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Donde dije autonomía digo Diego: La mutación programática del PSOE en 40 años

Ahora que aparecen nuevos guardianes de las esencias, analizamos con varios expertos qué fue del programa presentado por Felipe González en 1982 y lo comparamos con el más moderno, desde el prisma territorial. ¿Dónde quedó la vocación universal del socialismo?

JORGE G. NAVARRO

 

Hace ya algunos programas electorales que un corazón estilo ‘emoji’ ha sustituido al puño y la rosa socialistas. Claro que no es el logotipo lo único que ha cambiado en la propaganda del PSOE.

Son algunas de esas mutaciones (y otras decisiones que nunca se llegaron a escribir en un programa) las que motivaron hace algún tiempo la creación del laboratorio de ideas El Jacobino. Aquel ‘think tank’, reconvertido hoy en partido político, ha anunciado esta semana que se presentará a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Izquierda Española se define a sí misma como la alternativa a un PSOE que, a su juicio, ha dejado de ser.

Pero, ¿de verdad se ha borrado la esencia del viejo socialismo? Examinamos los programas presentados en 1982 (aquí texto completo) y en 2023 por el partido fundado por Pablo Iglesias Posse. Centrándonos -un análisis total sería inabarcable y algo tramposo- en el bloque territorial, ahí donde precisamente inciden ‘los jacobinos’ para marcar sus diferencias con el sanchismo.

Lo primero que llama la atención es la extensión: frente a las 47 páginas en las que Felipe González resumió su modelo de España «por el cambio» sorprenden las 272 en las que lo ha sintetizado Sánchez. «¿Por qué tenemos que hablar tanto, presidenta?», se quejaba Ramón Tamames a Meritxell Batet en marzo. La irritación del político llegaba después del discurso del líder de los socialistas en la moción de censura que presentó Vox contra el Gobierno. «Todo lo mismo, todo lo mismo y no acabamos de pronunciarnos sobre los temas», añadía el candidato del partido de Santiago Abascal en la moción.

Aquellas palabras se podrían aplicar al último programa presentado por el PSOE en las generales de julio: «El 90 por ciento es relato y hay muy pocas medidas concretas. La terminología es laxa, ambigua. Por el contrario, en el texto de 1982 hay poca literatura y mucha propuesta. Se lee un programa electoral más o menos cumplible que pretendía pasar del centralismo ineficiente al federalismo simétrico», apunta César Calderón, experto en comunicación política.

De vuelta al PSOE del corazoncito y el eslogan «Adelante» nos detenemos en el epígrafe «Un marco renovado de cogobernanza: cooperación y coordinación». A continuación, leemos: «Estamos en una nueva etapa de construcción del Estado autonómico» y, algo más abajo, «una nueva manera de gobernar adaptada a las necesidades de nuestro tiempo: la cogobernanza».

Calderón comenta que hay multitud de etiquetas donde «todo cabe, y, al mismo tiempo, está plagado de elementos difíciles de integrar». El concepto del «municipalismo y su impulso» es uno de ellos. Después del batacazo del partido socialista en las autonómicas y municipales de mayo, Sánchez presentaba un programa en las generales «centrado en el pacto por la política local» para recuperar, se dice, «una autonomía cercenada» y «garantizar su financiación». No deja de ser paradójico. Pero si algo comparten todos los epígrafes es la permanente alusión al Partido Popular, cuyo nombre aparece prácticamente en cada folio.

Por espacio no fue

Rebobinamos a 1982, donde el artículo 8º de la Constitución está muy presente: «La misión de las Fuerzas Armadas es garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Defender su integridad territorial, se cita literalmente.

Aunque no será por espacio, esta idea ha sido eliminada del programa de Sánchez. «El PSOE actual nada tiene que ver con el de González o Rubalcaba. La discontinuidad es radical», introduce el escritor y profesor universitario Félix Ovejero. «Tengo dudas de que Sánchez se tome en serio el Estado de derecho. Desde luego, no respeta los compromisos con sus votantes. Sus maneras son despóticas, arbitrarias».

 

«Existe un componente falaz que han integrado las izquierdas: el nacionalismo no es la expresión exacerbada de una causa justa»

Félix Ovejero

 

Este autor, que se identifica con el socialismo clásico, ha escrito varios libros «en su defensa». Para el último, que recoge su evolución, escogió el verso de La Internacional ‘La razón en marcha’. Que la izquierda, dice, tradicionalmente comprometida con el ideal de ciudadano republicano defienda un ideal identitario es «la mayor barbaridad intelectual «-y práctica-» de nuestra historia reciente. «Existe un componente falaz que han integrado las izquierdas: ¿el nacionalismo es la expresión exacerbada de una causa justa? No, no es la mujer que roba para dar de comer a sus hijos», expone este catalán.

En la correspondencia que los españoles descubrieron en su buzón en la campaña de octubre de 1982 el PSOE les aseguró: «La afirmación y garantía del principio de solidaridad interterritorial constituye el objetivo principal de la política autonómica socialista». Comprobamos que el término «principio de solidaridad» ha sido suprimido en la propaganda de los últimos comicios.

Precisamente en esto se detiene Ovejero: «Se está debilitando el criterio de redistribución. Y para eso se inventó el Estado: para fijar unas reglas del juego compartidas. Lo malo es que, al destruir lo común, no queda otra que el sálvese quien pueda». En cualquier caso, recuerda que «el problema territorial» viene de la Transición, «incluso de mucho antes» y opina que las autonomías no es que no hayan resuelto el problema, «sino que lo han agravado». Este académico se atreve incluso a afirmar que, si se hiciera un referéndum, los españoles votaríamos en contra del Estado de las autonomías, pero a favor de la autonomía a la que pertenecemos.

 

«En 1982 el marco territorial estaba muy claro. Nosotros defendemos es la armonización para devolver el principio de solidaridad al centro»

Guillermo del Valle – Izquierda Española (El Jacobino)

 

Tanto Félix Ovejero como César Calderón coinciden en la pérdida de la vocación universal de las izquierdas que ahora tienen representación en el Congreso de los Diputados. Ahí se reivindica Guillermo del Valle, el creador de El Jacobino, ahora Izquierda Española.

Este diario también ha interrogado a Del Valle sobre la mutación visible del programa de 1982 al de 2023 -con la lupa en la cuestión autonómica-. «En 1982 el marco territorial estaba muy claro. Precisamente, lo que nosotros defendemos es la armonización para devolver el principio de solidaridad al centro. El fin a alcanzar debería ser la redistribución de la renta, la búsqueda de un Estado no centrífugo. La deriva de Sánchez me parece preocupante precisamente porque soy socialista», opina este abogado.

El desprecio de lo objetivo

Ovejero culpa al PSC de «la deriva actual» y dice -no sin antes disculparse- que siempre fue un partido formado por «pijos catalanes»: «Acordémonos de que Montilla se manifiesta contra el Tribunal Constitucional».

Por eso, no puede ocultar su simpatía ante el detalle de que ‘los jacobinos’ hayan apostado por incluir el adjetivo «española» en el nombre de su joven partido. Cosa a la que las izquierdas de nuevo cuño (Podemos, Más País, Sumar ) han renunciado. «Hay que dar la batalla contra esa izquierda reaccionaria, irracionalista, que defiende etnias frente a la ciudadanía, que desprecia la objetividad y se deja llevar por el subjetivismo». A fin de cuentas, el ‘emoji’ del corazoncito quizá sea un gran logotipo para una izquierda subsumida en el nacionalismo y en lo emocional.

 

 

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