Después de Dios
Se ha vuelto trillado decir, que sin Dios todo esta permitido. Por muy Dostoievskiana que sea esa afirmación (Creo que está en Los Hermanos Karamazov) engloba algunas preguntas de complicada respuesta. Una de ellas es que es en extremo difícil, que un mundo poscristiano, las personas con valores incompatibles coexistan sin que surjan conflictos que deban ser resueltos a través de la ley. Mal o bien, el cristianismo, y en general las religiones, proporcionaron orden social y cohesión, a través de un sistema de creencias comunes; al no existir, se desarrolla un conflicto interminable, y en muchos casos, no hay solución racional aceptable para todos.
Por supuesto, para las personas liberales existe la idea que podemos unirnos a través de una serie de creencias comunes, y a través del debate, tolerar nuestras diferencias. Creo que esto tiene mucho de fantasía, porque lo que ocurre es que cuando las personas no tienen la misma perspectiva, simplemente se malinterpretan, juzgan o manipulan entre sí. Ese proceso es inconsciente.
Las luchas de los diferentes movimientos civiles como los derechos de los gays, el feminismo, las minorías, han llevado a descubrir que muchas personas que se decían tolerantes no lo son en ningún modo, o no entienden lo que implica la tolerancia. La tolerancia significaba que si bien los otros no eran como usted en ciertos aspectos, la gente puede coexistir, siempre y cuando no los lastime o impliquen cambios en su forma de vida. Cosas como la homosexualidad, las drogas, los niños ilegítimos se consideraron cosas que se deben soportar, y no se les alentaba como algo normal o deseable. Esa costumbre podía ser opresiva y extraordinariamente cruel para grupos minoritarios, pero se argumentaba que estaba justificaba por un bien mayor: la cohesión social. Los derechos de la mayoría primaban sobre los derechos individuales o de grupos pequeños.
Una de las dificultades de hoy, es que, con la creciente segmentación social en grupos, no tenemos una idea de las consecuencias al largo plazo. Al final, cada cabeza un mundo, cada persona un sector de la sociedad. De lo que si tenemos idea es de las consecuencias: Un conflicto intenso, y un declive moral. La tolerancia es mucho más difícil de practicar de lo que creemos.
Al final, no todos somos tolerantes; o mas bien de alguna forma todos somos intolerantes en algunos temas. Muchos liberales “de nombre” son mas intolerantes que muchos conservadores “de nombre”; estudios recientes señalan que la tolerancia alcanza niveles similares entre personas que se definen a sí mismas como liberales o conservadores. Ambas partes deben esforzarse en ser más tolerantes – y menos hipócritas, digo yo- entre sí.
Como dije antes, hay temas en los que cuales no veo posible llegar a un acuerdo. Para una persona provida, el aborto siempre será incorrecto, así sea permitido por ley. Por lo tanto, tenemos dos opciones: No hacer nada, o buscar cambiar la ley para cambiar algo que pensamos, que simplemente esta mal.
Esto me devuelve a la primera opinión, de que sin Dios todo está permitido. La perdida de la creencia religiosa nos lleva a buscar otras razones por las cuales vivir. ¿Qué está disponible después de Dios? Antes era más fácil: había que ser bueno, llevar una vida honrada, y el premio al final es alcanzar la divinidad. Desaparecido Dios, o su creencia, nos encerramos en un mundo cada vez mas complejo, donde la orientación moral desaparecida no brindaba una luz entre la confusión de ideas e intereses conflictivos.
No espero que vuelva un mundo religioso que nos brinde las respuestas que antes teníamos. Son luchas que actualizan nuestros valores. El inconveniente que veo es que creemos que nuestras luchas son intrínsecamente significativas, pero como la historia muestra, muchas de nuestras luchas con el tiempo pierden su valor con el tiempo. Entonces, la pregunta que me hago es: ¿Qué queda que sea ad eternum?. La única respuesta con la que me encuentro es ser correcto en mis actos, como me lo recuerdan tres mandamientos: No matar, no robar, no mentir. Que según me enseñaron, fueron entregados en el Sinaí por Dios a su pueblo.