Dos mujeres y un destino: conquistar la presidencia de México
Claudia Sheinbaum, protegida de López Obrador, y Xóchitl Gálvez, criada políticamente al abrigo del expresidente Vicente Fox, están llamadas a disputarse en las urnas la jefatura de Estado de uno de los países más complejos de América Latina. He aquí sus historias
De no suceder un imprevisto, México elegirá el próximo junio a su primera presidente mujer de la historia. Las encuestas más recientes hablan de una carrera de dos, entre Claudia Sheinbaum (61 años), abanderada del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, y Xóchitl Gálvez (60), aspirante de una coalición formada por dos partidos políticos que fueron antagonistas hasta 2018: el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).
Si bien todavía resta conocer al candidato de la tercera fuerza, Movimiento Ciudadano, los nombres que allí se barajan no tendrían grandes oportunidades de colarse en la disputa por el Palacio Nacional.
La de este año será la elección más grande de la historia. Más allá de la Presidencia, habrá más de 20.000 cargos de elección popular en disputa, entre el Congreso, alcaldías, nueve gubernaturas y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Todo se definirá en la primera semana de junio.
López Obrador no será un actor lateral, ni un mero convidado de piedra. El actual presidente de México sostiene su papel de comentarista cotidiano de la realidad desde sus conferencias de prensa en el Palacio Nacional, cada mañana. Esto no es menor porque López Obrador ha llegado al último año de mandato con un nivel de aprobación inédito para los jefes de Estado mexicanos. Según la más reciente publicación de la encuestadora Consulta Mitofsky, el 56% de los consultados avalan al mandatario.
Sheinbaum busca acomodarse en esa inercia –de momento ganadora–, que le provee su promotor. La candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no se aparta ni por un instante del discurso de López Obrador. Defiende su Gobierno, se lanza contra sus adversarios y en sus giras de campaña hasta por momentos intenta imitar el modo de hablar del presidente. Una alumna aplicada y metódica, lo cual tiene mucho que ver con su biografía.
Desde la universidad
Hija de un químico y de una bióloga, Sheinbaum es licenciada en física por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y tiene estudios de posgrado en ingeniería energética. Le gusta definirse como una persona de ciencias, enfocada en los problemas concretos y más cercana a la precisión de los números que a los grises de los conceptos o las ideas.
Descubrió la política en los años ochenta, cuando participaba en el movimiento estudiantil universitario en el cual conocería a su primer marido, Carlos Imaz, fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el mismo que en el año 2000 llevaría a López Obrador a ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Imaz fue un aliado decisivo del actual presidente en esa campaña. Sheinbaum, por su parte, tuvo su primera experiencia en el sector público como secretaria de Medio Ambiente de la capital.
López Obrador contendió por la presidencia en 2006 y en 2012. Fue derrotado en ambas contiendas y Sheinbaum siempre estuvo en sus equipos encargada de los temas ambientales de las campañas. Cuando se fundó Morena, la actual candidata organizó al partido en Tlalpan, una delegación al sur de la Ciudad de México que es donde ella creció y donde vive hasta el día de hoy. En 2015 fue elegida delegada de Tlalpan y en el 2018 fue la candidata de Morena a la jefatura de Gobierno de la capital. Ganó sin complicación alguna, en buena medida porque López Obrador conquistó la presidencia de modo arrasador (con el 53% de los votos) y tuvo en la Ciudad de México un caudal de adhesiones que favorecieron a Sheinbaum.
La gestión de la física al frente de una de las ciudades más grandes del mundo tuvo claroscuros. Sheinbaum alcanzó buenas cifras en materia de seguridad, pero el manejo de la pandemia le costó una derrota en las elecciones intermedias del 2021.
Ese año tuvo además su momento más traumático cuando en mayo un tren de la Línea 12 del metro capitalino cayó al vacío desde un paso elevado por deficiencias en las estructuras que debían sostenerlo. Murieron 26 personas y hubo decenas de heridos. La tragedia complicó al hombre más rico del país, Carlos Slim, ya que su empresa constructora edificó la Línea 12. También golpeó al entonces canciller Marcelo Ebrard, porque la infraestructura se construyó cuando él gobernaba la capital.
Justamente a Ebrard fue a quien Sheinbaum venció en la interna de Morena en 2023 para definir la candidatura presidencial. El excanciller cuestionó el mecanismo de elección por encuestas y en diversas entrevistas dijo que Sheinbaum recibió apoyos irregulares en el proceso. No lo mencionó directamente pero tampoco era necesario: para Ebrard, la jefa de Gobierno fue elegida candidata por determinación de López Obrador y las encuestas de Morena fueron una simulación.
