Drive My Car: Conduciendo hacia los misterios del sentir
El coche circula a buena velocidad, por el contrario, Drive My Car, la película del japonés Ryûsuke Hamaguchi basada en dos relatos de Haruki Murakami, lo hace al cadencioso y envolvente ritmo que exige el cruce de personajes y sentimientos al que el espectador, a lo largo de tres horas que pasan en un volantazo, asiste. Sobrio, gran cine al que no hay que pedirle vértigo sino reposo; acción, sino sosiego.
Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, vive felizmente unido a una atractiva e interesante mujer que inesperadamente muere a causa de un ictus. Desbordado por la situación e incapaz de lidiar con su nueva realidad, a la desesperada y en el intento de escapar del drama, acepta dirigir Tío Vania, la obra de Chejov, en un festival de teatro en Hiroshima.
Allí conoce a Misaki, una joven introvertida que le es asignada como chófer. En sus idas y venidas comienzan a surgir las confesiones. Largos trayectos en los que aflora la sinceridad a través de unas conversaciones que van dejando al descubierto quienes, íntimamente, son. Desvelar los secretos de sus misteriosas vidas lleva a que conductora y conducido tengan que enfrentarse a la descarnada realidad de sus existencias.
Hamaguchi juega con el espectador como lo haría, como lo ha hecho a través de su extraordinaria obra, el propio Chejov para el que en el fondo las palabras sirven de escudo para lo que no se cuenta. Lo que ocurre pasa a un segundo plano, pues lo que manda está formado por silencios y miradas, miradas y silencios a través de los que afloran sentimientos escondidos. Escondidos incluso para quien desconocía que los albergaba.
Los ocupantes del coche en el interior del que discurre buena parte de Drive My Car no sabían que lo que los atenazaba era un complejo cóctel en el que se mezclaban los sentimientos del pasado con los del presente, sin descartar los que, sutilmente, asomaban ya en el inmediato futuro.
“Mis personajes conectan de forma espiritual, comenta el director. Tienen una relación muy especial. Son dos personas lastradas por el trauma. Me interesó mucho exponer ese vínculo que se iba creando a medida que viajaban. En el pequeño habitáculo del coche se iba creando un clima muy especial en el que los silencios se transformaban en entendimiento”.
En el monólogo final de Tio Vania, Chejov pone en boca de uno de sus personajes palabras que se funden admirablemente en el aire que flota a lo largo de los 179 minutos de Drive My Car: “Trabajaremos para los otros, ahora y cuando seamos viejos, sin reposo, y cuando llegue el momento diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que todo ha sido difícil, y entonces el universo tendrá piedad de nosotros… y descansaremos”.
Grande entonces el escritor ruso. Grande ahora el cineasta japonés que nos introduce en un viejo coche para, de la mano de un artista y una conductora, soberbiamente interpretados por Hidetoshi Nishijima y Tóko Miura, envolvernos en un largo, clarividente trayecto hacia los misterios del sentir.
No se pierdan este esclarecedor viaje.
Drive My Car
Dirección: Ryûsuke Hamaguchi
Guion: R. Hamaguchi, Takamasa Oe sobre relatos de Haruki Murakami
Intérpretes: Hidetoshi Nishijima, Masaki Okada, Reika Kirishima, Tôko Miura, Sonia Yuan
Fotografía: Hidetoshi Shinomiya
Música: Eiko Ishibashi
Drama
Japón/2021/179 minutos