Editorial: Racismo en campaña
Attilio Fontana, candidato de la Liga Norte a la presidencia de Lombardia. LUCA BRUNO AP
Que la inmigración iba a estar en el centro de la campaña electoral italiana era evidente desde que el pasado 28 de diciembre el presidente, Sergio Mattarella, disolvió las Cámaras y convocó elecciones para el próximo mes de marzo. Pero las inaceptables expresiones racistas de un relevante candidato de la nacionalista Liga Norte —que propugna la autonomía del norte de Italia— han disparado justificadamente todas las alarmas dentro y fuera de Italia.
Attilio Fontana, candidato a la presidencia de la región de Lombardía —una de las más desarrolladas y ricas del país transalpino— se despachó con una demagógica defensa de la raza blanca —“nuestra etnia, nuestra raza”— frente a la llegada de inmigrantes que en los últimos dos años ha alcanzado la cifra total de 300.000 personas. Según las encuestas, Fontana obtendría el 42% de los votos imponiéndose claramente al resto de sus rivales. Ante la oleada de protestas generadas, el candidato reculó atribuyéndolo a un “error de expresión”, aunque el arrepentimiento duró poco y horas después sostuvo que el concepto de raza está en la Constitución. Pero no es una ocurrencia aislada. En la misma línea de sostenella y no enmedalla ha estado su jefe, el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, quien ha desdeñado las críticas llegadas de Bruselas por parte del vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans, y del comisario para Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, como “una intrusión de los burócratas europeos”.
La demagogia antiinmigratoria está incendiando una campaña crucial en una democracia europea con una reputada y demostrada tradición parlamentaria. La tibieza de algunas formaciones —incluyendo Forza Italia de Silvio Berlusconi— ante graves hechos y declaraciones racistas no ayuda a encauzar el debate. Hay líneas que en democracia nadie debe cruzar jamás. Incluyendo la Liga Norte.