1. Cuba vive momentos difíciles en todos los ámbitos de la vida nacional. La falta de voluntad política de Miguel Díaz-Canel y del Partido Comunista para reformar el fracasado modelo económico socialista y el oportunismo rapaz de quienes están en posiciones de privilegio y poder, son obstáculos para el desarrollo del país y provocan que la mayoría de los cubanos hoy vivan en una situación de pobreza y desesperanza.2. De igual forma, hoy se vive una preocupante intensificación del panorama represivo en contra de la oposición pacífica y la sociedad civil. Las fuerzas represivas del Gobierno violan de manera impune derechos humanos recogidos en los diferentes instrumentos internacionales de la Organización de Naciones Unidas y en la recientemente aprobada Constitución.
3.En este contexto han resurgido en el exilio antiguas propuestas de limitar o suspender el envío de remesa familiar, monetaria o material, a Cuba.
4.El PDC, como agrupación con sensibilidad política de inspiración humanista y cristiana, que propone y defiende valores como la solidaridad e instituciones como la familia, no recomienda ese tipo de acciones.
5.No está probado que campañas como estas causen un daño al régimen que le impida realizar o le haga disminuir la represión, o que le obliguen a iniciar un cambio de rumbo inmediato. Sin embargo, sí puede hacer daño a nuestros conciudadanos que, gracias a la solidaridad de sus familiares en el exilio, mitigan las consecuencias de una situación cada vez más agobiante, y esto sí está demostrado.
6.Creemos que es un contrasentido pregonar la influencia cuantitativa y cualitativa de la ayuda de nuestro exilio frente a un régimen cubano quebrado e indolente y a la vez abstraernos de las implicaciones éticas de la suspensión de dicha ayuda solidaria, afirmando que no hará daño a la familia o que cualquiera “aguanta” un mes sin remesas. O decir que nuestras familias son rehenes del régimen y a la vez devolverle el golpe a éste por la misma vía, y al final verlo como daño colateral.
7.Como no puede ser de otra manera, creemos en el pluralismo político y la legitimidad de cada cubano de buena voluntad para impulsar iniciativas buscando un cambio democrático. Sin embargo, nos toca hacerlo con propuestas novedosas, cuyas consecuencias recaigan sobre los represores y no sobre los ciudadanos. Pero ante todo, con propuestas que configuren una alternativa al régimen. Si en algún momento, de manera excepcional, tenemos que pedir un sacrificio material o moral tan importante a nuestros hermanos, que ello sea porque tenemos una alternativa o proyecto real en la cual creer y no simplemente para demostrar fuerza ante nuestro adversario.