Editorial: Realismo europeo en Cuba
El presidente de Cuba Raúl Castro recibe a los ministros españoles José Manuel García Margallo y Ana Pastor en abril pasado. AFP
La propuesta formal de la Comisión Europea para que la UE firme un acuerdo bilateral con Cuba y derogue la llamada Posición Común —una iniciativa de 1996 del expresidente del Gobierno español José María Aznar que vinculaba cualquier cooperación con la isla a avances del régimen castrista en materia de derechos humanos— muestra por un lado una aproximación realista a las relaciones de Europa con Cuba y por otro la determinación de Bruselas de no perder terreno frente a Estados Unidos después de la normalización de relaciones entre Washington y La Habana.
La Posición Común se ha demostrado tan ineficaz como el embargo decretado por el Congreso de EE UU en 1960. Desde su entrada en vigor, el régimen castrista no se ha movido un milímetro en sus postulados. Además, aunque oficialmente la cooperación europea estaba condicionada, las empresas del continente —entre ellas las españolas— han continuado manteniendo actividades en la isla. El balance final de la iniciativa de Aznar es que no ha forzado al régimen castrista a avanzar ni en la senda de la democracia ni del respeto a los derechos humanos.
La propuesta de derogación la impulsa, entre otros, la representante de política exterior de la UE, Federica Mogherini, quien visitó la isla en marzo de este año, siendo una de las primeras representantes europeas en llegar a La Habana tras la normalización. Llama la atención el escasísimo protagonismo de la diplomacia española en esta nueva etapa para un país considerado estratégico por muchos motivos. Es un buen ejemplo de lo que está suponiendo la paralización institucional que implica no tener un Gobierno ratificado por las cortes.
La comunidad internacional, resignada al inmovilismo del régimen, ya ha dado sobradas muestras de que quiere reconducir las relaciones con Cuba, pero no podrá hacerlo plenamente mientras no existan indicios de apertura.