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Díaz-Canel le quita la careta al castrismo

'La frase tiene el gran valor de desmitificar aquello de que, mediante MIPYMES y otras aperturas superficiales, vayan a lograrse derechos políticos y cambios de fondo del sistema.'

Raúl Castro, Lula da Silva y Miguel Díaz-Canel.
Raúl Castro, Lula da Silva y Miguel Díaz-Canel. TWITTER/@DIAZCANELB

 

 

Se viralizó un Lazo histérico aullando porque no hay comida en Cuba; sorprendió la intervención del diputado cuyo salario no alcanza ni para comprar queso; las ocurrencias de un vicepresidente obeso y vulgar enviando a los cubanos a criar peces levantaron ampollas, y los datos crudos de una economía arruinada alarmaron a los especialistas.

Sin embargo, la frase más importante de ese aquelarre llamado Asamblea Nacional la pronunció Miguel Díaz-Canelconfirmando explícitamente algo muchas veces dicho, aunque no suficientemente comprendido: todas las transformaciones económicas hechas por el Gobierno cubano en los últimos tiempos, no se deben a variaciones en la mentalidad de la dirigencia o a un cambio generacional, sino que resultan de circunstancias adversas al sistema, ante las que el castrismo ha tenido que transigir y adaptar su «Revolución» para que no cayera.

Dijo Díaz-Canel: «Nosotros hemos tenido que reconocer, por las circunstancias en que vivimos, por el momento en que estamos en el programa de construcción socialista, por las problemáticas que tenemos que enfrentar, un sector no estatal de la economía, que siempre hemos dicho es un sector complementario».

Bien claro. Al sector privado lo han «tenido» que aceptar. No es algo que hayan deseado o que reconozcan como imprescindible en una sociedad próspera y justa.

Más equivocados no pueden estar quienes creen que el castrismo se está transformando a nivel ideológico, o quienes suponen que una generación moderna y moderada impulsa las transformaciones. Lo privado es, para el castrismo, una imposición de las circunstancias y, como tal, es algo de lo que, en cuanto pueda, se librará.

Explica Díaz-Canel, además, que lo han aceptado por «las circunstancias en que vivimos». ¿Cuáles circunstancias? ¿Las propias del sistema socialista, siempre fracasado? ¿Improductividad, ineficiencia, desinversión, obsolescencia? No, nada de eso es nuevo, ellos saben que el sistema no funciona y que eso se expresa en el agravamiento de la miseria que en Cuba vivimos.

Las circunstancias a las que se refiere Díaz-Canel son la falta de un sugar daddy del cual obtener aquello que el castrismo es incapaz de producir, un parasitismo político que es la única razón por la que esta dictadura no se cayera ya en los años 60.

Por eso, la prioridad del castrismo no está siendo desatar los nudos que aprisionan la prosperidad y libertad del pueblo (de tres días de reunión no salió una sola propuesta coherente para mejorar la economía). Su prioridad es,cuanto antes mejor, prostituir al país. Al parecer, otra vez con los rusos.

Muy clarificadora es la concreción de que, el sector privado, es necesario «por el momento en que estamos en el programa de construcción socialista». Lo que demuestra que este sector privado, no solo tiene fecha de caducidad, sino que ya está preparada la justificación ideológica para masacrarlo una vez la economía mejore y, gracias al nuevo patrocinador, el castrismo se sienta nuevamente seguro.

La orden de combate será que el país está entrando en una nueva etapa de construcción socialista donde sobra el sector privado que, reafirma Díaz-Canel que «siempre hemos dicho es un sector complementario».

Es importante, para captar la significación de una frase tan contundente, conocer que no fue dicha en uno de los discursos preparados para que Miguel Díaz-Canel leyese, donde los redactores sopesan el valor de cada palabra y, muy probablemente, jamás reconocerían algo que es importante mantener oculto para no ahuyentar a esos inversores privados, nacionales y foráneos, que el castrismo de momento necesita.

La frase la dijo Díaz-Canel hablando de cómo «la revolución» tiene derecho a imponer su política cultural a quienes tengan negocios de recreación, dictándoles cuál música poner y cuánto cobrar en sus establecimientos. Porque, según Díaz-Canel, a Cuba le están «aplicando una plataforma de colonización cultural» que justificaría —justificaciones nunca le faltarán al castrismo para mostrarse como plaza sitiada— que la propiedad privada en la Isla esté a merced de los caprichos y conveniencias del Estado… para salvar a la Revolución.

La frase, salida de las entrañas de quien lidera la supuesta transformación castrista, tiene el gran valor de desmitificar aquello de que, mediante MIPYMES y otras aperturas superficiales, vayan a lograrse derechos políticos y cambios de fondo del sistema.

Quienes así razonan no entienden que el castrismo odia y teme la propiedad privada, no porque esté reñida con sus ideales, sino porque está reñida con su conveniencia, pues como bien enseñó el grandísimo Carlos Alberto Montaner, «donde no hay propiedad privada ni siquiera es posible la rebelión contra la tiranía», y la prioridad del castrismo no es nuestro bienestar, sino nuestra incapacidad para revelarnos.

 

 

 

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