Daniel Noboa, aire fresco para Ecuador, un país golpeado por la violencia
El joven presidente electo, que ha logrado frenar el regreso al poder del correísmo, deberá gestionar las numerosas crisis –económica, de seguridad...– que afectan al país con un apoyo exiguo en el Parlamento
Cuando en junio pasado Daniel Noboa (Miami, 1987) inscribió su nombre como candidato a la Presidencia de la República no habría imaginado que, cuatro meses después, ganaría las elecciones y que tendría que prepararse para asumir el liderazgo de Ecuador, un país azotado por una serie de graves crisis al mismo tiempo; una suerte de tormenta perfecta para un Estado de 17 millones de habitantes. Su propia madre, la doctora y exdiputada Anabella Azín, reveló el día del triunfo que siempre supo que su hijo buscaría la primera magistratura «pero no tan pronto». De hecho, se presumía que el objetivo de Noboa eran las elecciones de 2025, pero la convocatoria anticipada hecha por el presidente Lasso al decretar la «muerte cruzada», precipitó su decisión.
A Daniel Noboa le tocará administrar Ecuador en condiciones que la historia nunca antes ha registrado porque todo anda mal, comenzando por la seguridad debido a la violencia del crimen organizado que azota varias ciudades y deja un reguero de muertos a diario; por la lucha de las mafias que se disputan las rutas para el trasiego de la abundante droga que se ha incrementado como consecuencia de que Colombia y Perú, de donde proviene, han aumentado de manera exponencial las plantaciones de coca, y las mafias han encontrado en Ecuador los puertos más fáciles para sacar los estupefacientes a Europa y Estados Unidos.
Tráfico de drogas
El decomiso de 500 toneladas de droga del que se ufana el Gobierno solo confirma que hay más cantidad en circulación, lo que no es buena noticia, porque el mismo secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en una visita a Ecuador, tiempo atrás, afirmó «que si se decomisa más, es porque circula más»; mientras que especialistas en seguridad, como Fernando Carrión, calculan que alrededor de 15% del total que circula se queda en el mercado local. A esto se suma que los cárteles han dejado de pagar en efectivo a los micro traficantes y ahora lo hacen con droga, lo que ha incrementado la violencia por la disputa del mercado interno para monetizar los estupefacientes.
Las estadísticas de la violencia que solían escandalizar cuando se escuchaba en relación a países vecinos, hoy son aquí una realidad dolorosa. Este año cerrará con un promedio de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que convertirá a Ecuador en uno de los países más violentos del mundo.
Como si no fuera suficiente, la violencia y las muertes en las cárceles, donde el hacinamiento es inhumano, evidencian que esos centros están fuera de control al punto de que se habrían transformado en los puestos de mando de las mafias desde donde dan órdenes a sicarios y traficantes. Durante la campaña, el hoy presidente electo, Daniel Noboa, prometió rentar barcazas para convertirlas en prisiones para llevar a los presos más peligrosos y descongestionar las cárceles y evitar el efecto contagio de los infractores.
La otra crisis que afecta a los actuales funcionarios y que el nuevo presidente de Ecuador tendrá que hacer frente es la económica, con cifras en rojo debido a que los gastos superan a los ingresos, hasta el punto de que el director del Observatorio de la Política Fiscal, Jaime Carrera, aseguró a ABC que «la caja fiscal está en soletas», y que en diciembre no habría dinero para cubrir los sueldos del sector público.
