Deslegitimado desde las primarias
La orden de Cerdán a Koldo para amañar las primarias del PSOE en 2014 invalida y explica todo lo que ha significado Pedro Sánchez en el poder, incluida su cínica comparecencia de este jueves
La revelación en el informe de la UCO de que Santos Cerdán amañó las primarias del PSOE señala el pecado original del sanchismo y muchas de las desgracias que con él vinieron. La orden de Santos Cerdán, dimitido secretario de Organización del PSOE, a Koldo García –«sin que nadie te vea, mete dos papeletas»– se suma a las sospechas de corrupción de su núcleo y retrata una forma tóxica de hacer en la que el ansia de poder pasa por encima del respeto a las reglas más elementales. Parece obvio que, si uno no respeta las normas para llegar al poder, también las violará con tal de conservarlo. El amaño de los comicios internos ofrece una perspectiva histórica privilegiada de la figura de Pedro Sánchez y los hitos de su Gobierno: el frentismo irresponsable, la mentira electoral, la traición a España de la amnistía espuria de los independentistas, los pactos con Bildu, la colonización o destrucción de todas las instituciones y el resto de muestras de la más absoluta falta de escrúpulos con que ha jalonado los últimos siete años en el poder.
Pedro Sánchez compareció ayer ante los medios de comunicación, después de evitarlos durante 44 días, porque no le quedaba otro remedio. Y lo hizo en la sede del PSOE, no en La Moncloa, para presentarse como un hombre compungido, que fingió humildad a la hora de pedir perdón a los ciudadanos en nombre del partido y para confesar que él también fue engañado –hasta esa misma mañana– por un Cerdán incriminado por la UCO. Sin embargo, la soberbia volvió rápidamente a sus respuestas cuando vio que su estrategia de confinar la crisis, resolverla mediante una auditoría «externa» y aislar al Gobierno de los escándalos quedaba amenazada por las preguntas de los periodistas. Ahí fue cuando soltó que no adelantará las elecciones, porque «esto no va con él ni con el partido».
Pero La Moncloa se encuentra asediada en dos frentes sobre los que hoy aparecen noticias de una gravedad extrema. Uno de ellos es el referido al de la corrupción económica que agrava hasta el infinito el informe de la Guardia Civil. Todos los contratos que presuntamente se amañaron en el Gobierno desde su llegada al poder, las mordidas que presuntamente se recibieron y el resto de escándalos afectan a su familia, sus ministros y a los que dirigían su partido, entre ellos sus dos últimos secretarios de Organización. Es tal la cercanía de estos dos responsables de los desmanes con el propio presidente que parece imposible abrir entre ambos un cortafuegos, ni siquiera a través de las alambicadas manipulaciones a las que acostumbra Moncloa.
Las fechas de las acciones que retrata el informe no apuntan a una corrupción que se aparece como una deformación inevitable del ejercicio del poder, sino como una forma de ser desde su misma llegada. La calificación del grupo como banda criminal irradia a toda la organización y no es difícil determinar sus límites. Ni siquiera el propio Sánchez ha sido capaz este jueves de negar rotundamente la financiación ilegal. La situación es agónica para el presidente. Su sistema inmunológico cae por piezas y queda ahora mismo a la intemperie, pues Ábalos y Cerdán son lo que son por él mismo, desde las mismas primarias de 2014. La culpa se dibuja aquí por la falta a la responsabilidad ‘in eligendo’ e ‘in vigilando’.
El segundo frente socava su legitimidad de origen que da significado a todo lo que vino después. La pretendida audacia sanchista, cacareada por sus partidarios, también sirvió para desinhibirse a la hora de romper las reglas más básicas de una elección. La desconsideración a los militantes de su propio partido precede a la falta de respeto a los españoles en general. Aquí también la desconfianza es expansiva: si no podemos confiar en las elecciones primarias, ¿debemos dudar del resultado de las generales? Las informaciones en las que Santos Cerdán y Koldo García se las ingeniaban para hacer trampas en las primarias contra Eduardo Madina hablan del saqueo moral de un partido al que acceden a través de un golpe y eso marca a fuego el origen antidemocrático del sanchismo. Las desviaciones de poder están en su propio ADN. El pucherazo en las primarias del PSOE pone al jefe de Gobierno en una terrible perspectiva histórica en la que un partido y un líder llegan al poder en nombre de la lucha contra la corrupción y llevan la corrupción en su esencia más profunda. Todo lo que ha sucedido desde entonces se explica en oscura revelación, con una sola frase: «Mete dos papeletas y que no te vea nadie».