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Del realismo mágico a la democracia

“Estas elecciones universitarias nos confrontan sobre la realidad del acecho que sufre la democracia, la necesidad de profundizar y extender su significación como el mejor sistema creado por la humanidad, el único perfectible y capaz de extenderse pacíficamente ajena a la negativa lucha de clases. Su energía siempre está orientada a una autocorrección que empieza dentro de cada uno de nosotros, es el alimento privilegiado de la responsabilidad individual”.

América Latina calificada por algunos como territorio del realismo mágico, espacio donde lo racional y lo fantástico se unen hasta parecer inseparables, un mundo en el cual no es difícil adivinar cuánto de no racional se cuela en los procesos reales. Sin embargo, este vuelo latinoamericano, muy alejado de las codificaciones estrictas del mundo oriental dominado por el poder de sus concepciones religiosas, ha parido la oportunidad de desplegar una riqueza de miradas que impactan las ciencias sociales, la teoría de la dependencia, las críticas a la modernización y la aparatosa e inútil tramitología burocrática, los ensayos populistas masivos, las peculiaridades de los sistemas de partidos, o los debates sobre relaciones entre poderes. Latinoamérica sigue siendo un territorio de sorpresas, buenas y malas noticias. Confundidos el héroe y el villano, Evita Perón, Fidel Castro, Manuel Noriega y muchos más. Avances y retrocesos parecen ser el karma evidenciado por el repetitivo renacimiento de socialismos marcados por un afán engañosamente redentor (Gustavo PetroGabriel BoricLula da Silva) al lado de excelentes experiencias democráticas como Uruguay, la incertidumbre sobre el futuro político en México -por poner solo algunos ejemplos en la zaga de una huidiza democracia latinoamericana.

En este complejo panorama es imprescindible reconocer que en Venezuela el tiempo para conocer y aprender el significado de la democracia ha sido muy corto. Si iniciamos el análisis a partir de 1958, con el fin de interminables dictaduras, el dominio militar de la política y el inicio de la búsqueda y el acercamiento a un concepto que garantice los atributos reconocidos de la democracia liberal ha sido un breve tiempo, apenas 40 años. Periodo interrumpido en 1999 cuando de nuevo se impone un experimento socialista y el regreso a las prácticas autocráticas.

“Los atributos reconocidos de la democracia liberal ha sido un breve tiempo, apenas 40 años. Periodo interrumpido en 1999 cuando de nuevo se impone un experimento socialista y el regreso a las prácticas autocráticas”

Una experiencia reciente ocurrida en la Universidad Central de Venezuela (UCV), institución que recientemente realizó una consulta electoral para elegir nuevas autoridades, muestra el acecho que enfrenta el concepto de la democracia a pesar de los resultados obtenidos en dicha contienda. En este evento topamos con una evidencia del realismo mágico. Es de dominio público que este recinto universitario al igual que el resto de las universidades autónomas ha sido víctima de una política destructora por parte del régimen en el poder, se le han negado recursos para el funcionamiento, hasta llegar a un límite de sólo recibir un 2% de los recursos necesarios para su funcionamiento. Como consecuencia, sus potencialidades han sido cruelmente diezmadas, ha perdido una parte invalorable del cuerpo docente y mermado totalmente sus capacidades de desarrollar investigaciones y avances en el campo de la ciencia y la tecnología. Además de la disminución de capacidades físicas-materiales de albergar una matrícula creciente como siempre ha ocurrido en esta institución.

Sin extremismos puede concluirse que el actual régimen político tiene como intención acabar con la red de universidades nacionales y construir un sistema paralelo cuya finalidad sea apoyar la implantación definitiva del sistema socialista en Venezuela. En medio de estas circunstancias se realiza este proceso electoral de renovación, aquí topamos con la experiencia de realismo mágico, en el proceso concurren además de los sectores comprometidos con el futuro de esta “casa que vence la sombra”, otros grupos representando los intereses destructivos del régimen en el poder cuyo objetivo es castrar la universidad libre y democrática.

