De cómo ha vuelto la esclavitud a Cuba
'Las bases de la esclavitud moderna en Cuba están en el sistema totalitario implantado en los primeros años del poder revolucionario'.
Médicos cubanos escuchan las instrucciones de Miguel Díaz-Canel. CNN
La Sociedad de Naciones declaró ilegal la esclavitud en 1926. Su sucesora, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación Ajena el 2 de diciembre de 1949. Esa fecha fue asumida como Día Internacional de la Abolición de la Esclavitud.
La esclavitud es una condición social antiquísima. El término indica el sometimiento de unas personas, desposeídas de derechos y libertades, reducidas a objetos que pueden ser comprados, vendidos, donados, maltratados y/o castigados por otras personas, que son sus propietarios. El abolicionismo, por su parte, es una doctrina que proclama el fin de esa institución.
Un breve recuento
Los orígenes del abolicionismo se remontan a Gregorio de Nisa, el primero en condenar ese flagelo en la historia de la humanidad. En la época contemporánea, los primeros países que abolieron el comercio de esclavos fueron el Reino de Dinamarca y Noruega en 1803, el Reino Unido en 1834, Francia en 1848 y Estados Unidos en 1863.
La abolición de la esclavitud en España comenzó en 1766, cuando un embajador del sultán de Marruecos compró la libertad de los esclavos musulmanes de Barcelona, Sevilla y Cádiz, mientras en las colonias hispanas comenzó con la Ley Moret (1870), que estableció la «libertad de vientres» mediante la cual los hijos de las esclavas nacían libres.
En Cuba desde el siglo XVI se introdujeron esclavos africanos, pero fue a fines del siglo XVII, al calor de la ruina de Haití (por entonces la primera productora mundial de azúcar y café) cuando la esclavitud asumió su forma más despiadada.
Los hacendados cubanos lograron que España autorizara la importación libre de esclavos. Cientos de miles de africanos fueron llevados por la fuerza a las costas cubanas para usarlos como mano de obra en las plantaciones azucareras y cafetaleras. Ese comercio inhumano se mantuvo a pesar de las prohibiciones establecidas por la Declaración de Viena de 1815, el Tratado Londres-Madrid de 1835 y el Tratado Anglo-Americano de 1862. La esclavitud en Cuba no se abolió hasta 1886.
La dimensión del impacto negativo de la esclavitud dejó una profunda huella en la sociedad cubana. La discriminación racial, manifiesta en el desencadenamiento de episodios como el alzamiento de los Independientes de Color en 1912, en el que murieron miles de cubanos negros, obstaculizó la conformación de la nación. Los arraigados prejuicios raciales hasta hoy presentes parecían suficientes, sin embargo, para que el flagelo de la esclavitud no reapareciera.
Sin embargo, disfrazada de «humanismo» y «solidaridad», fue retomada por el Gobierno cubano, en la modalidad de esclavitud moderna. Una variante en la que las personas, aunque jurídicamente no son propiedad de otras, están sometidas a determinadas condiciones que las obligan a aceptar una forma de explotación característica de la esclavitud: la ausencia de la libertad.
Esclavitud moderna en Cuba
Las bases de la esclavitud moderna en Cuba están en el sistema totalitario implantado en los primeros años del poder revolucionario, cuando el Estado desmontó la sociedad civil, suprimió las libertades y monopolizó la propiedad sobre los medios de producción, la enseñanza y los medios de comunicación. Un proceso alienador en el que los cubanos perdieron las herramientas para actuar como ciudadanos, y el Gobierno, rehuyendo una reforma estructural, optó por el parasitismo: subvenciones extranjeras, préstamos que no se honran, remesas familiares controladas por el Estado, y alquiler de profesionales disfrazado de «solidaridad internacional».
Una de las manifestaciones de la alienación es la enseñanza «gratuita», mediante la cual los educandos devienen medios básicos del Estado.
Las misiones internacionalistas, concebidas inicialmente con fines políticos y militares, asumieron una función económica para suplir la incapacidad productiva de un sistema generador de pobreza. Esa condición explica por qué los profesionales cubanos (especialmente los médicos) marchan «voluntariamente» a cualquier región del mundo.
Dagmar González Grau, directora general del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, anunció en 2013 ante la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional de Poder Popular que más de 830.000 cubanos trabajaron en 167 países. Y en 2014 se pronosticaba un ingreso de más de 8.200 millones de dólares por el trabajo de unos 50.000 médicos, lo que representaba el 64% del total de las ventas de servicios al exterior. Los galenos alquilados se convirtieron en la principal fuente de ingresos del Gobierno.
En Brasil, uno de los países receptores de cubanos «internacionalistas», el presidente Jair Bolsonaro, en 2018, condicionó la permanencia del programa Más Médicos (instaurado en 2013), a que viajaran acompañados con sus familias, pagarles directa e íntegramente el salario, y revalidar el título. La respuesta de Cuba fue la retirada de los médicos, sin consultarles. Los que desobedecieron la orden de regresar fueron calificados como desertores, lo cual puso al desnudo el verdadero carácter de dichas misiones: la esclavitud moderna.
El hecho, gradualmente, se ha ido repitiendo. Recientemente las autoridades de Bahamas anunciaron la cancelación de los contratos para establecer otros de forma directa con el personal sanitario cubano. Trabajadores de la Salud cubanos en Angola escribieron al presidente cubano denunciando «el incumplimiento de la forma de pago establecida en el contrato» y reclamando el pago en dólares del monto acumulado durante los años de estancia en ese país. Y el pasado 15 de agosto comenzaron en Angola reuniones con los profesionales cubanos descontentos por esa razón. Se trata de un proceso lento, pero en marcha.
La experiencia de Cuba constituye una confirmación de que la institución de la esclavitud no es asunto del pasado. A 139 años de la abolición de la esclavitud en la Isla y 76 años de declarado el 2 de diciembre como Día Internacional de la Abolición de la Esclavitud, decenas de miles de cubanos continúan sometidos a esa institución.
El daño antropológico ocasionado a los cubanos y el sometimiento casi inconsciente a los dictámenes del Partido-Estado-Gobierno son tristes manifestaciones de la presencia de la esclavitud en Cuba. En pleno siglo XXI los cubanos continuamos siendo esclavos, agradecidos por un plato de comida, por el pollo que debe llegar. Es aún peor que la esclavitud tradiciónal, porque a los esclavos de entonces no les faltaba ni le cobraban los alimentos. Los ejemplos de la actualidad cubana podrían llenar páginas.
