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Cuenca: Verdades amargas

 

He usado el título en oportunidades. Considero, las que diré, verdades difíciles de expresar y asimilar. Recurro-una vez más- al nombre del hermoso bolero. En términos coloquiales, la amarga verdad que decido decir, es que el marxismo-leninismo-pensamiento de Mao, Castro y demás cómplices del mundo de la izquierda: resultó un fracaso total.[1]

No sirvió, ni sirve en ningún país donde el modelo fue aplicado. Hubo líderes de todo tipo:  emergentes, experimentados, algunos chucutos y otros no tanto. Todo fue malo. No se logró:  éxito, ni prosperidad, solo ruina y hambre. Los países que sufrieron y los que padecen procesos revolucionarios, quedan como tierra arrasada, sin haber pasado guerra alguna.

Afirmación fuerte para amigos y enemigos, quienes creen honestamente en las ideas revolucionarias. Lo siento por ellos. Hago un gran favor cuando tajantemente, lo afirmo. Lo pongo en la palestra pública. Quisiera oír o ver una defensa que vaya más allá del cuento del bloqueo y del imperialismo. Hay que decirlo-sin complejo- esos países fueron depauperados y lo único que soportaron y, lo que los llevó a esa situación: el socialismo del siglo XXI, (comunismo, Fidel Castro dixit) o socialismo real. Las consecuencias de dicho sistema son terribles.   Lo del imperialismo yanqui y demás monsergas dichas reiteradamente, no sirve. Solo ellos lo creen; igual ocurre con la propaganda.

No es secreto, eso creo: en mis lejanos años juveniles fui una militante comunista apasionada. Me arrepentí y no he hecho sino pedir perdón y demostrar mi arrepentimiento, desde el momento en que me di cuenta del desastre y de las falsías que creí. De eso hace más de 40 años. Ocurrió después de mi segundo viaje a China Popular.

Desde entonces, hace 40 años, lo repito, me di cuenta de todo lo que sucedía con esa ideología. Una verdad amarga, (por las pérdidas que significó en lo personal) implicada en múltiples disparates y falsedades. Mi libro “De Regreso de la Revolución” es de 2015, hace 7 años. Ocurrió que tardé mucho en decidirme a escribirlo.

Entre mis contradictorios lectores-algunos- afirman que fui chavista: jamás. Descubrí la verdadera ideología de ese señor el 27 de noviembre de 1992. Nunca tuve dudas. Jamás lo apoyé. No podía. Sabia lo que podía ocurrir sin imaginarme, por supuesto, que llegaríamos a esta situación límite:  miseria y hambre.

Todavía hay quienes creen que, lo ocurrido con estas ideas, y en esos países del socialismo real, sucedió porque: el modelo estuvo “mal aplicado”, o, “los líderes no supieron hacer lo que debían”. Otros opinan, “se corrompieron en el proceso…” entre otras mentiras piadosas para no darse cuenta de la realidad. La verdad, todo es falso, nada sirve, menos la puesta en práctica de la teoría, al pretender instrumentarla y llevarla a lo concreto, la realidad.

Los presupuestos y las teorías marxistas no funcionan y eso se ha demostrado con el sufrimiento de los pueblos sometidos a esa ideología durante el siglo XX y el comienzo del XXI.

¡Ah, los pobres, (me refiero a quienes todavía creen en la utopía) no saben cuanta piedad me producen! Veo tristeza en sus ojos. Perdidos, sin entender nada. Me dirijo, especialmente, a quienes han asumido a conciencia el desastre y empiezan a aterrizar en la verdad. Los fanáticos, no aceptan el fracaso, siguen con sus sueños, algunos trabajan 24 horas del día, para ver si logran alcanzar la meta: el hombre nuevo. ¡Qué lamentable!

Alguien – con esa forma de pensar- contestó, ante mi pregunta “¿tu estás con el régimen, lo apoyas? “Con voz eufórica, me respondió: “claro, siempre luché por esto”. Mi cabeza dio vueltas, no lo podía creer. ¿Luchó por esto? Sin embargo, amables seguidores y contradictorios lectores, pocas veces se ha visto un desastre tan total en un país, cómo el de Venezuela, con el socialismo del siglo XXI.

Devuelven el Centro Comercial, Sambil a sus dueños. ¿Regresan de la revolución? La pregunta se me ocurre, al observar los bellos bodegones. Hay rumores de la presencia de un pragmático economista ecuatoriano, quien habría asesorado a Correa. (Ex presidente del Ecuador). Al lado de las rectificaciones, (sí siguen) no olvidar a los presos políticos. ¡Recuerden, liberar a nuestro colega maltratado, por más de un año, Roland Carreño! Sin certezas. Solo incertidumbre. ¡Dios nos ampare!

 

[1] Por supuesto, se trata de mi opinión. Sustentada con argumentos en diferentes oportunidades. Para lo que no hay espacio aquí.

 

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