Editorial El País: Puerto Rico a la deriva
Son ya 150.000 los habitantes que dejan una isla que no levanta cabeza tras el paso del huracán María
La situación de Puerto Rico sigue siendo dramática. La isla no levanta cabeza y, si la reacción de EE UU fue tibia en el momento más intenso de la crisis que desencadenó el huracán María, ahora que ya ha pasado tiempo puede decirse que los boricuas han quedado abandonados a su suerte. La reciente visita del expresidente Bill Clinton puede ser una buena señal para revertir la situación. Pero lo que está claro es que son ya 150.000 puertorriqueños los que la han abandonado para trasladarse a Florida.
El huracán destruyó a su paso por la isla en septiembre unas 57.000 viviendas y dejó otras 254.000 severamente afectadas. Desde entonces, la mitad de sus 3,5 millones de habitantes sigue sin energía eléctrica. Esta es una de las claves de la delicada situación: sin electricidad es difícil enfrentarse a la reconstrucción de las infraestructuras que el huracán se llevó por delante —la falta de agua potable sigue siendo otro problema en algunas zonas—. El gobernador Ricardo Rosselló aseguró que el 95% del territorio dispondría de electricidad en diciembre. No va a ser así, y el Ejecutivo muestra de esta forma su impotencia ante una situación que no consigue encarrilar.
La atípica situación de Puerto Rico como Estado asociado del gigante americano lo hace, en estas circunstancias, más vulnerable. El presidente Donald Trump atribuye la gravísima crisis económica y financiera a una mala gestión de sus políticos, y sus gestos histriónicos ante la demanda de ayuda —lanzó rollos de papel de cocina a la gente durante una visita— sólo parecen confirmar el débil respaldo que se ha dado desde Estados Unidos.
El cambio climático está influyendo en la envergadura de los huracanes que han devastado distintos lugares del Caribe, y el Gobierno norteamericano no siempre ha estado a la altura. Es el caso de Puerto Rico. Es urgente que corrija el rumbo antes de que el problema se enquiste.