El mandatario Miguel Díaz-Canel y el consejero ruso Titov Boris Yurievich, acompañados de otros funcionarios, este pasado enero en La Habana. (Presidencia)
Cuba enfrenta hoy un peligroso porvenir, la implantación en la isla del capitalismo mafioso Ruso. Es la derrota de la ideología comunista, sin disfraces ni medias tintas. Pero también es la victoria de la continuación del castrismo, ya sin ideología, mandando dentro de la Isla. El capitalismo ruso funciona, aunque no de la manera democrática que debería. Es el «regalo» de despedida que Raúl Castro da a los cubanos, a los que –como Fidel– siempre ha ninguneado.
Acaba de firmarse en la Isla, entre un enviado directo de Putin y las autoridades castristas, un convenio para la implantación del experimento. Previamente, Díaz Canel y los líderes rusos habían acordaron implantar en la Isla el «sistema político-económico ruso», una declaración de incompetencia de la parte cubana para gobernar y dar a su pueblo lo mínimo.
Ya entregaron a Rusia el central Uruguay en Jatibonico, y los rusos entrarán en la Isla simulando hacer «inversiones», que no será más que tomar cuenta de todas las empresas del país que Díaz Canel se ha mostrado incapaz de hacer producir, para adueñarse de todo el sector productivo y repartirlo con la nomenclatura local, comunista e incompetente.
La dictadura política continuará intacta, la represión a opositores se incrementará para mantener prebendas materiales y de poder, y aquellos innovadores bien intencionados fuera del partido tendrán limitada su acción
Como parte del juego –desde luego– tendrán que dar a los campesinos cubanos cierta libertad económica para que produzcan. Entonces ya veremos los sobrantes de producción agrícola ya que, siempre que esto ha ocurrido, los guajiros han llenado el país de harta producción de todo tipo de alimentos.
La dictadura política continuará intacta, la represión a opositores se incrementará para mantener prebendas materiales y de poder, y aquellos innovadores bien intencionados fuera del partido tendrán limitada su acción, porque la idea es, como en Rusia, que solo los «socios» del dictador pueden ser «oligarcas», para proteger el poder político.
Muy probablemente habrá «comida» y algunos bienes materiales, y el día a día será más llevadero. No habrá libertad política y social, y lo único que se puede esperar del dictador y su cuadrilla es que, como en Rusia, sigan oprimiendo a su pueblo aunque le quiten la libreta de racionamiento.