRICA TOURISM

 

 

En 1995 casi el 40% de la población mundial vivía en extrema pobreza, 27 años después el porcentaje se había reducido a menos del 10%, según el Banco Mundial. ¡Fantástica victoria humana que no festejamos lo suficiente! Muy al contrario, casi toda la prensa y los políticos quieren que creamos que el mundo está empeorando, pero eso es falso. Aun en medio del suicidio cultural y económico que está protagonizando Occidente, en este planeta se vive hoy más y mejor que nunca.

La mayor parte de esa enorme mejoría sucede en Asia, donde el liberalismo económico que hoy denigran las universidades europeas y norteamericanas está obrando el mismo milagro que dos siglos antes realizó la Cristiandad, haciendo que en pocos años muchos países prosperasen más de lo que lo habían hecho los milenios precedentes.

África mejora menos, debido a sus particularidades históricas, geográficas y culturales, pero también mejora. Así, en el periodo antes señalado, redujo su extrema miseria de casi el 60% a un 38%. Y, aunque sigue siendo extraño buscar en África ideas para el desarrollo, allí se están dando elocuentes experimentos como los ocurridos antes entre las dos Alemanias o las dos Coreas. Veamos cómo, partiendo de condiciones similares, grupos homogéneos obtienen resultados totalmente diferentes en cuanto a bienestar, dependiendo de cuáles instituciones asuman.

Ruanda y Burundi (Imperio de la ley)

Ambos son pequeños países densamente poblados y sin salida al mar donde hace relativamente poco sucedieron genocidios contra minorías étnicas. Hasta inicio de los 2000 tenían ingresos similares, sin embargo, hoy el ingreso de los ruandeses triplica al de los burundeses ¿Qué pasó?

Aunque ninguno de estos dos países puede considerarse una democracia, Ruanda tiene un Gobierno funcional y poco corrupto, mientras Burundi va de golpe de Estado en golpe de Estado. El índice Ibrahim de Gobernabilidad Africana que mide 265 variables económicas, sociales, sanitarias y políticas, coloca a Ruanda en el puesto 12 a nivel continental, mientras Burundi es relegado al 43, casi el último.

Kenia y Tanzania (Modelo económico)

Cuando en los 60 se independizaron, estos países de fuerte base agrícola tenían indicadores muy similares, pero escogieron modelos económicos totalmente diferentes. Tanzania nacionalizó las grandes compañías, colectivizó la tierra y se propuso construir el «socialismo africano». Por su parte, Kenia abrazó el libre mercado. ¿Resultado? Hoy los kenianos son un 80% más ricos que sus vecinos tanzanos.

Zimbabue y Botswana (Política monetaria)

A comienzos de los 80 Zimbabue era más rico que Bostwana, pero la política monetaria del dictador Mugabe colapsó una economía ya tensa por las nacionalizaciones y reformas agrarias. Paralelamente, Seretse Khama y Ketumile Masire dotaban a Bostwana de estabilidad monetaria, libertad económica y, sin miedos populistas, privatizaban la extracción de los principales minerales del país, que quedaron en manos extranjeras, pero, pagando su justa parte en royalties al pueblo. Hoy el PIB per cápita de un botsuanés es nueve veces mayor que el de un zimbabuense.

Mauricio y Madagascar (Inversión extranjera)

En 1961, el Nobel en Economía James Meade usó a Mauricio como ejemplo de país sin futuro por su bajo desarrollo, baja industrialización, rápido crecimiento poblacional y tensiones étnicas. Sin embargo, la isla ha crecido más de 5% cada año desde 1970, multiplicando su economía por siete entre 1976 y 2008, lo que la coloca entre los países con mejor progresión del último siglo. El motor de tan vertiginoso desarrollo ha sido la inversión extranjera que afluye a una de las democracias más estables y menos corruptas de África.

Cuando en los 70 Mauricio comenzaba ese despegue, Madagascar optaba por el socialismo «a la malgache» nacionalizando industrias —incluidas petroleras norteamericanas— y estatalizando las tierras, lo que lo ha llevado a ser de los pocos países del mundo que son más pobre hoy que hace 30 años, y donde a nadie se le ocurre invertir medio dólar.

Nigeria y Sudáfrica (Diversificación económica y desigualdad política)

Gracias a poseer una de las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, Nigeria ha crecido notablemente, pero el país está atrapado en la «trampa de los recursos materiales o enfermedad holandesa», pues su boom petrolero destruyó al resto de la economía por una sobrevaluación de su moneda que encareció las exportaciones y abarató las importaciones, poniendo a toda otra industria nacional en desventaja competitiva con respecto al mundo.

Sudáfrica, aun con su conflicto racial, tejió una economía diversificada y competitiva gracias a la cual ha creado el país más moderno del continente.

Nigeria, siendo la mayor economía africana, concentra sus beneficios en una elite política extremadamente corrupta que ha empobrecido al resto del país. En el mismo periodo, Sudáfrica, la segunda economía continental, logró la mejor distribución horizontal de los beneficios económicos del África subsahariana. El índice Gini de Sudáfrica es casi el doble del de Nigeria.

Conclusiones

Políticas opuestas en países similares han llevado a resultados tan divergentes que permiten visualizar nítidamente qué funciona y qué no para aumentar la prosperidad general.

Pero aun estando claro de que es lo que hay que hacer en cada uno de los indicadores resaltados, el castrismo mantiene a Cuba mucho más cerca de la parte negativa del espectro que de la que fomenta el desarrollo: inexistente imperio de la ley, modelo económico probadamente fracasado, política monetaria inflacionaria, nula inversión extranjera y conversión de Cuba en estado monoproductor de habitaciones (vacías) de hotel.

Si en los años 50 Cuba podía compararse con lo mejor del mundo, en los años 2000 apenas puede compararse a lo peor. Gracias, Fidel.

 

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