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Descansa en paz, Jo Cox. Que Gran Bretaña recuerde tu sabiduría

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CAMBRIDGE, Inglaterra – Mientras escucho los debates tormentosos que se realizan aquí, en los días previos a la votación del jueves 23 sobre el llamado Brexit, es decir, si Gran Bretaña debe abandonar o no la Unión Europea, mis pensamientos se siguen centrando en mi amiga Jo Cox, miembro del Parlamento asesinada la semana pasada.

Jo era una líder que luchó por las víctimas del genocidio en Darfur, por los sobrevivientes de la trata de personas, por la salud de las mujeres, por los refugiados sirios, y, sí, por la permanencia en la Unión Europea. También era una orgullosa madre de dos niños pequeños: Cuando estaba embarazada, ella acostumbraba firmar sus mensajes de correo electrónico con un «Jo (y una muy grande protuberancia).»

La dedicación de Jo a los sin voz puede haberle costado la vida. Al menos un testigo dijo que el hombre que apuñaló y disparó a Jo gritó «¡Gran Bretaña Primero!» Y cuando se le pidió que dijera su nombre en una audiencia en la corte, respondió, «Mi nombre es muerte a los traidores, libertad para Gran Bretaña.»

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Sin embargo, de los acontecimientos terribles pueden surgir logros agridulces. En tres días, un fondo en memoria de Jo Cox ha recaudado cerca de £ 1 millón (alrededor de $ 1,5 millones) para causas que ella apoyó. Del mismo modo, tal vez la repulsa por el asesinato haga que los votantes desconfíen del tono xenófobo de algunos de los promotores de la salida de Europa.

Eso espero, porque ayudar a salvar una Europa unida sería un legado apropiado para una mujer que ya no es capaz de influir en el mundo de otra manera – y también porque el mundo necesita a Gran Bretaña en Europa.

Líderes británicos homenajean a Jo Cox

Los británicos hacen bromas acerca de su visión de Europa, con un famoso (y al parecer apócrifo) titular que decía: «Niebla en el Canal, Continente aislado». Pero también es cierto, como escribió John Donne, «si el mar se llevase un terrón, Europa quedaría disminuida«. Y si Gran Bretaña quedase fuera, tanto Europa como Gran Bretaña serían menos.

Un informe del Fondo Monetario Internacional de este mes llegó a la conclusión de que una retirada británica de la Unión Europea «reduciría los ingresos de forma permanente.» Pero lo más importante serían los costos políticos.

Entre los primeros que pidió unos «Estados Unidos de Europa», fue Sir Winston Churchill, en un discurso de 1946, y las motivaciones principales para él y para Jean Monnet , «el padre de Europa«, eran sobre todo la paz y la seguridad.

En muchos sentidos, la experiencia ha sido decepcionante. La Unión Europea ha fracasado repetidamente en diversos retos políticos: Se paralizó cuando el genocidio comenzó en la antigua Yugoslavia, adoptó una moneda común antes de tiempo, manejó mal la reciente crisis económica, y ha gestionado torpemente la crisis de refugiados. Y todo ello se añade al gasto cotidiano y al derroche de una burocracia europea que debe traducir las reuniones a 24 idiomas oficiales, entre ellos el maltés, el búlgaro, el eslovaco y el esloveno.

La inmigración también ha alimentado una ansiedad ante la pérdida de control y la erosión de la identidad nacional, lo que ha provocado una reacción violenta no del todo diferente al fenómeno de Donald Trump en los Estados Unidos. Jo Cox misma, en un artículo que escribió poco antes de su muerte, reconoció que «Está bien que nos preocupemos por la inmigración – muchas personas lo están.» Pero su punto era que las preocupaciones prácticas sobre la inmigración debían abordarse con soluciones prácticas, mientras que el Brexit simplemente crearía nuevas crisis sin resolver las antiguas.

Un riesgo es que si Gran Bretaña se marcha, otros seguirán su ejemplo, lo que llevaría a un desmembramiento de Europa y a una crisis económica. Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, ha advertido que «Brexit podría ser el comienzo de la destrucción no sólo de la UE sino también de la civilización política occidental en su totalidad.»

Eso parece algo exagerado. Pero hemos visto el caos en el mundo árabe desde 2011, y lo último que necesita el mundo es otro arco de inestabilidad.

Uno de los pocos éxitos de la cooperación internacional en los últimos años fue el esfuerzo conjunto de Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos para derrotar al Ébola en África Occidental. Habría sido más difícil si Gran Bretaña y Francia estuviesen enemistados y Europa enfrentase una crisis económica más profunda.

Del mismo modo, un escenario de pesadilla sería una Rusia arrollando Estonia o a sus vecinos bálticos, poniendo a prueba la determinación de la OTAN (una prueba que no estoy 100 por ciento seguro que la OTAN pasaría o incluso sobreviviría). Tal aventurerismo ruso es más probable si Europa comienza a desintegrarse.

Incluso el debate sobre Brexit ha sido venenoso en Gran Bretaña. Después del asesinato de Jo, un grupo de extrema derecha llamado Acción Nacional escribió de su asesino: «#VoteLeave, no deje que el sacrificio de este hombre quede en vano. ¡Jo Cox habría llenado Yorkshire con más subhumanos! «

Estos son tiempos espantosos, agravados por el riesgo de desintegración de Europa. Es hora de que los británicos recuerden que la inmigración y la integración han enriquecido su país, así como lo han retado.

