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De mayoría silenciosa a mayoría política

El acierto de la marcha en Barcelona fue poner de manifiesto que existe una España agrupada en torno a la Constitución, trascendente de partidos y siglas

 

La manifestación constitucionalista convocada por Sociedad Civil Catalana, que ha recorrido el centro de Barcelona, es el contrapunto que necesita la opinión pública española para no aletargarse con el discurso del Gobierno y sus socios sobre la amnistía y la autodeterminación. La esperanza de Pedro Sánchez es que el tiempo haga su trabajo con las concesiones que va a hacer al nacionalismo, como lo hizo con los indultos o la derogación del delito de sedición.

La baza de Sánchez no es lo que él o sus socios hagan, sino lo que el resto de los españoles deje de hacer. La movilización pública es una opción siempre legítima, pero ahora es urgente en la medida en que, en los próximos meses, se va a ejecutar fuera de los cauces constitucionales una quiebra del modelo constitucional de 1978. Los oradores que se dirigieron a las decenas de miles de manifestantes denunciaron el efecto devastador que la amnistía a los autores de la sedición y la malversación del 1-O va a tener en la estructura institucional del Estado de Derecho. Desde la Corona a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pasando por el Tribunal Supremo y el Parlamento nacional, la amnistía a Puigdemont y Junqueras va a dejar un rastro de deslegitimación solo imputable a la ambición descontrolada de Sánchez por mantenerse en el poder. No hay otra causa.

El acierto de la marcha de en Barcelona fue poner de manifiesto que existe una España agrupada en torno a la Constitución, trascendente de partidos y siglas, y que, como dijo Francisco Vázquez, ha dejado de ser una mayoría silenciosa para ser una mayoría que se haga oír. Sin embargo, no basta con hacerse oír en la calle. La insensibilidad del PSOE al sentimiento mayoritario de los españoles contra la amnistía le hace indemne a estas protestas sociales. Solo una transformación de esa mayoría social en mayoría política y parlamentaria podrá evitar la consumación del acto más irresponsable que habrá cometido un gobierno democrático español. Si hay amnistía, nada será igual desde que se apruebe. Por eso, el llamado conflicto catalán ya no es solo una discordia entre catalanes. El PSOE lo ha convertido en una discordia entre españoles y la amnistía solemnizará la ruptura de la igualdad ciudadana, con un trato de favor incompatible con el espíritu y la letra de la Constitución.

No estaba el PSOE ni el PSC en la manifestación por la Constitución. Los socialistas se van apeando poco a poco, pero sin vacilar, de las grandes causas de la nación española solo por satisfacer su afán de poder. Primero fue pactar con EH Bildu y Arnaldo Otegi. Y ahora es pactar con un independentismo que ni va a pasar página, ni va a cerrar ningún conflicto territorial. Estos eslóganes son solo un discurso falsario. Ningún delincuente se ve disuadido de volver a delinquir si su víctima lo indulta, deroga el delito que cometió y lo amnistía y, además, legitima su delincuencia con una finalidad política. El constitucionalismo avisó en Barcelona de que seguimos en el ‘procés’, pero con otros tiempos, en otra fase y con el PSOE como nuevo invitado de ERC y Junts.

La crisis que se cierne sobre el Estado es insólita y es, con palabras de Francisco Vázquez, un «perjurio ideológico», porque a ningún español se le pidió el voto el 23 de julio para una amnistía. Esta sería la única opción digna para Sánchez: renunciar a la investidura, forzar nuevas elecciones y proponer en su programa electoral esa amnistía que ahora –y no antes– le parece tan necesaria para poner fin al ‘conflicto’ catalán.

 

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