La explicación más condescendiente que cabe en este caso es pensar o creer que los sectores protagonistas de este intento electoral anti-renovación deben ignorar totalmente lo que significa vivir en democracia. Surgen terribles dudas sobre su participación en este evento electoral ¿quizás su motivación para lograr el poder sea profundizar el proceso destructivo de la institución universitaria, anular definitivamente su autonomía y acabar con ella al igual que ocurrió con PDVSA?

Aspiran sustituir a la UCV por la Universidad Socialista Central de Venezuela. ¿O será que desconocen totalmente el significado de las instituciones democráticas, que no están sometidas a consignas ideológicas de guerra y destrucción, ignoran la naturaleza de los procesos democráticos que garantizan la libertad?, ¿es acaso sólo un episodio de realismo mágico donde se confunde el dominio ideológico derrotado históricamente del socialismo con una esperanza, un destino, un futuro para esa universidad?

Frente a esta interrogante se puede alegar que para construir una democracia las sociedades y los individuos tienen que esforzarse en adquirir conocimiento o sabiduría acerca del significado político-cultural, su dimensión institucional, los principios, contenidos e importancia en la historia de los pueblos. Sólo se funda democracia cuando los pueblos entienden, aprecian, consideran valioso vivir dentro de esta concepción de organización social que no es un hecho natural sino esencialmente una construcción sociopolítica de la humanidad. Saber lo que es vivir en democracia no es una aspiración intelectual de pocos, tiene que ser un valor compartido por todos.

Quizás es muy útil acercarse al concepto de democracia e intentar hacer pedagogía apoyado en la formulación que propone el prestigioso Instituto V-Dem* el cual postula siete principios claves de primordial importancia sintetizados en su carácter electoral, liberal, mayoritario, consensual, participativo, deliberativo e igualitario:

El principio electoral de la democracia basado en la competencia entre grupos de liderazgo, que se disputan la aprobación de los votantes durante elecciones periódicas ante un amplio electorado que debe estar informado de cada una de las propuestas en juego.

El principio liberal de la democracia enfatiza la importancia intrínseca de la transparencia, la libertad civil, el Estado de Derecho, la rendición de cuentas horizontal (controles efectivos sobre los gobernantes) y los derechos de las minorías.

El principio mayoritario de la democracia refleja la soberanía de la voluntad de la mayoría, ésta debe prevalecer sobre una minoría igualmente reconocida. Para lograrlos se requieren partidos representativos, una constitución unitaria y reglas electorales pluralistas.

El principio consensual promueve reglas electorales proporcionales, sistemas de partidos amplios, gabinetes de mayorías especiales, reglas de decisión basadas en mayorías especiales, separación de los poderes Ejecutivo y Legislativo, una constitución federal y otras instituciones. Un jefe de gobierno nacional que comparta poder con otros cuerpos y actores políticos.

El principio participativo resalta la importancia del voto, pero también de asambleas ciudadanas, primarias partidarias, referendos, jurados, movimientos sociales, audiencias públicas, consejos vecinales y otros foros de participación ciudadana.

El principio deliberativo está presente en un proceso mediante el cual el razonamiento público está centrado en el bien común como motivador de las decisiones políticas -en contraste con invocaciones emocionales, apegos solidarios, intereses parroquiales o coerción.

El principio igualitario subraya que los derechos políticos y las libertades civiles formales son insuficientes para lograr equidad política. Los sistemas de gobierno deben abordar las desigualdades materiales e inmateriales que inhiben el ejercicio efectivo de esos derechos y libertades”.

Según esta clasificación, Venezuela es definida no como democracia sino como una autocracia al igual que Cuba y Nicaragua. Un conjunto de países que representan el 12% de los habitantes de la región.

Estas elecciones universitarias nos confrontan sobre la realidad del acecho que sufre la democracia, la necesidad de profundizar y extender su significación como el mejor sistema creado por la humanidad, el único perfectible y capaz de extenderse pacíficamente ajena a la negativa lucha de clases. Su energía siempre está orientada a una autocorrección que empieza dentro de cada uno de nosotros, es el alimento privilegiado de la responsabilidad individual.

En las elecciones de la UCV la “casa que vence la sombra” venció a la oscuridad, sigamos iluminando nuestro país.


*V-Dem (Varieties of Democracy) Institución noruega con un enfoque único para conceptualizar y medir la democracia en el mundo.

 

 

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