A Sheinbaum le gusta definirse como una persona de ciencias, enfocada en los problemas concretos y más cercana a la precisión de los números que a los grises de los conceptos o las ideas
Desde la antítesis
Gálvez, por su parte, llegó a la candidatura presidencial por un mecanismo antagónico. Senadora del PAN, debió vencer a otros aspirantes en un proceso abierto organizado por el PRI y por su propio partido, que incluyó debates, recolección de firmas y encuestas.
Su historia también es la antítesis de la candidata de Morena. Nació en el estado de Hidalgo, al norte de la Ciudad de México y sus abuelos eran de la etnia originaria otomí. Creció en una familia de clase obrera y estudió ingeniería en la UNAM. Trabajó en el sector privado y fundó su empresa de consultoría en desarrollo de edificios inteligentes. Este relato alimenta el discurso de meritocracia y autosuperación que enarbola en su campaña.
En el 2000 se sumó al Gobierno del entonces presidente Vicente Fox para llevar adelante una oficina dedicada a promover los derechos de las comunidades indígenas, habitualmente de las más postergadas en este país.
En 2012 contendió para ser gobernadora de Hidalgo por el PAN pero perdió frente al candidato del PRI. En 2015 compitió por la delegación capitalina de Miguel Hidalgo y ganó. En 2018 accedió a su escaño en el Senado y comenzó a trabajar en su campaña para ser jefa de Gobierno de la Ciudad, con buenos pronósticos en las encuestas.
Ese era el plan original, pero todo cambió cuando en julio del año pasado se presentó en el Palacio Nacional para pedirle un derecho a réplica a López Obrador en su conferencia matutina por entender que el presidente la había agraviado cuando dijo que ella estaba en contra de otorgar apoyos sociales a los grupos vulnerables. Ese movimiento la puso en un plano de confrontación directa con el presidente y a las dos semanas comenzó a sonar como aspirante a la candidatura del frente opositor.
Gálvez creció en una familia de clase obrera y estudió ingeniería en la UNAM
En clara ventaja
Si se observan las recientes tendencias de voto la elección parece no tener demasiado vértigo. Sheinbaum aparece con una ventaja de entre 20 y 25 puntos respecto a Gálvez. «A pesar de lo que dicen las encuestas la elección todavía no está definida, los sondeos son ejercicios muy parciales y el abstencionismo muy alto, en la elección del año pasado en el Estado de México votó menos del 50% del padrón electoral», comenta a ABC el encuestador Salvador Borrego.
El analista precisa además que la imagen de Sheinbaum está sumamente ligada a la del presidente que inicia el tramo final de su mandato: «El último año es un vía crucis para cualquier presidente en México porque es cuando la sociedad comienza a castigar las malas decisiones del sexenio».
Consultado por esta redacción, Mentor Tijerina, asesor de campañas electorales en diversas elecciones en México, cree que el liderazgo de Sheinbaum tiene una particularidad poco mencionada: «Cuando se analiza la variable cambio/continuidad, Sheinbaum, a pesar de ser una candidata oficialista, en comparación a López Obrador representa un cambio, una renovación a futuro, mientras que Xóchitl tiene mayor dificultad para representar esa idea porque es la candidata de los partidos políticos del antiguo régimen».
Sheinbaum aparece con una ventaja de entre 20 y 25 puntos respecto a Gálvez
Iesus Meade, titular de la firma encuestadora Territorial, cree que el hecho de que la elección sea entre dos polos le agrega mayor volatilidad. «De repente en México tenemos por primera vez en décadas una elección de dos, más parecida a las de Estados Unidos, donde cualquier variación repercute en el competidor, cuando uno sube, la otra baja, entonces eso vuelve más abierto el escenario», expresa a ABC.
En el plano personal, Sheinbaum y Gálvez tienen poco o casi nada que ver. La primera es circunspecta, por momentos tímida, obsesionada por el orden y extremadamente exigente con sus colaboradores. Como suele suceder con quienes provienen de las ciencias duras, en diversas ocasiones los rituales y las formas de la vida política, especialmente en América Latina, se les hacen difícil de digerir. La candidata de la oposición es expansiva, conversadora, extremadamente audaz en sus dichos e ideas. Se la observa satisfecha con el papel que le toca representar, aunque las apuestas no corran en su favor. Es como si, dados sus orígenes humildes, para ella su candidatura en un país donde se registran grandes rezagos de clasismo, ya representa un triunfo en sí mismo.