Editorial La Tercera: Respuesta regional ante elecciones en Venezuela
Es sin duda un avance que la comunidad internacional -como la Unión Europea, parte de América Latina y Estados Unidos- hayan rechazado las elecciones presidenciales a las que ha convocado el chavismo para este domingo 20 de mayo. Se trata de un proceso ilegítimo, pues no ofrece ninguna de las garantías propias de una elección democrática, partiendo por el hecho de que la oposición ha sido neutralizada por el régimen -mediante prácticas como el amedrentamiento, violencia física o el encarcelamiento de disidentes-, sin presencia de observadores internacionales neutros y con la posibilidad de que se logre orquestar un fraude.
Pese al consenso que se ha producido sobre la ilegitimidad del régimen, que en los hechos ha devenido en una dictadura, la presión que hasta el momento se ha hecho lamentablemente ha ido ineficaz para impedir que lleven a cabo estas elecciones, cuyo único objetivo es seguir perpetuando al chavismo en el poder. El enquistamiento del régimen y sus políticas contrarias a la economía de mercado -estatizando prácticamente todos los ámbitos de la sociedad- han terminado por provocar una crisis económica y humanitaria sin precedente en el país, con escasez de alimentos y la diáspora de más de un millón de venezolanos. Ningún gobierno que se sometiera a elecciones verdaderamente libres tendría opciones de seguir en el poder con este trágico legado, pero el chavismo probablemente lo consiga.
La Organización de Estados Americanos (OEA) no ha logrado reaccionar a esta crisis, y su secretario general, que ha hecho fundados llamados a denunciar la ilegitimidad del régimen, no ha logrado que la asamblea haga efectiva la carta democrática de la OEA, que sanciona con la suspensión a países que han violentado la democracia. Aun cuando una medida así quizás no habría sido suficiente para detener por sí sola la crisis venezolana, habría reforzado el carácter de ilegitimidad del régimen y sería una señal saludable de la región respecto de su compromiso con la democracia, que no siempre aparece con nitidez cuando complacientemente se tolera otra dictadura, como la cubana.
A menos de una semana de los comicios, ya no parece posible detener el curso de los acontecimientos. Será muy relevante entonces la actitud que asuma la comunidad internacional luego de estas elecciones, donde es indispensable que las actuaciones del régimen carezcan de reconocimiento, y a la par se evalúen sanciones diplomáticas y también económicas.
Estados Unidos ya ha dado el primer paso en materia de sanciones al régimen, y es saludable que el Grupo de Lima también se haya abierto a evaluar acciones para ejercer presión. Tras la reunión que dicho grupo sostuvo en Ciudad de México para analizar la crisis, junto con solicitar que se suspendan las elecciones por estimar que han sido convocadas por una autoridad ilegítima, indicó que se analizan una serie de acciones que podrían adoptarse colectivamente o de manera individual tras las elecciones, en el ámbito diplomático, económico, financiero y humanitario.
Tras el fracaso de la OEA y de otros organismos regionales para contener la crisis en Venezuela, una respuesta bien unificada del Grupo de Lima sería un paso bienvenido.