Ecuador: ¿reelección o regreso?
De llegar a la presidencia, Luisa González restablecerá relaciones con Nicolás Maduro en Venezuela

Fotografía cedida por el Consejo Nacional Electoral del presidente de Ecuador y aspirante a la reelección, Daniel Noboa y la candidata opositora del correísmo, Luisa González, posando durante el único debate entre candidatos antes de la segunda vuelta de las presidenciales en el país andino. EFE | Confidencial
En el debate presidencial en Ecuador, la opositora Luisa González apuntó a uno de los desequilibrios de la contienda al preguntar a Daniel Noboa si competía como presidente o como candidato. La pregunta de González denuncia una de las irregularidades de este proceso, toda vez que Noboa no sólo no renunció a la presidencia, como está previsto en la norma constitucional, sino que impidió que la vicepresidenta, Verónica Abad, ejerciera funciones interinas.
La querella Noboa-González dio poco margen a la exposición de diferencias tangibles entre los programas de gobierno de uno y otra. A pesar de que la pugna pasa por el eje de tensión de las izquierdas y derechas hegemónicas en Ecuador, las diferencias programáticas entre ambas candidaturas son menores que en otros contextos de reciente polarización electoral como el colombiano, el brasileño o el mexicano.
Por ejemplo, en materia económica, la candidata González y el partido de la Revolución Ciudadana, fundado por Rafael Correa, llaman a preservar la dolarización y el extractivismo. Como todo movimiento de izquierda, el correísmo busca mayor gasto social, pero no aspira a alterar las coordenadas del posicionamiento económico de Ecuador en el capitalismo financiero internacional. Sucede con la Revolución Ciudadana en Ecuador lo que con Morena en México: la izquierda es selectivamente neoliberal.
Tampoco habría tantas diferencias entre derecha e izquierda frente a la estrategia de seguridad y combate a la corrupción. Se trata de uno de los puntos centrales del presente político ecuatoriano por el aumento de la violencia y de la capacidad de control territorial del crimen organizado. A la mano dura de Noboa, González responde con la promesa de “seguridad ciudadana”. Lo mismo en relación con las múltiples denuncias de cohechos y sobornos a su partido, tan frecuentes como las que ya comienzan a afectar al propio Daniel Noboa, acusado por la Fiscalía de siete cargos de corrupción.
Donde sí quedó clara la diferencia fue en política exterior: de llegar a la presidencia, Luisa González restablecerá relaciones con Nicolás Maduro en Venezuela. No por simpatías ideológicas, según dijo, sino para facilitar la repatriación de los migrantes venezolanos que, a su juicio, Noboa “permitió que ingresasen de forma irregular y desordenada”. Se echó en falta, en el debate, un más claro deslinde de la xenofobia antivenezolana que recorre buena parte de la región. Que la candidata de la izquierda sostuviera que adoptaría el método de Donald Trump para enfrentar a la diáspora venezolana resultó ofensivo.
De llegar González al Palacio de Carondelet habrá que esperar un descongelamiento de las relaciones entre México y Ecuador. Esos giros diplomáticos pueden venir acompañados de una retórica triunfalista, que celebre el regreso del correísmo a la nación ecuatoriana. Pero habrá que observar con cuidado qué tanto de ese regreso tiene lugar en la práctica.
*Artículo publicado originalmente en La Razón de México