Duro golpe a los contrarios a la política de Obama hacia Cuba
El senador Marco Rubio. (Facebook)
En las elecciones primarias del Partido Republicano, celebradas este martes en Florida, el aspirante Donald Trump, que se ha mostrado partidario de dar continuidad a la política de Obama hacia Cuba, derrotó en el bastión del voto isleño, al cubanoamericano Marco Rubio, por más del 20% de los votos.
Este resultado adverso, conseguido en su estado natal y cuartel general de los opositores cubanos, llevó al senador Rubio a tomar la decisión de no continuar su campaña por llegar a ser el candidato del Partido Republicano y debe servirle para reevaluar cualquier estrategia política futura.
Una lectura más amplia de los hechos debe llevar a los políticos norteamericanos de origen cubano a comprender que entre los cientos de miles de nacionales de la Isla residentes en Florida, la política que Rubio defendía de presiones y embargo a Cuba no cuenta ya con respaldo mayoritario, algo que han señalado reiteradamente encuestadores y analistas políticos.
Rubio había sustentado su campaña en Florida en su oposición a la política de Obama de cambiar el embargo y las presiones, por el acercamiento y la cooperación. Parte de la oposición más radical en Cuba confiaba en su triunfo para que una vez instalado en la presidencia de EE UU, diera marcha atrás a la política de su predecesor y volvieran el embargo y las presiones.
Es también un duro golpe para los grupos opositores internos que confiaban en el triunfo de Rubio, lo apoyaron en sus esfuerzos e hicieron y hacen todo lo posible por demostrar la inviabilidad de la política de Obama, a cuya próxima visita a La Habana se oponen y con sus acciones han tratado de poner en crisis el nuevo giro en la política de EE UU.
Se hace cada vez más previsible que cualesquiera que sean los resultados en las elecciones presidenciales en EE UU, la política de apertura hacia Cuba deberá continuar
Esta derrota de Rubio en Florida es una muestra de que en los cubanos del exilio han aumentado el respaldo a la nueva política del Gobierno de EE UU hacia Cuba, lo cual debe contribuir a una readecuación de las estrategias de los grupos más radicales del exilio y la oposición interna y, presumiblemente, en la posición del Congreso respecto al embargo en los próximos meses.
La parte más moderada de la oposición interna, que hace rato viene asumiendo una línea de actuación distinta a la preconizada por los grupos más radicales de Miami, está ahora en mejores condiciones para hacer avanzar sus posiciones a favor del diálogo con La Habana.
Por otra parte, los candidatos que suman mayor número de apoyos tanto en el Partido Demócrata como en el Republicano son partidarios de una continuación de la nueva política hacia Cuba, por lo que se hace cada vez más previsible que cualesquiera que sean los resultados en las elecciones presidenciales en EE UU, esta tendencia deberá continuar.
Estas consideraciones deben ayudar a que el Gobierno cubano se sienta más tranquilo en cuanto al futuro de sus relaciones con EE UU y a la oposición interna de la Isla a asimilar que este nuevo ambiente de distensión llegó para quedarse. Estas perspectivas brindan oportunidades para que, tanto el Gobierno como la oposición consideren agendas inclusivas que contribuyan a un mayor bienestar del pueblo cubano.
Algunos podrán señalar que todavía no se ha finiquitado la batalla por la nominación republicana y otro cubanoamericano, Ted Cruz, que también se opone a la política de Obama sigue en liza. Es verdad, pero en el hipotético caso de que Cruz gane a Trump, tendría que adecuar su discurso a las claves que han ido marcando los resultados en las primarias.