La economía, un problema crónico
El problema de la economía ecuatoriana es crónico y tiene muchas vertientes: una de ellas es la brusca caída de la producción petrolera que este año promediará los 470.000 barriles, cuando en el presupuesto se calculó 500.000 barriles, lo que deja un impacto negativo de unos 1.400 millones de dólares (más de 1.320 millones de euros). Al Gobierno de Guillermo Lasso le ha faltado dinero para gestionar mejor el área petrolera, uno de los pilares de la economía; también han caído los ingresos tributarios, otro golpe que se verá reflejado en el déficit fiscal que este año se estima será de cinco mil millones de dólares, mientras que el crecimiento será de apenas el 1,5%. A esto se añade que el Instituto de Seguridad Social (IESS) tiene serios problemas de liquidez, y al hecho muy serio de que la reserva monetaria internacional entre marzo de 2022 y agosto de 2023 se redujo en cerca de 3.000 millones de dólares. En este ambiente desolador, se anticipa que en diciembre arreciará el fenómeno climático del Niño, que golpeará al país en todos los órdenes con pérdidas cuantiosas que dejarán una nueva crisis social porque habrá desplazados de las zonas más afectadas.
Durante la campaña sorprendió que Noboa, un entendido en temas financieros, anunciase que retirará 1.500 millones de dólares de la Reserva para encarar los efectos del fenómeno del Niño, pero luego matizó su declaración. Este medio supo que el cambio ocurrió después de un diálogo del candidato con altos cargos del Tesoro de los Estados Unidos que visitaron Ecuador, hecho que no trascendió a la prensa. La candidata del correísmo, Luisa González, que perdió la elección, siempre dijo que usaría 2.500 millones de las reservas lo que preocupó a los mercados y a los analistas, que advirtieron que ese dinero no es de libre disponibilidad del Ejecutivo y que su uso podría poner en riesgo la dolarización.
Desempleo y emigración
Para observadores del exterior, Ecuador resulta una incógnita porque no se entiende cómo un país con tantos problemas estructurales no ha sido capaz de resolverlos; con certeza, desconocen que aquí los políticos no han tenido el coraje para, por ejemplo, actualizar las normativas laborales que hoy impiden la contratación de trabajo a tiempo parcial, el mismo que miles de compatriotas desempeñan en los países a los que han emigrado, pero que en Ecuador está prohibido. Un sindicalismo obsoleto, que no se ha renovado, se ha opuesto a cualquier cambio, sin importarles que sus compatriotas no tengan un puesto de trabajo, y los asambleístas tampoco han hecho lo suficiente para aprobar, en el Congreso, una ley en ese sentido. En este escenario, atraer inversión extranjera para propiciar la generación de empleos –que es visto como una salida a la crisis económica– resulta una utopía porque, además, el riesgo país, de cerca de 1.741 puntos (bajo tras el triunfo de Noboa), ahuyenta a los capitales.
Otra cifra que es un espejo que refleja el drama social de Ecuador son los cuatro millones de pobres y cinco millones de desempleados y subempleados, y más grave, que no existen posibilidades ciertas de encontrar un trabajo, por lo que la emigración a vuelto a ser, como hace dos décadas, la única opción posible para hombres y mujeres que arriesgan sus vidas en un éxodo lleno de peligros por el Darién, la selva entre Colombia y Panamá, que atraviesan para llegar a Estados Unidos.
Fragmentación política
Con apenas 14 asambleístas –de un Congreso de 137– y un movimiento político como Alianza Nacional Democrática (ADN), sin ningún peso reconocido, la gobernabilidad se anticipa esquiva para Daniel Noboa, que tendrá que echar mano de su ingenio como exitoso empresario para intentar lograr apoyos en un país en el que los acuerdos políticos no son bien vistos porque se suelen hacer a espaldas de la gente y con transacciones no siempre honrosas.
Noboa también debe ser consciente de que no es dueño de los respaldos con los que ganó la Presidencia porque gran parte de quienes lo votaron el domingo lo hicieron porque no querían al socialismo del Siglo XXI de vuelta. En este escenario sombrío, la integración de su Gabinete ministerial será una gran prueba y un mensaje inequívoco del tipo de Gobierno que quiere liderar, para encarar todas las crisis que atormentan a Ecuador e intentar solucionar los acuciantes problemas de la gente tal como prometió durante la campaña.