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Editorial ABC: Maduro se deslegitima a sí mismo

Todo lo que se prolongue el chavismo solo servirá para añadir dolor a los venezolanos, ahora y cuando se produzca su inevitable caída y sea necesario reconstruir Venezuela Con la consumación ayer de la farsa electoral de la pretendida asamblea constituyente, Nicolás Maduro ha rebasado por su propio pie el último límite que le separaba de la total ilegalidad.

A pesar de la ausencia de votantes y de las manifestaciones de protesta, el dictador -ya sin ningún eufemismo ni matiz- se ha puesto a sí mismo en una situación irreversible que le deslegitima para seguir ni un segundo más en el Palacio de Miraflores. Sólo por la sangre derramada ayer en los lamentables episodios represivos ya merecería Maduro ser destituido, juzgado y condenado. Al menos cinco muertos a la hora de cerrar esta edición son un tributo demasiado caro para salvar a un hombre que ya no tiene futuro. Y a esos crímenes cometidos en su nombre y con el único objetivo de aferrarse a un poder en contra de la inmensa mayoría de los venezolanos, se suma la ilegalidad evidente de intentar cambiar las reglas de juego y la ceguera de empujar al país hacia una guerra civil, después de haber arruinado por completo su economía. A pesar de la injustificable represión, la mayoría de los venezolanos han ignorado la convocatoria y prácticamente todos los actores relevantes de la comunidad internacional le han dicho que no era buena idea. Un país vecino como Colombia ya ha adelantado que ignorará los resultados y las eventuales consecuencias que la dictadura intente imponer. Hasta José Luis Rodríguez Zapatero, que había sido la última personalidad internacional capaz de escucharle y de aceptar el principio de que podía haber una solución aunque Nicolás Maduro siguiera en el poder, se ha dado de bruces con la lamentable realidad, después de la grosera andanada con que ha respondido el tirano a la tímida y sensata petición de mesura que le hacía el expresidente español.

Maduro ha sido peor que una plaga para su país y todo lo que se prolongue su mandato ha de ser para añadir sufrimiento y dolor a los venezolanos, ahora y cuando se produzca su inevitable caída y sea necesario reconstruir Venezuela de las cenizas del chavismo. Estados Unidos y la Unión Europea no deberían tardar a la hora de tomar la decisión de sancionar a los responsables del chavismo, sin excluir al propio Maduro y a sus familiares directos.

Y deben hacerlo cuanto antes y de la forma más contundente posible, porque también ha llegado el momento de que la minoría de fanáticos que se empeñan en seguir apoyando el insensato proyecto revolucionario en el que encaminó al país Hugo Chávez sepan que lo que han hecho no quedará impune y que solo les quedan unas horas antes de abandonar el barco que se hunde, que en realidad está hundido desde hace mucho tiempo.

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