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Dos marchas que estremecieron al mundo

Dos-marchas-que-estremecieron-al-mundo-por-Wolfgang-Gil-1Escena de la película Selma (2014)

“Cuando desespero, recuerdo que a lo largo de la historia siempre han triunfado la verdad y el amor. Ha habido tiranos y asesinos que durante un momento pueden parecer invencibles, pero al final siempre caen. Tenedlo presente siempre”.
Ben Kingsley como Mahatma Gandhi en Gandhi, 1982.

“No vivimos plenamente nuestras vidas si no estamos dispuestos a morir por los que amamos y por lo que creemos”.
David Oyelowo como Martin Luther King Jr. en Selma, 2014.

 

Una marcha es un conjunto de personas que camina con la intención de manifestar una opinión. Al acto de caminar en grupo se asocia una dirección espacial que es la materialización de la voluntad de cambio de esas personas. Por lo general, las marchas quieren denunciar alguna verdad que los poderosos pretenden mantener oculta. La marcha ideal denuncia una injusticia tras la perspectiva de una realidad más justa.

Hay que aclarar esto pues existen manifestaciones que aprovechan algún malestar social para conducir a la mentira ideológica y hasta a la dictadura. Tal es el caso de la marcha sobre Roma organizada por Benito Mussolini, entonces dirigente del Partido Nacional Fascista, entre el 27 y el 29 de octubre de 1922, que le llevó al poder en Italia. La tragedia tiene lugar cuando la masa se entrega a un líder que busca el poder en lugar de la justicia.

Entre las marchas que conducen a un mundo más justo destacan la Marcha de la Sal de Gandhi y la Marcha de Selma de Martin Luther King Jr. Ambos líderes han quedado para la historia como sinceros luchadores inspirados en valores positivos. Las mencionadas marchas, emblemáticas para cada uno de ellos, representan acontecimientos históricos de primera magnitud. La trascendencia que encarnan ha sido reflejada en dos importantes realizaciones cinematográficas.

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Escena de la película Gandhi (1982)

La marcha de la sal

Gandhi es una película biográfica de 1982, dirigida por Richard Attenborough, sobre la vida de Mahatma Gandhi, figura central del movimiento de independencia indio y defensor de la no violencia. El film obtuvo 8 premios de la Academia y 11 nominaciones. En esa ocasión Ben Kingsley obtuvo el Oscar de la Academia por su interpretación memorable como el líder espiritual de la India.

Las primeras partes de la cinta nos narran las luchas de Gandhi contra las autoridades delapartheid en Sudáfrica, y luego su regreso a la India, donde forcejea con los ingleses por la independencia de su país, lo cual termina con su encarcelamiento. Después de eso, el film nos narra el momento donde Gandhi, prepara y ejecuta en 1930 la Marcha de la Sal como astuta protesta contra el gobierno colonial inglés. El abogado independentista rechazaba la lucha armada y predicaba la áhimsa (no violencia) como fórmula de resistencia frente al dominio británico.

El nuevo virrey, Lord Irwin, no comprende la magnitud del reto hasta que sus asesores le explican que se trata de un gesto simbólico. No tiene que ver únicamente con la ruptura del monopolio inglés de la sal. Nada en la India sobrevivía sin sal o agua, especialmente en cuestión de alimentos. Si la sal era de la población hindú eso significaba la libertad de hacer sal, y la facultad de ser independientes.

Es muy emotiva la secuencia donde Gandhi se pone en marcha y en el camino se le van sumando multitudes, hasta que llega al mar y reclama el derecho indio a que la sal le pertenezca a toda la población. La noticia da la vuelta al mundo a través de los noticieros cinematográficos ingleses. Attenborough lo recrea con maestría. Gandhi logró que los ingleses perdieran la voluntad de dominio sobre su nación.

La marcha de Selma

Selma es una película biográfica de 2014, dirigida por la realizadora norteamericana Ava DuVernay. La cinta retrata la lucha histórica de Martin Luther King para garantizar el derecho al voto de todos los ciudadanos, y la campaña que se cerró con una larga marcha desde la ciudad de Selma hasta la de Montgomery, ambas en Alabama, y que llevó al presidente Johnson a firmar la ley Voting Rights Act de 1965. Fue nominada al premio de la Academia como mejor película, pero no ganó. Sólo obtuvo un Oscar a la mejor canción original.

En la primavera de 1965, una serie de acontecimientos dramáticos cambiaron para siempre el curso de la historia de Estados Unidos y el concepto de los derechos civiles. Los manifestantes, armados únicamente con su entereza y convocados por el Dr. Martin Luther King Jr., intentaron en tres ocasiones realizar una marcha desde Selma hasta Montgomery, para solicitar un derecho político básico: votar.

La primera marcha fue violentamente reprimida. Entonces King convocó a una segunda movilización contra la injusticia, pero esta vez Selma no estuvo sola: se les unieron contingentes de foráneos. Un tercio de la marcha era blanco. Se dirigieron al puente Edmund Pettus, a pesar de que el gobernador y el alcalde no la autorizaron, y el presidente Johnson no quería bajo ningún respecto otra movilización.

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Escena de la película Selma (2014)

En esta segunda marcha había pocos civiles blancos amedrentando a los marchantes. No había policías a caballo, y los que estaban, cedieron el paso para que el grupo siguiera su camino. Es muy impactante el momento en que King parece oír una voz interior que le advierte que no debe seguir adelante. A pesar de la baja amenaza, percibió que podía haber un peligro, una acechanza oculta más adelante. Acto seguido se arrodilló y oró, para luego retirarse y así evitar más muertes.

Seguidamente Johnson habló ante el Congreso sobre la urgencia de cumplir y acatar los derechos igualitarios para los negros. Para ello, propuso la Ley de Derechos Electorales de 1965, para erradicar las restricciones al voto de los afroamericanos en todas las elecciones: federales, estatales y locales.

La tercera marcha obtuvo el permiso de un juez. Su secuencia es impactante. Invade a los espectadores una sensación electrizante por el triunfo de la justicia. La anhelada catarsis. Se había podido doblegar todas las presiones en contra y había vencido la determinación y la fe de la gente sencilla. A pesar del peligro que corría su vida, King da en Montgomery un discurso donde ratifica la igualdad de todos los seres humanos. Ha conseguido que se aprueben las leyes que confirman la universalidad de voto por encima de cualquier discriminación.

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Ambas experiencias señalan cómo se persiguen los sueños sin que medie la violencia como instrumento. Renunciar a la violencia no implica una actitud pasiva. Tanto Gandhi como King, además de dejar bien sentados sus principios morales, fueron grandes estrategas. Desarrollan mejores visiones que sus adláteres violentos. En ambos casos, vimos que las marchas resultan exitosas cuando atienden a un acto de inspiración creadora, la cual provoca una nueva configuración mental además de corresponder a la oportunidad histórica y afectar un punto estratégico del adversario. En el caso de las marchas no violentas, ese punto estratégico se perfila hacia la evolución de la conciencia de la sociedad, incluyendo a los mismos adversarios.

La opresión obliga a ver todo gris y a sentir un gran peso sobre los hombros. En cambio, hay momentos en los que se abre la posibilidad de estremecer al mundo. Momentos en que privan los valores y colectivamente se apuesta a lo correcto. Tan luminoso estado de ánimo se halla al comienzo, no al final de un proceso lleno de obstáculos y riesgos. Como dijo Mandela: “No hay camino fácil para la libertad en ningún lugar, y muchos de nosotros tendremos que pasar por el valle de las sombras una y otra vez, antes de llegar a la cima de la montaña de nuestros sueños”.

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