Eduardo Aninat: “La DC está recuperando mucha imagen, ojalá que no la dilapide, que se siga ordenando y recupere una voz de centro”
El ex ministro de Hacienda destaca la aprobación de la idea de legislar la reforma tributaria. “El gobierno ha hecho algún esfuerzo, falta más, pero la Democracia Cristiana es la que abrió la puerta”, subraya. Y sobre los tiempos legislativos advierte que “ojalá, por el bien del país, esto se dirima antes de fin de año”.
Por 30 años militó en la Democracia Cristiana. Fue ministro de Hacienda durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y dentro de sus cargos destaca haber sido subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Son algunas de las razones de por qué Eduardo Aninat ha seguido de cerca el debate tributario y el actuar de su ex colectividad.
Vio con satisfacción que el partido liderado por Fuad Chahín respaldara la idea de legislar la reforma tributaria en la comisión de Hacienda mediante los votos de los diputados Pablo Lorenzini y José Miguel Ortiz. “Se han anotado un poroto importante al querer reposicionarse en el centro y en la racionalidad”, dice. Valora el texto presentado por el ministro Felipe Larraín, pero advierte que el tema “está recién empezando”.
El actual integrante de Progresismo con Progreso considera que la iniciativa podría generar “mayor inversión” y que simplificará “un sistema que, con todo respeto, el ministro Arenas y Valdés lo habían dejado tumultuoso”.
-¿Cuán necesaria se hace una reforma tributaria? Desde algunos sectores acusaron que el debate ya se estaba desvirtuando. Incluso, hace algunos días, hubo algunas voces que dijeron que era “mejor no hacer nada” si el foco se centraba solo en la recaudación.
–Las críticas son exageradas porque hay que mirar el proyecto en todo su conjunto y no por parcialidades. Algunos dicen “qué va a pasar con las pymes de tal tipo”, otros dicen “qué va a pasar con los que ahorran como seguros de vida”, otros señalan “qué va a pasar con la recaudación total”. A mi juicio ese es un enfoque como de árbol de pascua: se fijan en cada adorno, en cada velita, en cada pedazo de árbol, pero no en el efecto neto. Lo que hay que hacer es pescar el paquete completo cuando esté listo, porque ni siquiera se ha empezado a discutir. Y así, estimar cuál es el impacto, la incidencia en la parte de los ingresos de todas las personas, sin excepción. Por otro lado, ver en qué se está usando esa plata, por ejemplo, en reactivación, pymes o seguir sosteniendo gasto social importante. A eso le tengo que agregar el impacto de la inversión y crecimiento para contar bien. Yo, como antiguo profesor de finanzas públicas, eso es lo que enseño, eso es lo que se hace.
La crítica que decía que ya no valía la pena hacer la reforma tributaria la encuentro bastante liviana porque, ¿cómo se puede decir eso antes de saber la discusión en detalle de los artículos en la Cámara y después en el Senado? Es como anticiparse a decir ‘todo va a salir mal’. Es una visión pesimista”.
–Esos cuestionamientos surgieron desde los gremios empresariales y del mismo oficialismo…
-Meterse en la discusión de a pedacitos para mí no tiene ningún sentido. La crítica que decía que ya no valía la pena hacer la reforma tributaria la encuentro bastante liviana porque, ¿cómo se puede decir eso antes de saber la discusión en detalle de los artículos en la Cámara y después en el Senado? Es como anticiparse a decir “todo va a salir mal”. Es una visión pesimista y, a mi juicio, sesgada. Entonces, sumando y restando hay críticas que se pueden hacer.
-¿Cómo evalúa el proyecto de reforma tributaria presentado por el gobierno?
–Yo sigo partidario del proyecto, creo que hay que afinarlo en varios lados, pero el país va a ganar por el lado de más inversión y por el lado de simplificar un sistema que, con todo respeto, el ministro Arenas y Valdés lo habían dejado tumultuoso, complicado. Ni ellos creo que lo entendían en saciedad, además de una recaudación total dudosa. Tenemos que tener una perspectiva más serena. Estamos legislando mal. No puede haber una discusión de siete u ocho meses que sea solo a puertas cerradas y luego que los que estaban conversando digan “ahora vamos a rechazar la idea de legislar”.
Yo sigo partidario del proyecto, creo que hay que afinarlo en varios lados, pero el país va a ganar por el lado de más inversión por el lado de simplificar un sistema que, con todo respeto, el ministro Arenas y Valdés lo habían dejado tumultuoso, complicado”.
