Dos repúblicas por el precio de una
Gabriel Rufián y el resto de diputados de ERC abandonan el pleno del Congreso de los Diputados este miércoles. ULY MARTÍN (EL PAÍS) VIDEO: EPV
La extrema izquierda se sube al carro del desafío independentista a ver si consigue echar a Rajoy desde la calle y provocar una crisis de Estado
En este país nos pasamos todo el día hablando de una extrema derecha que no existe, ni política, ni social, ni electoral, ni parlamentariamente. Es algo que todos los medios y observadores internacionales llevan años señalando. Algunos, con un fino detector, nos dicen que está ahí, agazapada en el PP y en el Barrio de Salamanca de Madrid, esperando a salir. Y otros, con el detector mal calibrado, dicen que no la vemos porque todo el PP es extrema derecha.
Pero la extrema izquierda autoritaria de este país, que sí que existe política, social, electoral y parlamentariamente, no se ve, no se detecta, no se percibe, y no se habla de ella. Pero sí que existe, y como la extrema derecha, desprecia la democracia, sus métodos, sus leyes y sus instituciones. Lo acaban de demostrar en el Parlamento Pablo Iglesias, Xavier Domènech y Gabriel Rufián al calificar el intento de hacer cumplir las órdenes del Tribunal Constitucional como propio de un “Estado autoritario y represor” y referirse como “presos políticos” a los detenidos en la operación para impedir el referéndum ilegal del 1-O.
Vaya. Meses pidiendo a los líderes de Unidos Podemos que tomaran posición sobre la existencia de presos políticos, represión y falta de libertad en Venezuela y ellos hablando de la necesidad del diálogo pero dentro de la ley y la Constitución y ahora resulta que el fino detector de Iglesias ha encontrado, por fin, los presos políticos, ¡en España! Nada menos.
Ahora vemos cómo de falsa era su equidistancia. Cuando el Govern y el Parlament derogaron de facto el Estatut y la Constitución en Cataluña con la ley del referéndum y de Transitoriedad Iglesias guardó silencio, pero cuando el Estado intenta hacer cumplir la Constitución resulta, según Domènech, que el Gobierno acaba de cargarse el pacto Suárez-Tarradellas.
Detrás de todo esto hay una estrategia muy simple. Como la extrema izquierda no ha logrado echar a Rajoy, proclamar la República, destruir al PSOE, ni deshacerse de la Constitución del 78 por la fuerza de los votos en las urnas y los procedimientos parlamentarios normales en un Estado de derecho, ha decidido subirse al carro del desafío independentista a ver si consigue echar a Rajoy desde la calle y provocar una crisis de Estado. ¿Objetivo? proclamar dos repúblicas por el precio de una. No nos engañemos, nada hay de democrático detrás de esta estrategia. Al contrario, supura autoritarismo, irresponsabilidad y desprecio a la democracia.