Un muy breve resumen de sus intervenciones en la Camara de los Comunes

Jo Cox nunca tuvo la oportunidad de responder cuando su asesino le gritó «Gran Bretaña Primero.» Pero en un sentido, ya ella lo había hecho. En su primer discurso en el Parlamento, se jactó de la calidad, en su circunscripción electoral, del muy tradicional plato inglés de pescado con  papas fritas (fish and chips) – pero también de sus excelentes platos con curry, hechos por inmigrantes. Ella afirmó: «Somos mucho más unidos y tenemos mucho más en común que las cosas que nos dividen».

Descansa en paz, Jo. Espero que Gran Bretaña recuerde tu sabiduría.

Traducción: Marcos Villasmil


ORIGINAL EN INGLÉS:

The New York Times – Nicholas Kristof

R.I.P., Jo Cox. May Britain Remember Your Wisdom.

CAMBRIDGE, England — As I listen to the stormy debates here in the run-up to Thursday’s Brexit vote on whether Britain should exit the European Union, my thoughts keep drifting to my friend Jo Cox, a member of Parliament assassinated last week.

Jo was a leader who fought for genocide victims in Darfur, for survivors of human trafficking, for women’s health, for Syrian refugees, and, yes, for remaining in the European Union. She was also a proud mom of two small children: When she was pregnant, she used to sign her emails “Jo (and very large bump).”

Jo’s dedication to the voiceless may have cost her life. At least one witness said that the man who stabbed and shot Jo shouted “Britain First!” and when he was asked to say his name at a court hearing he responded, “My name is death to traitors, freedom for Britain.”

Yet from awful events bittersweet progress can emerge. In three days, a fund in Jo Cox’s memory has raised about £1 million (about $1.5 million) for causes she supported. Likewise, perhaps revulsion at the murder will leave voters wary of the xenophobic tone of some of the Leave campaigners.

I hope so, for helping to save a united Europe would be a fitting legacy for a woman no longer able to influence the world in other ways — and also because the world needs Britain in Europe.

The British joke about their view of Europe, with a famous (and apparently apocryphal) headline once declaring: “Fog in Channel, Continent Cut Off.” But it’s also true, as John Donne wrote, “if a clod be washed away by the sea, Europe is the less.” And if Britain were washed away, Europe and Britain would both be less.

An International Monetary Fund report this month concluded that a British pullout from the European Union would “permanently lower incomes.” But more important are the political costs to an unraveling.

Among those who first called for a “United States of Europe,” was Sir Winston Churchill, in a 1946 speech, and the impetus for him and for Jean Monnet, “the father of Europe,” was primarily peace and security.

In many ways, that has been disappointing. The European Union has repeatedly failed political tests: It was paralyzed as genocide began in the former Yugoslavia, it adopted a common currency too soon, it mishandled the recent economic crisis, and it has bungled the refugee crisis. And that’s on top of the quotidian expense and wastefulness of a European bureaucracy translating in 24 official languages, including Maltese, Bulgarian, Slovak and Slovenian.

Immigration has also fed an anxiety about loss of control and about erosion of national identity, prompting a backlash not entirely dissimilar from the Donald Trump phenomenon in the United States. Jo Cox herself, in an article she wrote shortly before her death, acknowledged, “It’s fine to be concerned by immigration — many people are.” But her point was that practical concerns about immigration should be addressed with practical solutions, while Brexit would simply create new crises without solving old ones.

One risk is that if Britain leaves, others will follow, leading to a dismemberment of Europe and economic crisis. Donald Tusk, the European Council president, has warned that “Brexit could be the beginning of the destruction of not only the E.U. but also of Western political civilization in its entirety.”

That seems a little much. But we’ve seen the chaos in the Arab world since 2011, and the last thing the globe needs is another arc of instability.

One of the few triumphs of international cooperation of recent years was the joint effort by Britain, France and the United States to defeat Ebola in West Africa. That would have been more difficult if Britain and France were feuding and Europe were facing a deeper economic slump.

Likewise, a nightmare scenario is Russia overwhelming Estonia or its Baltic neighbors, testing NATO’s resolve (a test I’m not 100 percent sure NATO would pass or even survive). Such Russian adventurism is probably more likely if Europe is disintegrating.

Even the debate about Brexit has been poisonous in Britain. After Jo’s murder, a far-right group called National Action wrote of her killer: “#VoteLeave, don’t let this man’s sacrifice go in vain. Jo Cox would have filled Yorkshire with more subhumans!”

This is a scary period, compounded by the risk of Europe’s unraveling. It’s time for Britons to remember that immigration and integration have enriched their country as well as challenged it.

Jo Cox never had a chance to respond when her killer reportedly shouted “Britain First.” But in a sense, she already had. In her maiden speech in Parliament, she boasted of her constituency’s traditional English fish and chips — but also of its outstanding curries, made by immigrants. She declared, “We are far more united and have far more in common with each other than things that divide us.”

Rest in Peace, Jo. I hope Britain remembers your wisdom.

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