-Ayer la Democracia Cristiana entregó su respaldo a la idea de legislar el proyecto, después de ocho meses de conversaciones. ¿Cuál es su visión de la decisión del partido y de las negociaciones del gobierno?
-Estoy muy contento con los titulares de los diarios porque al menos vamos a poder discutir de cara al país en comisiones que son públicas. En ese sentido, con dificultad y paciencia, el ministro Felipe Larraín se ha ganado un poroto. Y quiero aprovechar de decir que el ex diputado Fuad Chahín, y actual dirigente de la DC, mi antiguo partido, lo ha hecho bien, con calma y con serenidad, no dejándose llevar por pasión.
-¿Cree que la DC queda en un escenario favorable, a pesar de que el resto de la oposición los cuestione y amenace con congelar relaciones porque no se habría respetado el acuerdo de los “mínimos comunes”?
–Ese es un costo ideológico superficial porque lo que habría que preguntarse es cuál es la fuerza que tiene esa oposición. ¿Estamos hablando de la ex Concertación? ¿Estamos hablando de una Nueva Mayoría que ya no existe y que perdió? ¿Estamos hablando del Frente Amplio o de independientes? Es decir, ellos no son un conglomerado homogéneo y están desunidos, entonces ¿cómo pueden pasar cuentas anticipadas? Creo que es noble decir que Chahín y la actual directiva, con la cual tengo bastantes diferencias -por eso me fui del partido-, se han anotado un poroto importante al querer reposicionarse en el centro y en la racionalidad. No tiene ninguna racionalidad, ni política ni económica, hablar de slogan y hablar de amenazas porque para eso está el Parlamento. Que se discutan todas las posiciones que se quieran de cara al país y que todos podamos ver qué dice cada cual, pero no con amenazas. Es como la ley mordaza, ciertos sectores de izquierda están aplicando la ley mordaza al partido de centro respetado y tradicional. ¿De a dónde tienen méritos para hacerlo?
Creo que es noble decir que Chahín y la actual directiva, con la cual tengo bastantes diferencias -por eso me fui del partido-, se han anotado un poroto importante al querer reposicionarse en el centro y en la racionalidad”.
-O sea, ¿considera que la DC logra recuperar su identidad?
–Con esta acción está recuperando mucha imagen, ojalá que no la dilapide, ojalá que se siga ordenando y que recupere una voz de centro, porque no me va a decir usted que 10 gremios de las pyme y de clase media no reclamaban soluciones. ¿Entonces quién, por lo menos, abre la puerta para seguir negociando y discutir como se debe en el Congreso? Es la Democracia Cristiana. El gobierno ha hecho algún esfuerzo, falta más, pero la Democracia Cristiana es la que abrió la puerta. Por lo tanto, es un golazo político, aunque parcial, y además recupera una imagen que se había estado perdiendo. Chile tiene como un activo macro sólido su política fiscal, por eso, no podemos quedarnos en una situación de pirquineros, o sea, “no negocio, golpeo la mesa e impongo las condiciones”.
Ciertos sectores de izquierda están aplicando la ley mordaza al partido de centro respetado y tradicional. ¿De a dónde tienen méritos para hacerlo?”
-¿Considera que todos los partidos de la oposición están en una línea dura contra el gobierno y contra la misma DC?
-Para ser bien preciso, escuché en la radio los comentarios de Víctor Barrueto (PPD) y, a pesar de ser un partido de izquierda, fue muy objetivo, dijo que la DC está jugando una estrategia de recuperar el centro. Lo respeto. Después, a continuación, sale en la radio una breve entrevista al diputado Manuel Monsalve (PS) y él criticó y amenazó. Eso no puede ser. O sea tenemos dos voces de izquierda, Barrueto que reconoce una estrategia centrada de la DC y el otro que dice “¡ah no!” No entiendo, y creo que al país eso no le interesa.
No espero ninguna aprobación expedita, pero ojalá por el bien del país que esto se dirima antes de fin de año”.
-¿Cuáles debieran ser los plazos que se vienen ahora? Porque dar el primer paso costó ocho meses.
–Los plazos van a ser largos porque el gobierno ahora sí va a tener que discutir con todas las cartas sobre la mesa como debe ser, y va a tener que mirar y medir los efectos con mucha más precisión. No estar jugando a tirar una carta y después la otra. Logró un triunfo, pero ahora empieza el trabajo en serio. No espero ninguna aprobación expedita, pero ojalá por el bien del país, que esto se dirima antes de fin de año.