Cuba vive momentos complejos, urgen soluciones efectivas
La reciente visita de Obama reavivó la preocupación en el Partido-Gobierno-Estado sobre la subversión desde dentro y ha disparado la energía negativa en los cuidadores del orden. El VII Congreso del PCC dejó muchas insatisfacciones, y el éxodo hacia EE UU por cualquier vía parece incrementarse, al tiempo que la situación se agrava para los Gobiernos aliados de Venezuela y Brasil.
Todo ello está generando un clima estresante en Cuba, pues parte del mundo oficial está viendo más amenazas que oportunidades por doquier y reaccionado indiscriminadamente.
Si no disminuyen esos niveles de presión, Cuba podría convertirse en una caldera que podría reventar.
Todos los involucrados deben ser tolerantes, pero siempre el poder y la fuerza deberían mostrar mayor disposición
Desde las posiciones del socialismo democrático hemos llamado muchas veces al diálogo, sin receptividad alguna por parte del Gobierno. El aumento del lenguaje intransigente, la represión de la oposición y hasta del pensamiento socialista diferente generan un caldo de cultivo propicio para un aumento de los partidarios de la confrontación en todas partes.
La situación en Venezuela y Brasil ha llegado a los límites actuales por la polarización, la intolerancia y la incapacidad de sus fuerzas políticas para sostener un diálogo que permita soluciones menos encontradas. Allá, hasta los caminos constitucionales parecen insuficientes. Y en Cuba, con Constitución y legislación deficitarias en materia democrática, las cosas pueden resultar peor.
Desgraciadamente a los cubanos nos sobra de guapería lo que nos falta de tolerancia. Maldecimos el Pacto del Zanjón, bendecimos la protesta de Baraguá y casi nadie sabe que Maceo salió de Cuba bajo la protección de Martínez Campos.
La historia enseña que el reconocimiento mutuo de las partes en conflicto es la base para el inicio del intercambio necesario, camino a la paz social. Todos los involucrados deben ser tolerantes, pero siempre el poder y la fuerza deberían mostrar mayor disposición.
Cualquier complicación de la situación interna en Cuba genera reacciones en EE UU, donde hay dos millones de cubanos
Hoy es urgente la creación de un clima de tolerancia encaminado al diálogo, a un proceso de reconciliación de la nación cubana, al establecimiento del respeto a todas las formas políticas de pensamiento. La Guerra Fría terminó, el estatalismo asalariado creído socialismo ha fracasado, el país necesita inversiones extranjeras, pero sobre todo el concurso mancomunado de todos sus hijos.
En estos momentos en que las cosas parecen complicarse por días, debemos buscar la manera de no contribuir al agravamiento del absurdo curso de agudizar las contradicciones al extremo, por el bien de todos.
Cuba tiene características muy específicas en su historia y geografía por la cercanía a EE UU. Según lo ha demostrado la tradición de las relaciones entre ambos países, cualquier complicación de la situación interna en Cuba genera reacciones en EE UU, donde hay dos millones de cubanos, buena parte de ellos concentrados en Florida, a 90 millas.
Desde 1959 las relaciones entre ambos países han sido conflictivas y lo siguen siendo a pesar del complejo proceso de «normalización» en movimiento.
No puede olvidarse que entre las mayores preocupaciones de EE UU en relación con Cuba está evitar una nueva situación tipo Mariel, por las implicaciones para su seguridad nacional, algo que está en el fondo de la nueva política hacia Cuba.
Todas las partes deberían mostrar la tolerancia que nunca hemos tenido los cubanos y, especialmente, debería disminuirse el clima de tensiones internas
En cambio, se aprecia un auge del éxodo por todas las vías posibles, especialmente por el Estrecho de Florida. Una situación de desesperación de miles de cubanos podría ser la llave que abra un escenario suficientemente complicado para que EE UU considere que debería actuar, no sabemos cómo. Igual, una eventual represión masiva de ciudadanos que podrían enfrentarse al Gobierno, si la situación se siguiera agravando y no encontrara una salida no violenta, también podría generar una acción directa de EE UU.
Salvo a algunos trasnochados, a nadie convendría semejante salida a la crisis que pudiera estarse gestando si no se toman medidas efectivas a favor de las crecientes demandas de democratización de la vida política y de una distribución más justa (no digo equitativa) de la renta nacional, que mejore las condiciones de vida de las mayorías, o si la impaciencia popular se desborda por la insatisfacción en ambos sentidos.
En estas circunstancias, todas las partes deberían mostrar la tolerancia que nunca hemos tenido los cubanos y, especialmente, debería disminuirse el clima de tensiones internas, aumentarse las esperanzas de realización a la juventud, liberarse a las fuerzas productivas de todas las amarras burocráticas y monopólicas que frenan su desarrollo y eliminarse las razones que dan vida a la vieja mentalidad, principal obstáculo al desarrollo del país, según dijo Raúl Castro en el VII Congreso, adquirida bajo el modelo estatal asalariado centralizado de política y economía.