Editorial ABC: Pedro Sánchez, el error de vetar a Inés Arrimadas
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, avanzó ayer que si una hipotética investidura de la candidata de Ciudadanos en Cataluña depende de los votos que pueda proporcionarle el PSC, Inés Arrimadas no será proclamada presidenta de la Generalitat. Sánchez hizo hincapié en que el PSC no servirá de muleta para un hipotético Gobierno de ERC, pero tampoco lo será para Ciudadanos, al que identificó como un partido de derechas que se ha convertido en la «media naranja» del PP. De nuevo el socialismo se instala en esa ambigüedad que le ha llevado a convertirse en una formación carente de influencia en el Parlamento de Cataluña. A priori, las expectativas electorales del PSC son más favorables que en los anteriores comicios, pero también lo es que esos mismos pronósticos apuntan a un crecimiento de Ciudadanos, reforzando su posición como segunda fuerza más votada en Cataluña. Dada la fragmentación política y la ausencia de listas unitarias del separatismo, las alianzas para la formación de un Gobierno estable serán imprescindibles. Semanas atrás, Sánchez dio un ejemplo de lealtad institucional apoyando al Ejecutivo de Rajoy en la aplicación del artículo 155 de la Constitución para restaurar el orden allí donde los secesionistas lo habían fulminado. Es un error de Sánchez y de Miquel Iceta rechazar de plano su apoyo a un Gobierno de constitucionalistas en esa autonomía si la aritmética parlamentaria lo permitiese. De hecho existe la posibilidad de que el PSC se convierta en la bisagra real para la conformación de un Gobierno soberanista o, por el contrario, de convertirse en el cemento aglutinador de un Ejecutivo constitucionalista que cambiase el devenir de la historia reciente en Cataluña. Es indudable que por más que ERC o la candidatura liderada desde Bélgica por el huido Carles Puigdemont anuncien ahora que rechazan la vía unilateral como opción de declarar la independencia en el futuro, sus múltiples trampas los han convertido en partidos no fiables y peligrosos para la convivencia. La fractura social y la masiva fuga de empresas de Cataluña así lo atestiguan.
Por eso, la apuesta del PSC, si se produjera una mayoría constitucionalista suficiente, nunca debería ser el bloqueo institucional táctico en busca de una repetición de elecciones. Es legítimo no querer «contaminarse» a izquierda y derecha en aras de recuperar un espacio propio que el PSC perdió hace tiempo. Pero vetar pactos con Ciudadanos y con el PP es tanto como renunciar a la política de Estado que está permitiendo a Sánchez desmarcarse de Podemos y de los múltiples errores, y de aparecer ante la opinión pública como un hombre de Estado. Las promesas se demuestran con hechos. Su aval al 155 es un hecho. Pero si llegado el momento, y por mero oportunismo, el PSC frustra una Generalitat constitucionalista, su gesto será imperdonable.